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Internet rompe la baraja

Internet rompe la baraja


Quizá los más viejos del lugar recuerden cuando en los mentideros de la capital de España se contaba con todo lujo de detalles el nacimiento del hijo negro de una joven estrella de nuestro cine casada con un futbolista -muy blanco él de piel- del Real Madrid. O que la mujer del ministro de Asuntos Exteriores se había fugado con el chófer. Daba sus últimas bocanadas la dictadura franquista, pero con la Ley Fraga en vigor la prensa se atrevía ya a publicar bastantes cosas. Sin embargo, ninguno de esos infundios -ambos lo eran, por cierto- vio la luz en letra impresa ni por las ondas, como tampoco tantos otros bulos en muchos países.

Los medios informativos tradicionales verificaban una y cien veces los rumores más o menos escabrosos, y más si estaban implicados los políticos y sus familias.

Pocos acababan publicados. Pero no se enterraban así como así, y algunos fueron sonadísimos: fue, por ejemplo, el semanario Westminster Confidential el que destapó, al revelar la relación del ministro John Profumo con la joven prostituta Christine Keeler, el escándalo del intento soviético de reclutar al político británico. Pero, hasta hace pocos años, los espurios bebés negros se quedaban casi siempre en charla de café.

Hoy la situación es bien diferente porque internet ha venido a cambiar las reglas del juego. No porque este nuevo medio no sea controlable, que lo es y mucho, como tan bien demuestra el régimen chino. Pero es accesible en tiempo real desde el mundo entero, y además cualquiera puede crear su pequeño sitio informativo o su blog personal, bien amparándose en la libertad de prensa en unos países, bien en la protección oficial en aquellos menos libres. A esa segunda categoría pertenece Marruecos, desde donde lobservateur.ma, una hasta ahora ignota publicación electrónica, colocaba ayer sin citar una sola fuente su historia sobre la supuesta paternidad de Aznar, por cierto tan odiado por algunos políticos magrebíes.

La multiplicación verdaderamente geométrica de páginas web y de blogs, además de la aparición de sitios como YouTube.com, convierte la publicación de rumores de todos los colores y todos los calados en un asunto cotidiano.

Como cualquiera puede leerlos, el dilema que se les plantea a los medios profesionales es si deben callar lo que no está contrastado o hacerse eco de ello a través de algo tan inocente como un enlace al sitio de origen. Esto es lo que empezaron a hacer ayer, a su vez, blogs y páginas en España, moviendo a Aznar a publicar su desmentido y convirtiendo en noticia política el rumor de internet.

¿Están prostituyéndose los medios profesionales siguiendo la estela de lo que algunos, irresponsable o incluso delictivamente, lanzan al ciberespacio? ¿Están degradándose por esa causa la ética y, de paso, la fiabilidad de esos medios? Es la cuestión que hoy se plantean muchos ante una realidad cambiante, que nos tiene a los periodistas divididos y también, por qué no reconocerlo, un tanto confusos. Todo ha evolucionado demasiado deprisa.

Desde luego, no se puede rechazar porque sí todo lo que salga de internet. La actual tendencia a seguir la pista a los blogs nació con enorme fuerza hace ya una docena de años, cuando un bloguero entonces desconocido, Matt Drudge, sacó a la luz el asunto de Monica Lewinsky. Acabó siendo un notición.

Pero por cada historia verdadera y con interés político salen mil falsedades. Justamente estos días pasados salía de internet otro bulo: que el hijo pequeño de la gobernadora Sarah Palin era en realidad su nieto, y algunos medios tradicionales le dieron pábulo. De ahí se pasó a la noticia genuina de que Palin va a tener, sí, un nieto de verdad. Pero la calumnia ya había corrido.

Kelly McBride, analista del sitio periodístico Poynter.org, reflexionaba así sobre este incidente:

«Observen los vídeos en YouTube y luego lean las informaciones profesionales sobre este rumor, y verán la diferencia entre especulación y verificación, entre anonimato y toma de responsabilidad, entre fuentes verdaderas e inseguras. Es probable que el ciudadano de a pie también se percate de esas diferencias. (Y sí, ya sé que a veces los medios de la vieja escuela son culpables de todos los vicios de la blogosfera). En resumen, nuestros valores son diferentes y tenemos diferentes cometidos. No sugiero que los blogueros se vuelvan más parecidos a los periodistas profesionales ni que nosotros nos hagamos más blogueros. Pero parece que estamos destinados a coexistir, con cercanía, en el ecosistema informativo, y a influirnos mutuamente».

Qué remedio...


Opinión de Víctor de la Serna en El Mundo -4 SETIEMBRE DE 2008-.


INFORME:

¿Es una información fiable o un rumor?
Dos de cada tres internautas confiesa que no sabe distinguir una noticia de un bulo

INTERNAUTAS TV - PRESENTACIÓN INFORME

La propagación de bulos en Internet