¿Te lo imaginas?
¿Te lo imaginas?
ImagÃnate el tipo allÃ, sentado en la terraza en mitad de Triana, solo, con un cortado a medias ya casi frÃo y un móvil siempre encendido sobre la mesa, aterrado, nervioso, mirando alternativamente la pantalla del móvil y a todo el que pasa, sin saber si saludarlo o no, manteniendo la mirada a la espera del menor indicio de reconocimiento facial para corresponder con un hola o un gesto afable.
E imagÃnate que el tipo ha sido siempre un gran despistado, y ahora con el Facebook está fuera de sÃ. Tiene tantos amigos virtuales que, de toparse con cualquiera de ellos en el mundo real, le resultarÃa imposible identificarlo. Teme cruzarse con alguno en la playa o en la calle y no caer en la cuenta. No quiere parecer borde, fantasma o maleducado. Pero, sobre todo, no quiere perder amigos, conversaciones ni felicitaciones por su cumpleaños en la red social. Pero imagÃnate ya para terminar que el tipo se levanta, da unos pasos, choca con un viejo, se encara con él largo rato. El viejo se extraña y pregunta, ¿le conozco? Y a nuestro hombre no se le ocurre otra cosa que sonreÃr, extender el brazo, elevar el pulgar y gritar: ¡Me gusta! ¿Te lo imaginas? (Yo sÃ).