M. DOLORES ALÍAS - Madrid EL PAÍS
Aterrizar en Barajas y pretender enviar un correo electrónico para confirmar que has llegado sano y salvo puede resultar una tarea ardua y complicada. En el aeropuerto madrileño, donde cada año despegan y aterrizan hasta 360.000 vuelos -180.000 de ellos extranjeros-, y por el que circulan 35 millones de pasajeros anuales, no hay puestos gratuitos de acceso a Internet, y los puntos que existen son escasos y cierran por la noche.
"¿Dónde puedo conectarme a Internet?", pregunta a un viajero en un punto informativo de AENA un turista. "En la Cámara de Comercio, terminal 1 llegadas, y en el Centro de Negocios", le responden después de pensárselo un poco. El viajero, convencido de que Barajas, un aeropuerto hub -de enlace para comunicar diferentes puntos alrededor del mundo- cuenta con puntos repartidos por todas las instalaciones para conectarse a la Red, como en los aeródromos de Caracas, Bogotá, Orly (París) o Heathrow (Londres), espera que la tarea de comprobar su correo sea factible.
En la oficina de la Cámara de Comercio e Industria varias personas esperan pacientemente su turno para poder conectarse a Internet. Sólo hay un ordenador, que se alquila por periodos de media hora a un precio de tres euros, entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche. No hay servicio para los viajeros que llegan de madrugada.
"¿Hay otro punto?", pregunta el turista, "viajo a Caracas en 15 minutos y necesito enviar algo urgente", explica el hombre apurado. El tiempo juega en su contra, el Centro de Negocios está en la terminal 2 y, además, un joven acaba de conectarse y aún le restan 25 minutos. "Desde luego, que estas cosas sólo pasan aquí", se lamenta el viajero, quien incluso bromea con la posibilidad de abrir un punto cibernético en el aeródromo madrileño.
En Barajas había hasta noviembre del año pasado 28 puntos de acceso a la Red repartidos en los tránsitos y en las zonas públicas de las tres terminales. Desaparecieron tan pronto como finalizó el contrato con la empresa que los gestionaba.
"Desde que los quitaron, hemos pasado de atender una media de ocho conexiones al mes a tener esa misma cifra al día", explica Isaías Merino, trabajador de la Cámara de Comercio,
La mayoría de los usuarios son suramericanos, procedentes sobre todo de Chile, Miami (EE UU) y Argentina. El local de la Cámara está cerca de la sala 1 de llegadas, que es la de los vuelos transatlánticos. Muchos viajeros sólo están de paso, y esperan aprovechar el tiempo hasta poder embarcar en los aviones que les llevan a sus destinos finales para enviar un simple e-mail. Pero en Barajas eso parece más difícil que en otros aeropuertos internacionales.
Isaías Merino, sin embargo, reconoce lo insuficiente del servicio: "Este ordenador es todo lo que tenemos nosotros. Si tuviéramos cuatro o cinco PC más, el servicio sería más beneficioso tanto para el usuario como para nosotros. Hay mucha gente que se desespera y se va porque no puede esperar tanto". Si tienes a dos personas delante, la espera mínima es de una hora.
En la plaza de la Paloma, terminal 2, se ubica el Centro de Negocios. Ésta es la segunda y última oportunidad que tiene el turista de a pie para poder conectarse. Aquí, sólo hasta las ocho de la tarde, previo pago de 18 euros más IVA, más el coste de llamada local, el usuario puede hacer uso de uno de los 10 ordenadores disponibles, pero con una salvedad: en el momento que las plazas están cubiertas -si una decena de personas deciden soportar la larga espera de 10 horas en la sala- ya nadie más puede acceder.
"Ofrecemos un servicio completo que incluye la posibilidad de conectarse desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde, tomar una bebida no alcohólica, recargar la pila del móvil y consultar la prensa nacional e internacional", explica una trabajadora de la empresa CIMA, que gestiona el centro desde agosto de 2002. El ya desesperado viajero le explica que sólo quería consultar el correo, y no pasar el día conectado a la Red. "Lo siento, no podemos hacer excepciones", recibe como respuesta.
En Barajas, la tecnología punta, incluida la WIFI, sí es accesible a los viajeros más pudientes. La sala Velázquez de Iberia lo ofrece a sus viajeros VIP. "¿Hasta cuándo va a haber diferencias entre clases en los aeropuertos, que están al servicio de todos?", se preguntaba el usuario, que embarcó en su avión sin poder enviar el mensaje. "Ojalá que no me encuentre con una sorpresa. Regreso a casa un día antes de lo previsto".
Las dos caras de la modernidad
El aeropuerto internacional de Barajas es el espejo de Madrid. Proporciona la primera, y muchas veces la más duradera, impresión a los millones de viajeros que llegan a la capital cada año. Por eso, tanto su aspecto como los servicios que proporciona deben ser de primera calidad, como han asegurado repetidamente los responsables del aeropuerto. No en vano, el Ministerio de Fomento aprobó la ampliación del aeropuerto: el nuevo Barajas contará con una terminal nueva, otra terminal satélite y dos nuevas pistas, que costarán 4.500 millones de euros (equivalente a "la mitad del presupuesto de un año" de Fomento, según la ministra Magdalena Álvarez).
Sin embargo, estos esfuerzos por modernizar uno de los principales aeropuertos internacionales esconden una segunda cara: no se ofrece un servicio de Internet accesible para la mayoría de los pasajeros. Cuando el envío de un mensaje electrónico se ha convertido en la manera más habitual de notificar las llegadas o salidas de los viajeros. Un déficit que, además, tiene el agravante de que la mayoría de las compañías de vuelo están fomentando la venta de billetes por la Red. En Barajas, eso hoy en día todavía no es posible.
Aterrizar en Barajas y pretender enviar un correo electrónico para confirmar que has llegado sano y salvo puede resultar una tarea ardua y complicada. En el aeropuerto madrileño, donde cada año despegan y aterrizan hasta 360.000 vuelos -180.000 de ellos extranjeros-, y por el que circulan 35 millones de pasajeros anuales, no hay puestos gratuitos de acceso a Internet, y los puntos que existen son escasos y cierran por la noche.
"¿Dónde puedo conectarme a Internet?", pregunta a un viajero en un punto informativo de AENA un turista. "En la Cámara de Comercio, terminal 1 llegadas, y en el Centro de Negocios", le responden después de pensárselo un poco. El viajero, convencido de que Barajas, un aeropuerto hub -de enlace para comunicar diferentes puntos alrededor del mundo- cuenta con puntos repartidos por todas las instalaciones para conectarse a la Red, como en los aeródromos de Caracas, Bogotá, Orly (París) o Heathrow (Londres), espera que la tarea de comprobar su correo sea factible.
En la oficina de la Cámara de Comercio e Industria varias personas esperan pacientemente su turno para poder conectarse a Internet. Sólo hay un ordenador, que se alquila por periodos de media hora a un precio de tres euros, entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche. No hay servicio para los viajeros que llegan de madrugada.
"¿Hay otro punto?", pregunta el turista, "viajo a Caracas en 15 minutos y necesito enviar algo urgente", explica el hombre apurado. El tiempo juega en su contra, el Centro de Negocios está en la terminal 2 y, además, un joven acaba de conectarse y aún le restan 25 minutos. "Desde luego, que estas cosas sólo pasan aquí", se lamenta el viajero, quien incluso bromea con la posibilidad de abrir un punto cibernético en el aeródromo madrileño.
En Barajas había hasta noviembre del año pasado 28 puntos de acceso a la Red repartidos en los tránsitos y en las zonas públicas de las tres terminales. Desaparecieron tan pronto como finalizó el contrato con la empresa que los gestionaba.
"Desde que los quitaron, hemos pasado de atender una media de ocho conexiones al mes a tener esa misma cifra al día", explica Isaías Merino, trabajador de la Cámara de Comercio,
La mayoría de los usuarios son suramericanos, procedentes sobre todo de Chile, Miami (EE UU) y Argentina. El local de la Cámara está cerca de la sala 1 de llegadas, que es la de los vuelos transatlánticos. Muchos viajeros sólo están de paso, y esperan aprovechar el tiempo hasta poder embarcar en los aviones que les llevan a sus destinos finales para enviar un simple e-mail. Pero en Barajas eso parece más difícil que en otros aeropuertos internacionales.
Isaías Merino, sin embargo, reconoce lo insuficiente del servicio: "Este ordenador es todo lo que tenemos nosotros. Si tuviéramos cuatro o cinco PC más, el servicio sería más beneficioso tanto para el usuario como para nosotros. Hay mucha gente que se desespera y se va porque no puede esperar tanto". Si tienes a dos personas delante, la espera mínima es de una hora.
En la plaza de la Paloma, terminal 2, se ubica el Centro de Negocios. Ésta es la segunda y última oportunidad que tiene el turista de a pie para poder conectarse. Aquí, sólo hasta las ocho de la tarde, previo pago de 18 euros más IVA, más el coste de llamada local, el usuario puede hacer uso de uno de los 10 ordenadores disponibles, pero con una salvedad: en el momento que las plazas están cubiertas -si una decena de personas deciden soportar la larga espera de 10 horas en la sala- ya nadie más puede acceder.
"Ofrecemos un servicio completo que incluye la posibilidad de conectarse desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde, tomar una bebida no alcohólica, recargar la pila del móvil y consultar la prensa nacional e internacional", explica una trabajadora de la empresa CIMA, que gestiona el centro desde agosto de 2002. El ya desesperado viajero le explica que sólo quería consultar el correo, y no pasar el día conectado a la Red. "Lo siento, no podemos hacer excepciones", recibe como respuesta.
En Barajas, la tecnología punta, incluida la WIFI, sí es accesible a los viajeros más pudientes. La sala Velázquez de Iberia lo ofrece a sus viajeros VIP. "¿Hasta cuándo va a haber diferencias entre clases en los aeropuertos, que están al servicio de todos?", se preguntaba el usuario, que embarcó en su avión sin poder enviar el mensaje. "Ojalá que no me encuentre con una sorpresa. Regreso a casa un día antes de lo previsto".
Las dos caras de la modernidad
El aeropuerto internacional de Barajas es el espejo de Madrid. Proporciona la primera, y muchas veces la más duradera, impresión a los millones de viajeros que llegan a la capital cada año. Por eso, tanto su aspecto como los servicios que proporciona deben ser de primera calidad, como han asegurado repetidamente los responsables del aeropuerto. No en vano, el Ministerio de Fomento aprobó la ampliación del aeropuerto: el nuevo Barajas contará con una terminal nueva, otra terminal satélite y dos nuevas pistas, que costarán 4.500 millones de euros (equivalente a "la mitad del presupuesto de un año" de Fomento, según la ministra Magdalena Álvarez).
Sin embargo, estos esfuerzos por modernizar uno de los principales aeropuertos internacionales esconden una segunda cara: no se ofrece un servicio de Internet accesible para la mayoría de los pasajeros. Cuando el envío de un mensaje electrónico se ha convertido en la manera más habitual de notificar las llegadas o salidas de los viajeros. Un déficit que, además, tiene el agravante de que la mayoría de las compañías de vuelo están fomentando la venta de billetes por la Red. En Barajas, eso hoy en día todavía no es posible.