En la sentencia, el titular del Juzgado de lo Social número 2 de Granollers considera que el trabajador se excedió en el ejercicio a la libertad de expresión, por lo que cree que es motivo de una sanción disciplinaria, pero entiende que la compañía se excedió en su decisión de despedirlo, por lo que lo declara improcedente, informa Efe. El caso ocurrió el 6 de diciembre de 2002, cuando el trabajador envió un mensaje digital a sus compañeros de la fábrica Bimbo de Granollers a través de la dirección de correo electrónico de la empresa con un ordenador portátil particular.
Un atraco
El chiste enviado escenifica un atraco. Un ladrón enmascarado exige a un hombre que le entregue lo que lleva encima. Un reloj de marca falsificada y un billetero de imitación con dos céntimos de euro. El atracador, extrañado, pregunta al hombre a qué se dedica y éste contesta: 'Soy mando intermedio de Bimbo'. El ladrón, quitándose la máscara dice: '¿Ah sí? ¿De qué planta?'.
El 23 de enero de este año la dirección de Bimbo comunicó al trabajador su despido disciplinario por considerar que su acción no perseguía hacer gracia, sino ofender y difamar a mandos intermedios y otros superiores de la empresa, ante los cuales el empleado se disculpó de inmediato si se sintieron ofendidos.
El juez cree que el chiste 'constituye una intencionada y deliberada crítica del nivel salarial de los mandos intermedios (unos 30.000 euros brutos al año), pretendiendo evidenciar que dicho importe es insuficiente para llevar una vida adecuada, 'lo que obliga a algunos de ellos a robar por las calles'.
Cinco Días
Un atraco
El chiste enviado escenifica un atraco. Un ladrón enmascarado exige a un hombre que le entregue lo que lleva encima. Un reloj de marca falsificada y un billetero de imitación con dos céntimos de euro. El atracador, extrañado, pregunta al hombre a qué se dedica y éste contesta: 'Soy mando intermedio de Bimbo'. El ladrón, quitándose la máscara dice: '¿Ah sí? ¿De qué planta?'.
El 23 de enero de este año la dirección de Bimbo comunicó al trabajador su despido disciplinario por considerar que su acción no perseguía hacer gracia, sino ofender y difamar a mandos intermedios y otros superiores de la empresa, ante los cuales el empleado se disculpó de inmediato si se sintieron ofendidos.
El juez cree que el chiste 'constituye una intencionada y deliberada crítica del nivel salarial de los mandos intermedios (unos 30.000 euros brutos al año), pretendiendo evidenciar que dicho importe es insuficiente para llevar una vida adecuada, 'lo que obliga a algunos de ellos a robar por las calles'.
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