Y los guardianes del saber, antes curas, bachilleres o barberos y ahora científicos, científicos y científicos de todas las ramas, desde las ciencias más filosóficas como la física o la matemática a las más alquímicas como la economía o la ciencia política te dirán que no tienes ni puta idea, y que es lo que hay. ¿Y qué sería de estos pobres nasciturus del saber si los verdaderos científicos no hubieran cuestionado los fundamentos de la ciencia? ¿Dónde estaría Einstein sin no hubiera cuestionado, metafóricamente, que los círculos no lo son tanto, o literalmente, que la física newtoniana no explicaba los fenómenos del universo? ¿Qué hubiera sido de las matemáticas si no se hubiera dudado de la geometría de Euclides? Por desgracia hoy el tema no funciona de esta guisa y tenemos a multitud de fanáticos de la ciencia que consideran cualquier pensamiento fuera de lo se encuentra estrictamente dentro del paradigma científico como magufadas, es decir, superstición. Pues bien, aunque tonterías como el reiki o homeopatía no sean más que eso, tonterías, son a día de hoy inofensivas en comparación con el totalitarismo científico que, con buenas palabras y modales y desde esos países donde la perversión de la filosofía analítica y el idealismo han sido cancerosas, nos vienen a decir que no solo la ciencia es absoluta, sino que los aspectos tradicionalmente restringidos al pensamiento científico, como la moral, también pueden ser apropiados por ella.
¡Cuídado con el perro! ¿Una moral científica? El sueño de los utilitaristas, sobre todo de Bentham, creador del panóptico, una cárcel que podía ser vigilada por una sola persona y donde el cautivo se sentía observado y por tanto no se atrevía a ejercer su libertad plena. Como Google pero con muros, esto dicho desde Blogger, paradojas de la vida. Ya hay quien afirma que las máquinas podrán ser más morales que nosotros y que será posible descargar fórmulas de comportamiento ético en robots. Para todos aquellos que afirman la neutralidad de la técnica (yo incluido, hasta hace poco) Bienvenidos a la distopía techno-científica.