Tendría poco sentido que una persona a la que le han asestado una puñalada demande a la compañía de Albacete que ha fabricado el cuchillo. Lo lógico es que si trata de sentar a alguien en el banquillo de los acusados sea al infractor. Desde hace varios años, la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA) ha entrado a saco a por todo y todos. Sólo le falta demandar a los fabricantes de ordenadores, a los instaladores de fibra óptica y a los creadores del ratón por contribuir a la piratería de las obras protegidas. Todo el mundo es culpable de la crisis del sector. Menos ellos, que siguen produciendo música de igual calidad y cobran lo justo por disco. O eso dicen.
Las redes P2P permiten intercambiar películas, programas y canciones protegidas con derechos de autor de la misma forma que un cuchillo puede utilizarse para degollar a una persona. Las primeras también son muy útiles para que dos personas, por ejemplo, intercambien sus fotografías, sus documentos o las canciones que ellos mismo han grabado. Lo mismo que un cuchillo puede emplearse para trinchar el pollo. Así pues, si alguien es culpable del buen o mal uso de las redes P2P son los usuarios. El problema añadido al que se enfrentan la industria de la música y los estudios de cine es que, si comienzan a llevar a los tribunales a los usuarios, conseguirán los contrario de lo que pretenden, ya que estos mismos son los que acuden a las salas de cine y compran CDs.
El intercambio de archivos no parará. Por eso, una de las pocas salidas que les queda a la industria de la música y el cine es echar un vistazo a iniciativas como las de RealNetworks, que acaba de rebajar el precio de las canciones que vende en Internet hasta los 49 centavos, 4,99 dólares en el caso de los discos completos. La rebaja en el precio de la música es la solución. La correcta adaptación de las discográficas a Internet el camino.
Guillermo Rodríguez en La semana digital Libertad Digital
Las redes P2P permiten intercambiar películas, programas y canciones protegidas con derechos de autor de la misma forma que un cuchillo puede utilizarse para degollar a una persona. Las primeras también son muy útiles para que dos personas, por ejemplo, intercambien sus fotografías, sus documentos o las canciones que ellos mismo han grabado. Lo mismo que un cuchillo puede emplearse para trinchar el pollo. Así pues, si alguien es culpable del buen o mal uso de las redes P2P son los usuarios. El problema añadido al que se enfrentan la industria de la música y los estudios de cine es que, si comienzan a llevar a los tribunales a los usuarios, conseguirán los contrario de lo que pretenden, ya que estos mismos son los que acuden a las salas de cine y compran CDs.
El intercambio de archivos no parará. Por eso, una de las pocas salidas que les queda a la industria de la música y el cine es echar un vistazo a iniciativas como las de RealNetworks, que acaba de rebajar el precio de las canciones que vende en Internet hasta los 49 centavos, 4,99 dólares en el caso de los discos completos. La rebaja en el precio de la música es la solución. La correcta adaptación de las discográficas a Internet el camino.
Guillermo Rodríguez en La semana digital Libertad Digital
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