Jornada 25 Aniversario Asociacion de Internautas


¿Un internauta feliz? TRAC, ADSL y un poco de sal


Un internauta y teletrabajador, como beneficiario de una placentera experiencia piloto realizada en el rural gallego por parte de Telefónica y La Xunta de Galicia para sustituir el TRAC, se siente obligado a contarla, así como la decepción que le supone el verla finalizada.




Juan Pedro Garcia Luque
Santiago de Compostela
Soy lo que llaman un "teletrabajador". Al menos eso intento, pues no es posible serlo sin la ayuda de las nuevas tecnologías, y más especialmente de las telecomunicaciones. Cualquiera que se haya planteado teletrabajar sabe que, sin una buena conexión a Internet, este término tan biensonante carece de significado. Cuando uno busca la casa de sus sueños (la cual en mi caso creo haberla encontrado), piensa en una casa amplia, con grandes zonas verdes y a un tiro de piedra de una ciudad en la que encontrar todos los servicios. Yo la encontré, en una aldea a 5 kilómetros de Santiago de Compostela, a solo 10 minutos de una de los cascos históricos más bellos de este planeta, y rodeado de campos de labranza y granjas de vacas. Pero cometí un gravísimo error, absurdo tratándose de una persona que vive de su trabajo, mejor dicho, de su teletrabajo: "!no comprobé si podría disponer de un acceso a Internet en banda ancha!. Siempre pensé que a solo 5 kilómetros de Santiago, ¿cómo no iba a tener una conexión ADSL?. Pues no, no la tengo, ni se si cuándo la tendré. Así que me tuve que conformar con una línea RDSI, con todo lo que ello implica y que no voy a contáros porque ya lo sabéis de sobra. Hasta ahí nada extraño, y seguro nada interesante que contar. Me encontraba en el rural gallego, anclado en el pasado, con todo lo positivo y negativo que ello tiene.

Un buen día, en una conversación casual con un amigo de Telefónica le dije: "Mucho anunciáis la ADSL, pero a mi casa no llega ni se sabe cuándo llegará". Se encogió de hombros, como suele ocurrir en estos casos, y ahí quedó la cosa. Pero al cabo de las semanas lo volví a ver y me preguntó: "¿desde tu casa se ve el repetidor del Monte Pedroso?. A lo cual contesté que sí. Resultó que Telefónica, conjuntamente con La Xunta de Galicia, decidió realizar una experiencia piloto sobre una nueva tecnología llamada CDMA con el fin de buscar una alternativa al actual TRAC. Pos supuesto que contesté que si, máxime cuando se me ofrecía un acceso gratuito a Internet en banda ancha durante el periodo de pruebas. Ahora puedo decir que lo quiero aunque no sea gratuito, pero no adelantemos acontecimientos.

A partir de ese momento se sucedieron una serie de hechos a una gran velocidad. Un completo equipo de técnicos de Telefónica se presentó en mi casa pertrechado de los más modernos equipos de medición y comprobaron que la capacidad de conexión era perfecta. Al día siguiente vinieron los técnicos de Marconi e instalaron una antena y un cableado hasta mi pequeña red casera de ordenadores. Por arte de magia, con una antenita no mayor que una caja de zapatos y otra pequeña cajita junto al hub de mi red, estaba conectado a Internet a una velocidad de ¡ 1 megabit por segundo ¡. ¡ Y todo esto en un día ¡. ¡Además disfrutaba de una linea telefónica de voz y otra para fax!. Me parecía estar soñando. ¿Esto es Galicia?. ¿Esto es España?. Pues si, estoy en Galicia. En una casa perdida en una pequeña aldea Gallega estaba disfrutando de una conexión digna de cualquier película futurista.

Además, a título anecdótico, pero que refleja el interés que Telefónica y la administración gallega pusieron en esta experiencia, deciros que el Presidente de la Xunta vino a mi casa a disfrutar de la experiencia y a inaugurar este evento tecnológico (ver este artículo de El Correo Gallego).

Hasta aquí he contado la historia tal cual ocurrió, con una gran dosis de alegría, pues me puedo considerar afortunado. He disfrutado de una experiencia fantástica, apoyado por un grupo de profesionales que han realizado una labor perfecta. Los pequeños problemas que pudieron surgir no empañan en absoluto el enorme éxito que creo que la experiencia ha tenido.

Pero como es difícil que la alegría dure eternamente, a primeros de enero del 2002 mi alegría se convierte en desdicha. Es muy malo acostumbrarse a lo bueno, y después de haber vivido un sueño, me vuelvo a enfrentar a la cruda realidad. Seguimos en una región que, por su particular orografía, no puede disfrutar de las oportunidades de las grandes ciudades. Bien es verdad que yo puedo ser un caso extraño, o al menos un caso poco habitual, pero para una sociedad que evoluciona hacia una nueva forma de entender la manera el trabajo y el ocio, cerrar las oportunidades en aquellas zonas alejadas de las grandes ciudades, sería sin lugar a dudas un error y un paso atrás.

Mi reflexión por tanto es la siguiente: si la tecnología existe y si hay voluntad política, ¿qué es lo que detiene el desarrollo de estas tecnologías?. Las razones son claramente económicas. No cabe duda de que esta razón es de peso, pero en mi humilde opinión, las personas que nos planteamos una nueva forma de ocio o de trabajo, o que simplemente queremos participar activamente en esta nueva sociedad del conocimiento, unidos por las redes de información, pero sin dejar de vivir en nuestras casas, alejados de las grandes urbes, ¿no merecemos una oportunidad?. ¿Vamos a seguir relegando las zonas rurales a vivir únicamente de la bondad de la tierra, o vamos a darle una oportunidad de desarrollar nuevas oportunidades de ocio y trabajo?. También existen un gran número de empresas que comenzaron su andadura alejadas de las grandes ciudades y que hoy ven frenado su desarrollo por la falta de una adecuada red de comunicaciones.

No puedo por tanto más que aplaudir esta experiencia, dar gracias por haber disfrutado de una experiencia "futurista", elogiar el trabajo realizado por los profesionales de Telefónica y Marconi, y animar a las administraciones, autonómicas y centrales, a que sigan por este camino. La gente del rural se lo merece, las empresas que quieren aprovechar las oportunidades de Internet se lo merecen, y toda la sociedad en general se merece tener oportunidades de desarrollarse, sea cual sea el lugar y la forma que hayan elegido para hacerlo.


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