Jornada 25 Aniversario Asociacion de Internautas


Ancha pero menos


Este no es un post dedicado a la geografía-ficción. Pero el blog de hoy tampoco abandona el terreno de los temores y, ay, el de las certezas. Muchos internautas lo llevamos barruntado hace tiempo: la factura de nuestro proveedor de Internet no-coincide-del-todo con la realidad del servicio que recibimos.




El cable por el que accedemos a la Red no es tan ancho como dice la empresa que nos lo suministra, lo
mantiene y lo controla. Hay días en que los megas de los que presume nuestro contrato simplemente no están, y otros en que nos desesperamos ante la pantalla esperándolos. Pagamos un peaje para circular por una autopista con tres carriles y al entrar nos encontramos con que dos de ellos están inhabilitados.

Internet ya no es cosa de cuatro pelagatos. Hoy ya no se discute la viabilidad y la incidencia de un invento que ha conmocionado la Humanidad como lo hizo en su día la imprenta. La Red ha crecido, ha madurado. Su impacto y su capacidad de penetración en nuestras vidas ha pulverizado las previsiones de los pelagatos más optimistas.

La Red crece día a día como fuente de información, cauce para la opinión y vehículo de comunicación. Y sin embargo, el debate público actual se muestra impermeable a la hora de reflexionar en torno a las condiciones de acceso a la red y a la efectiva traslación de los principios de igualdad y libertad en su seno.

Internet es una herramienta que está escribiendo el futuro en presente de indicativo, y el debate en torno a los derechos que se generan en la Red se escribe en pasado imperfecto. La efectividad de la libertad y la igualdad en la Red no puede tasarse con parámetros propios del siglo XVIII. Internet se ha convertido en un nuevo espacio para la reclamación de igualdad y parece que nadie se haya dado cuenta.

Las declaraciones de derechos del XVIII nos deben servir para asumir la filosofía reivindicativa. Aquellas cartas de derechos fueron auspiciadas por ciudadanos deseosos de poner coto al poder en favor de la privacidad y la libertad de los individuos. Los derechos siguen siendo la garantía de respeto de la esfera de privacidad de los ciudadanos frente al poder.

Y el acceso libre e igualitario a la red debería ser hoy uno de los derechos fundamentales del siglo XXI. Todos debemos tener la misma capacidad de acceder a la información y de comunicar nuestra opinión. De lo contrario, la salud de nuestra vida democrática se resentirá.

En este sentido, la cuestión de la velocidad es nuestro particular nudo gordiano. Si la velocidad y la calidad de acceso quedan vinculadas a cuestiones económicas, la información de la Red se convertirá en algo privativo de bolsillos afortunados. La brecha económica alimenta la brecha tecnológica y, por ende, la brecha informativa.

Hace cinco siglos se inventó la imprenta. Aquel artilugio democratizó el saber y universalizó el conocimiento. ¿A que les suena?

Quizás aquellos que vieron como dejaban de ser clientes exclusivos de los monjes amanuenses, no quedan tan lejos. El precio que pagamos por una banda que es ancha pero menos, nos puede hacer volver atrás quinientos años.


Confieso que, durante la redacción de todo este post, he tenido apoyada en la pantalla del ordenador la última factura de mi proveedor de Internet. Como los conductores con la estampita de San Cristóbal en el salpicadero del coche. Cuestión de fe.

Reproducido de El blog de Esteban González Pons

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