Algunos expertos han señalado que una correcta planificación y una apropiada inversión en red habrían evitado la tercermundista situación de haber visto privadas a ciudades y zonas enteras de telefonía y comunicaciones.
La sobrecarga que soporta la red IP, claramente infradimensionada, y la falta de redundancia en las redes, hicieron que un sabotaje normal disparara la alarma al considerar que en algún momento quedaba incluso afectada la seguridad nacional. La diligencia de un equipo de trabajo de 300 personas en Telefónica evitó males mayores y el sábado por la noche se consideraba normalizada la situación.