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OVIEDO

Los ordenadores de Escuela 2.0 llegan a los institutos sin infraestructura para su uso


El futuro de la Escuela 2.0, el programa de integración de las nuevas tecnologías de la información en los colegios e institutos, está en el aire y es razonable poner en duda su continuidad. A los institutos ovetenses, y a los de toda Asturias, han llegado este curso, por primera vez, los alumnos de Primaria equipados con los ordenadores que les entregó la Consejería de Educación y que habían incorporado a la rutina lectiva. En la gran mayoría de los centros de Secundaria no se han acometido las adecuaciones que requiere la utilización de este equipamiento y las clases se imparten por el método convencional, así que los ordenadores de Escuela 2.0 han quedado aparcados.




Elena FERNÁNDEZ-PELLO / La Nueva España ..- La Consejería de Educación admite que, salvo algunas aulas que fueron acondicionadas en una fase piloto, la práctica totalidad de los institutos no dispone de los equipos necesarios, que básicamente son una pizarra digital, un cañón de luz o proyector y un ordenador para el profesor. A los centros han ido llegando los armarios para cargar los portátiles, cerca de quince mil en los dos años de aplicación del programa, pero en algunos casos la red eléctrica carece de potencia y en otros la conexión a internet es insuficiente.

La dotación y adecuación de las aulas de Secundaria, explica un portavoz de la Consejería de Educación, dependen del convenio con el Ministerio de Educación para el desarrollo del programa Escuela 2.0. A Asturias, en el mes de mayo, Madrid le asignaba 2,35 millones de euros -91.587 euros para gastos corrientes y el resto para inversiones-. Desde su implantación el programa era financiado a partes iguales entre las comunidades y el Gobierno del Estado, pero este año, teniendo en cuenta las exigencias en lo que se refiere al endeudamiento de las autonomías, la aportación autonómica no es obligatoria.

Por ahora ese convenio está sin rubricar y el Gobierno asturiano afirma que no dispone de dinero para acometer por su cuenta las inversiones que requiere la continuidad del programa. «En breve irá a Consejo de Gobierno», indican desde la Consejería. Será cuestión de semanas, añaden, y esperan que esté firmado a finales de año, «El Principado no tiene fondos, pero confiamos en que el problema se resuelva pronto», señalan.

En su comparecencia ante la Junta General del Principado, el pasado 26 de septiembre, la consejera Ana Isabel Álvarez avanzó que el Principado se plantea descolgarse del concierto con el Ministerio de Educación para el programa Escuela 2.0. «Nuestra aportación del 50% del dinero que cuesta es presupuestariamente muy difícil y si la medida no es universal corremos el riesgo de que fuera injusta», reconocía entonces la Consejera.

El caso es que, hoy por hoy, prácticamente en la totalidad de los institutos de Oviedo los ordenadores de Escuela 2.0 son inservibles. Donde ya se está tramitando la adecuación de la conexión a internet, ampliando el ancho de banda -una actuación que compete a la Dirección General de Tecnologías de la Información y Comunicaciones-, queda por resolver el asunto de la capacidad de la red eléctrica; donde han llegado los armarios para cargar simultáneamente todos los ordenadores de los alumnos, no hay lugar al que enchufarlos o no hay espacio para instalarlos.

Así las cosas, ante la evidente falta de previsión de la Administración regional y la poca celeridad que el Estado imprime a la formalización del convenio, los centros de Secundaria no cuentan con incorporar el programa Escuela 2.0 a las clases hasta el año que viene, en enero como pronto, y eso coincide en principio con las expectativas de la Consejería de Educación del Principado, que se propone formalizar el convenio con el Ministerio en diciembre.

Con ese incierto futuro de la escuela digital, una de las apuestas más promocionadas del anterior Ejecutivo socialista, no es de extrañar que el director de uno de los institutos de la capital asturiana declare con contundencia: «El programa Escuela 2.0 merece un cero».

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