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Reflexiones sobre la "cuarta plataforma" de Movistar

Reflexiones sobre la "cuarta plataforma" de Movistar


Tras una mala, malísima negociación inicial de los derechos televisivos del fútbol y una caída en picado de clientes en el cuarto trimestre de 2015 por ese motivo, Telefónica sólo podía empeorar la situación cuando decidió que tendría el fútbol costara lo que costara, literalmente, a cualquier precio. No es casualidad que después de algo así, Telefónica no quiera ni oír hablar del tema y pretenda desviar el debate del fútbol con la excusa de la cuarta plataforma, algo que según ellos va a ser maravilloso para sus clientes aunque pudiera constituir un gravísimo atentado contra la privacidad y el secreto de las comunicaciones electrónicas. Y evidentemente, la abultada factura de ese despropósito la van a pagar los clientes. De hecho, ya la están pagando.

Los antecedentes

Tras rechazar, al comienzo de la presente Liga de Fútbol, las condiciones iniciales que puso la Mediapro de Roures por los derechos televisivos del fútbol, Telefónica se convirtió en el único operador en no poder ofrecerlo a sus clientes. Debido a que su base de nuevos clientes provenía del antiguo Canal+ y éstos estaban precisamente interesados en el fútbol, comenzó una sangría continua de bajas de la operadora para migrar a operadores que sí ofrecían paquetes de fútbol. En un momento determinado, se colmó la paciencia de los directivos y decidieron pagar lo que fuera necesario por recuperar el fútbol. ¡Y vaya si lo hicieron! 2400 millones por tener fútbol sólo hasta el 2018. Ahora lo deberán pagar los clientes o los accionistas, si es que salen las cuentas.

Las continuas subidas

Ese negocio ruinoso del fútbol es el que ha hecho, por ejemplo, que no paren de subirse los precios de los paquetes Fusión. Lo que parecen no entender en Movistar es que si efectúan una fuerte subida de una vez, la gente huirá despavorida y perderán aún más clientes. Pero es que si pretenden camuflar esas subidas en forma de pequeños pero repetidos incrementos como están haciendo ahora, se olvidan también de que la gente no es tonta y acabará de la misma forma que en el caso anterior (marchándose a cualquier otro operador) harta ya de subidas sobre las cuales incluso se está dirimiendo su legalidad, normalmente a favor del usuario por incumplir sistemáticamente los contratos que rubricaron con sus clientes. Y mucho más ahora, que cualquier operador puede ofrecer ya el fútbol.

Ese negocio ruinoso del fútbol es el que hace que ahora Movistar se anuncie con ese famoso "elige todo" ignorando a propósito que muchos clientes puede que no estén interesados en el fútbol y tan solo quieran una conexión a Internet decente a un precio igualmente decente. Necesitan de alguna forma convencer al máximo número posible de gente de que "contrate todo" para poder justificar así unas facturas abultadas que compensen esa ruina de los derechos televisivos que presuntamente han negociado. Quizás les iría mejor si ofrecieran a la gente que sólo quiere una conexión decente a Internet sin fútbol ni tele esa opción, y a un precio decente. De esa forma, cobrarían menos por cada cliente pero posiblemente tendrían muchos miles más de clientes de forma que ahora sí salieran las cuentas, ya que incluso captarían clientes de la competencia, al poder ofrecer unos precios más competitivos, fuera ya de los clásicos "paquetes".

La última "ideíca"

Ahora anuncian a bombo y platillo la creación de la "cuarta plataforma", como si del título de un episodio de Star Trek se tratara. Esta idea, según la propia Movistar, pretende "devolver el control de los datos a los usuarios" (sic) . Nada más alejado de la realidad, como veremos más adelante. Pero es que, si realmente "pretenden devolverlo" deberán hacerlo controlando los datos, algo para lo que requerirían el consentimiento de los clientes y, en consecuencia, que éstos se despidan del secreto de las comunicaciones que les ampara.

Pretenden convencernos de que eso es bueno para los clientes porque podremos decidir qué queremos compartir y qué no con redes sociales y cualquier web que recabe datos de navegación, pero para ese fin ¿qué tipo de datos va a recabar Movistar?.... Y sobre todo ¿cómo?

Resulta cuando menos curioso que confíen en la ingenuidad de los clientes de esa manera, y que piensen que los clientes van a aceptarlo porque "es bueno para ellos", sólo porque lo dice Telefónica. Es decir, Movistar debe montar una infraestructura de alta tecnología para ese fin, a la vez que invertir en el capital humano necesario para llevar el mantenimiento y seguimiento del sistema y debemos creernos que Movistar va a gastar todo ese dinero altruistamente por el bien de sus clientes, sin ganar un solo euro por ello. Evidentemente no, y no creemos que haya un solo cliente de la operadora tan ingenuo como para que se lo crea. Evidentemente, van a hacer negocio con ello ( es decir, con nuestros datos) por el mismo motivo que es el eje central de este artículo, por los cada vez más desorbitados precios a que se negocian los derechos televisivos del fútbol, por ese despropósito de negociación ( que no deberían pagar los clientes sino los responsables de la misma ), y por la práctica imposibilidad de recuperar el dinero perdido en semejante desastre si no inventan algo nuevo para ganar más.

La única posibilidad técnica para hacer eso es implementando sobre los clientes el cla?ico ataque hacker del "man in the middle", es decir, poner una "oreja" en medio del circuito físico origen y destino de nuestras comunicaciones para recabar todos los datos y metadatos que contenga cada una de nuestras comunicaciones. Pero entonces.... ¿ dónde queda la privacidad de las comunicaciones electrónicas ? No es casualidad que hayan encargado el proyecto al hacker que olvidó cambiar el nombre de su blog al fichar como máximo responsable de datos de Telefónica para implementar directamente esta idea sin consultar a nadie. La verdad, se puede imaginar ( como así es, por otra parte) a un hacker como alguien con un altísimo nivel de conocimiento de las tecnologías informáticas, pero creo que no se le puede imaginar precisamente como una persona celosa de la privacidad de nada, y mucho menos de los datos de los usuarios.

Resultan soprendentes los grandes esfuerzos que hace el principal responsable de datos de Movistar en este post por intentar convencernos de las buenas intenciones de la compañía hacia nosotros, mientras que los hechos del día a día no hacen más que desmentir sus palabras. Sin ir más lejos, Telefónica acaba de ser condenada precisamente por enviar información privada del usuario a los sitios web que éste visitaba sin su consentimiento ni conocimiento; es decir, como ya decíamos antes: les han condenado precisamente por efectuar un ataque hacker "man in the middle", dado que inspeccionaban la navegación de los usuarios alterando en tiempo real sus comunicaciones electrónicas para incluir datos adicionales que permitieran identificar a los usuarios. Casualidad o no, todo parece indicar que se trataba de una prueba inicial de funcionalidades de la "cuarta plataforma", que aún está muy en el aire y no se sabe bien en detalle en qué va a consistir. Que levante la mano el primer cliente de la operadora al que le hayan consultado si quería compartir o no esa información con otras webs. ¿Es éste el control de los datos de los usuarios que nos quiere "devolver" Telefónica? Desde luego, no parece que ésta sea la mejor estrategia para conseguirlo.

Pedigüeñismo compulsivo, el debate recurrente

Ya nos tenía acostumbrados el presidente anterior en cada una de sus comparecencias a la típica cantinela del "Facebook, págame! Google págame! YouTube págame!" y tantos otros "págame!" porque usas mis redes y mis recursos y yo no veo un duro por eso. En primer lugar, no es YouTube o Google quien usa sus redes, sino que son los clientes que pagan a Telefónica los que acceden a YouTube, Google o donde quieran acceder, porque para eso pagan. Y en segundo lugar, se olvidaba (intencionadamente) el presidente de que si alguien tiene que pagar es justamente Telefónica (a Google, a Facebook y otros por existir), ya que la gente demanda banda ancha y cada vez más velocidad a Movistar (y otros operadores) porque existen plataformas como YouTube, Netflix y todas las redes sociales que atraen hacia ellas a esos usuarios, y por tanto esos clientes están dispuestos a pagar más a su operadora por un mejor acceso. Si hoy mismo, por ejemplo, desaparecieran todos esos sitios tan populares y que todos usamos, ¿quién tendría necesidad de banda ancha, fibra, 4G y demás conexiones de alta velocidad? Evidentemente nadie, y en consecuencia, nadie seguiría pagando a Movistar por un uso de Internet que no haría. Así que la operadora debería plantearse seriamente de una vez por todas quién realmente tiene que pagar a quién.

Yo también quiero

Ahora y sin saber muy bien los detalles de algo que aún está muy en el aire y sin concretar demasiado -como es la cuarta plataforma que intentan vendernos- los demás operadores quieren también subirse a un carro incierto, para al menos conseguir algo de visibilidad y publicidad gratis, o tratar de justificar que ellos son tan avanzados como el que más. El primero de ellos en hacerlo ha sido Vodafone. Que no es cuestión de perder cuota de mercado; que aunque no sepan bien ni lo que están haciendo no quieren quedarse al margen de lo que sea.

El nuevo rumbo de Movistar

Decía David Galán -un reconocido analista técnico bursátil- que la etapa del anterior presidente de la compañía (en lo que respecta al valor para el accionista de la compañía) había sido de una nulidad total , porque la acción se encontraba a 10.03 euros cuando entró como presidente y el día de su salida la acción cotizaba prácticamente igual, de hecho un 3% más abajo de donde estaba al inicio de su presidencia ; es decir, este analista concluía que en una de las misiones de cualquier presidente de una compañía cotizada (dar valor a los accionistas y hacer crecer la empresa) había fracasado. No deja de ser una verdad a medias, porque el efecto real del presidente fue aún peor. Aparte del coste de oportunidad, la acción de Telefónica dibujó lo que los técnicos llaman un "canal bajista", es decir , una pérdida progresiva y continuada del valor de la acción. Lo que ocurrió simplemente es que a medida que se acercaba el día en que abandonaba la compañía, la acción venía subiendo desde mucho más abajo- donde realmente estaba- y acabó casi al mismo precio que cuando comenzó a dirigir la empresa. Pero toda su etapa al frente de Telefónica se caracterizó por una pérdida estructural de valor de la acción. En resumen, el anterior presidente de la compañía no contentaba ni a los usuarios, ni a los proveedores de contenido a los que exigía que le pagaran y ni siquiera a los accionistas, que demandaban rentabilidad a su inversión y sólo veían pérdida de valor.

Sin embargo, siendo la suya una gestión manifiestamente mejorable, la nueva dirección amenaza con convertirla en brillante, si el nuevo rumbo de Movistar consiste en pagar cantidades cada vez más astronómicas por los derechos televisivos del fútbol ( y por tanto, tener que hacérselas pagar a sus clientes) así como en ignorar los verdaderos deseos y necesidades de los usuarios, por no hablar de la degradación continua de la atención al cliente, la cual es también manifiestamente mejorable. Y después de lo que ha llovido con el anterior, resulta casi risible que el nuevo presidente de la compañía señale que la prioridad para él es dar rentabilidad y valor a los accionistas de la compañía. Esperemos que no sea de la misma manera que (no) lo hizo su antecesor.

Con todo este conjunto de elementos ya sí se entiende que se hayan aficionado a las continuas subidas de tarifas, porque evidentemente es difícil que les salgan las cuentas. Y alguien tendrá que pagar eso. Sólo queda por ver hasta qué punto van a tensar la cuerda sin que ésta se rompa definitivamente por el lado de los clientes, lo realmente importante. Que a fin de cuentas los inversores ya saben que asumen un riesgo cuando acometen una inversión.

¿La solución?

Quizás en la operadora deberían reflexionar un poco sobre qué es lo que daba realmente valor añadido a la antigua Telefónica. Todo el mundo sabía (y sabe) que es un operador caro, carísimo. Pero el motivo para elegirlos era muy sencillo: "son los que menos problemas dan, y el día que hay algún problema te lo resuelven sobre la marcha": todos hemos oído a algún conocido mencionar esta expresión para justificar el sobreprecio que pagaba por estar con este operador.

Sin embargo, hoy día ni siquiera les queda ese motivo para seguir con ellos. Cuando hay algún problema, un sistema automatizado bastante inútil te hace perder el tiempo en innumerables llamadas a teleoperadores que finalmente no resuelven nada y sólo hacen que prolongar la incidencia, a la par que el enfado del cliente, incluso hasta el punto de que solicite la baja total, justo como cualquier otro operador. Si ya no queda ningún valor añadido en Telefónica ¿qué va a hacer que los clientes decidan pagar más por seguir con ellos? Evidentemente el fútbol en exclusiva tampoco es ya un motivo, puesto que hoy día cualquier operador ofrece los paquetes de fútbol nacional e internacional.

Alguna vez las operadoras de telefonía deberían recapacitar y recordar lo que son y cuál es su misión: proveer las infraestructuras de telecomunicaciones ( y sobre todo mantenerlas en óptimas condiciones ) y cobrar a los usuarios por su uso y disfrute, sacando de ahí sus beneficios. Las compañías de contenidos son las que deben ocuparse de los contenidos, y las proveedoras de redes de las redes. Parece lógico, ¿no?

David Gómez es miembro de la Asociación de Internautas.