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Adiós, Fernado

Savater y la Ley Sinde II


Últimamente parece que El País elige las opiniones más desafortunadas de figuras extemporáneas de la cultura para publicarlas en su periódico. La ristra de juicios enajenados es ya larga, y por desgracia, en ella sigue apareciendo Fernando Savater. Lo último del malogrado filósofo viene a decir lo siguiente, lo reproduzco textualmente...




En su carta del lunes 27, el señor Gómez Vaquero se duele de vernos a Javier Marías y a mí sosteniendo la postura “a todas luces insostenible” de perseguir en la Red los delitos contra la propiedad intelectual. Nos reprocha no entender que la única forma de hacerlo es interceptar las comunicaciones de los usuarios para saber qué descargan y qué no. De modo que es a todas luces insostenible buscar medios para prevenir o castigar cualquier delito en Internet, sea la pederastia, el terrorismo o el robo de patentes, porque combatirlos exige una injerencia cuasi-fascista en ese santuario donde todo debe estar permitido y no debe regir más ley que la buena voluntad o la falta de escrúpulos. Incontrovertible. Gracias por sacarme de mi error, señor Gómez Vaquero (El País, Debate sobre la “Ley Sinde”).

Podría ser un chiste, la burla del día de los inocentes, pero no lo es. Si en mi anterior artículo me mostraba apesadumbrado por la deriva intelectual del otrora gran filósofo y por el declive de su ironía, ahora me amarga aún más la tristeza. No importa saltarse a la torera su tan defendido Estado de Derecho, obviar a los jueces y, efectivamente, vulnerar el derecho a la intimidad y el secreto de las comunicaciones. Lo suyo es que tales derechos puedan ser violados por una ley que sólo favorece a los ricos, en aras de la seguridad, no vaya a ser que se nos escapen los terroristas, pedófilos y ladrones de patentes, que, debe ser, en Internet abundan más que en la calle. Parece que al que todo le está permitido es a Savater, y de ahí que alguien publique sin sonrojarse esta bufonada. ¿Dónde está todo lo que yo he aprendido de ti, Fernando? Ya tenemos un nuevo “energúmeno español”, como Ortega llamó a Unamuno.

Reproducido de El Blog de Ioanes Ibarra


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