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Sobrevivir a la SGAE


En el camino de la edición de su primer disco, Jonás Superstereo decidió darse de baja como socio de la SGAE para tener la oportunidad de realizar la copias del cd sin tener que pagar el canon correspondiente y para librarse de un contrato que considera arcaico. El proceso, hasta llegar a la licencia Creative Commos, no fue sencillo. Cartas, oídos sordos y ruidos de abogados.




ERICK CANINO | LA OPINIÓN DE TENERIFE.- Jonás Superstereo es uno de los pocos artistas canarios que han decidido desligarse de la Sociedad General de Autores Editores (SGAE) en el complejo camino de la edición de sus proyectos musicales. Ahora, la banda se mueve bajo los parámetros de la licencia Creative Commos (fuera de todo vínculo directo con la asociación que dirige el tinerfeño Teddy Bautista), con la que en el pasado 2007 dieron vida a su primer cd Funk That¡ y con la que espera publicar en los próximos meses su segundo trabajo de estudio.

Jonás explica que su negación a la SGAE surge cuando tiene conocimiento de que para realizar la copias de su propia creación, "que fue autogestionado de principio a fin", tiene que abonar un canon que puede incluso alcanzar los 700 euros. "Ellos hablan de un dinero que hay que abonar por tu propia música -aclara Jonás-. Me pareció increíble. Entonces fue cuando decidí informarme a fondo para conocer cómo funcionaba esta gente y descubrí que cuando cedes tu obra además lo haces firmando un contrato totalmente arcaico. Es gracioso, porque cuando les planteé mis intenciones de salir de la asociación, en la que me incluí con la realización de las primeras maquetas del grupo, me dijeron que existía la posibilidad de autoproducción con la que supuestamente no había que pagar ni un solo euro. Pero claro, ahí está la trampa, porque tampoco es que ellos te perdonen ese dinero, sino que esa cantidad establecida la añaden a tu cuenta en negativo, de tal manera que cuando vayas generando dinero por tus derechos de autor lo van restando a esa cantidad que ya debes".

En el proceso de retirada, Jonás contó con los servicios del abogado Luis Fajardo López con el fin de agilizar los trámites de un año que marca la SGAE para poder abandonar de manera voluntaria la asociación. "Presenté un escrito alegando los motivos por los cuáles quería darme de baja y nunca me contestaron. Después de dos meses de espera, como margen legal prudente que dictan esta serie de situaciones, entendí que, por silencio administrativo, ya estaba fuera".

El siguiente paso de Superstereo, como banda, fue registrar las canciones bajo la licencia Creative Commos y dirigirse al Ministerio de Cultura solicitándole una fórmula estatal, una vía legal orquestada por los poderes públicos, para que cualquiera pudiera registrar sus temas sin tener que rendir cuantas a la SGAE, "que al fin y al cabo no deja de ser una entidad privada".

"Lo curioso de todo este proceso es que, después de haber ignorado nuestras peticiones durante tanto tiempo -añade Jonás-, no tardaron ni una semana en ponerse en contacto con nosotros una vez que mandamos nuestro comunicado al Ministerio de Cultura. Nos reunimos, mi abogado y yo, con una representante de la asociación, Victoria Rull, pero tengo la sensación de que sólo vino a tantearnos. Nos repitió lo que ya sabíamos y evidentemente no llegamos a un acuerdo".

De vuelta al fin último de todo este proceso, la edición del disco, Jonás Superstereo volvió a toparse con una nueva muestra de las ansias recaudatorias de la SGAE: "Una vez que retomé el contacto con la fábrica para realizar las copias del cd, me llevé la sorpresa de que me hicieron firmar una declaración jurada en la que yo me hacía responsable de cualquier litigio futuro con la asociación por querer editar mi propia música".

¿Y el dinero ya recaudado?

Pese a no ser miembro de la asociación, la SGAE, como única entidad privada habilitada por el Gobierno, sigue funcionando como fuente recaudatoria de los beneficios que los derechos de autor de Superstereo hayan generado desde la publicación de su cd por la emisión de sus canciones en los distintos espacios de reproducción, radio y televisión, sea de la forma que sea. Como artista ajeno a su entramado jurídico, Jonás cuenta con un plazo de tres años para reclamar judicialmente esas cantidades que le corresponden. "Aún no lo he hecho, pero el próximo año se me cumple ese tiempo fijado y terminaré por reclamar lo que me pertenece, aunque esto implique que tenga que retomar los trámites con los abogados". El funcionamiento de la SGAE implica que si, una vez transcurrido ese plazo de tres años para reclamar las cantidades, los interesados no hacen uso de ese derecho, el dinero recaudado va a parar a las fundaciones que maneja la propia asociación en beneficio del grueso de los autores nacionales.

Pagar por hacer música

La ruptura de Jonás, músico especializado en sonidos funky, con la SGAE responde en parte a la negativa del artista de cumplir con un canon para la edición de su propio trabajador creativo: "Tener que pagar por publicar mi propia música es algo que no cabe, que no lo acepto como posible. Yo no estoy en contra de la SGAE, porque creo que todo autor debe contar con una asociación que gestione sus derechos, pero sí estoy en contra de cómo lo están haciendo las personas que manejan sus riendas. Lo que quiero es que cambien, mi intención no es que desaparezcan, sino que se empleen en una labor más equitativa con todos los socios. Lo que tienen ningún sentido es que yo tenga que firmar un contrato con la SGAE idéntico al que firma, por ejemplo, Alejandro Sanz. Cuando hablé con uno de sus representantes para explicarle todos mis motivos, me contestaron que ahora mismo no era posible enfocar la relación de la asociación con los artistas de otra manera, porque los estatutos no dejaban otra posibilidad".

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