Las fotos lo dicen todo. Jesús de Polanco, presidente de Prisa, se abrazaba hace cuatro semanas con César Alierta, presidente de Telefónica. El rostro del primero manifestaba un rictus de tensión, un gesto de alegría salvaje, la rabia del vencedor. Y no era para menos. Acababa de derrotar a su más feroz enemigo. Tras cinco años de sangría financiera, Vía Digital, la alternativa a la televisión de Polanco, se le ha rendido.
A su lado, César Alierta, socarrón, parece a medio camino entre la risa y el llanto. Su plataforma, Vía Digital, perdía más de 60 millones de euros (1.000 millones de pesetas) ¡a la semana! Cierto es que los bolsillos de Telefónica son enormes. Pero Vía llevaba camino de superar la deuda histórica de Televisión Española. Así que ahora, de cumplirse el acuerdo, desaparecerá en manos de su competidor, Canal Satélite Digital.
Sólo unos días después, José María Aznar clausura con César Alierta un congreso sobre Convergencia de Medios organizado por Telefónica. Hasta dos hombres tan austeros y poco expresivos como el aragonés Alierta y el castellano Aznar, tienen visibles problemas para evitar mostrar su satisfacción, para contener las sonrisas, todos los dientes al aire, que asoman en sus rostros. ¿Por qué está tan satisfecho Alierta, perdedor de la guerra digital? Si estaba claro que el monopolio informativo era inadmisible, ¿por qué el presidente del Gobierno le apoya públicamente pocos días después? ¿Por qué tanto almíbar, tantas sonrisas en personajes habitualmente sobrios? ¿Dónde está el truco?
TECNOLOGÍA. Lo que pasa por sus cabezas sólo ellos lo saben. Pero si el presidente del Gobierno y el de Telefónica sonríen tanto puede que tengan buenos motivos. Es habitual que en las partidas entre los poderosos éstos se guarden algún as en la manga. Y todo apunta a que Alierta tiene uno.
Si lo usa bien, es probable que Polanco no esté finalmente solo y no tenga ningún monopolio. Su televisión tendrá enfrente una plataforma alternativa, un competidor que no espera. Y patrocinado nada menos que por Telefónica. Polanco ha pujado desde 1997 pensando para llevarse el caballo ganador. Y, en realidad, puede acabar descubriendo que le han colocado un penco.
La explicación a tanto misterio puede estar en la tecnología: el as en la manga se llama Internet. Y más en concreto banda ancha mediante ADSL.
Hasta ahora existían tres formas de distribuir los contenidos audiovisuales. El primero eran las ondas hertzianas, la tele de toda la vida. Pero ahí todo el pescado está ya vendido y no es probable que surjan iniciativas nuevas.
El segundo era el cable, un sistema que permite ofrecer múltiples canales. Pero exige inversiones descomunales y muchos años de desarrollo. Además, en España nació muy tarde y su penetración, pese al esfuerzo de algunos cableros, es raquítica frente a otros países de nuestro entorno.
La tercera vía era el satélite. Ahí también caben muchos canales y también las inversiones son grandes. Pero el despliegue se puede hacer muy rápido. Y el coste es menor que enterrar kilómetros y kilómetros de cable. Ése parecía el caballo ganador. Y por montarlo han luchado durante cinco años Telefónica y Prisa, Alierta y Polanco.
Pero resulta que llega un nuevo caballo, que nadie esperaba, a esta carrera. Y tiene muchas papeletas para convertirse en el triunfador. Porque hay un cuarto mecanismo, una posibilidad nueva: la banda ancha de Internet. Suena a película de ciencia ficción y nunca mejor dicho, pero funciona. Hoy en día ya se pueden distribuir contenidos audiovisuales por Internet: del módem de ADSL, a través de un descodificador, y directo al televisor. Simple, sencillo y relativamente barato. Sin antenas ni costosas instalaciones. Y mucho más flexible que ninguno de los sistemas conocidos.
La posibilidad existe. Es real. Técnicamente funciona ya se está probando en más de 300 hogares en Alicante. Y puede alcanzar muy pronto a una buena proporción de los hogares españoles (ver apoyo sobre despliegue comercial). Es más, sus posibilidades dejan cortas a las de la televisión tradicional. Así, es posible descargar una película y, si a uno le entra el sueño, irse a dormir y terminar de verla al día siguiente. O ver las noticias o un capítulo cualquiera de los Simpson o toda la serie, cuando se desee. También es posible recibir canales de música y personalizarlos. Y, por supuesto, se pueden ver canales de televisión en directo.
MILAGRO. Parece un milagro. Por muchos motivos técnicos. Para empezar, no es lo mismo lanzar una señal a miles de hogares caso de la televisión terrestre o por satélite que enviar miles de señales a miles de hogares caso de Internet. Algo que sencillamente parecía imposible sobre una línea telefónica convencional. Y que aún no se ha intentado en gran escala en ningún otro lugar del mundo. Sólo en Singapur y en Manitoba (Canadá) existen experiencias similares.
Los problemas eran múltiples. Enviar vídeo, desde un solo centro, suponía dos cosas: tener un superservidor, capaz de almacenar y distribuir miles, decenas de miles de películas a la vez. Y además contar con un ancho de banda descomunal a lo largo de toda la red, para soportar todo ese tráfico de datos en bajada hacia miles de casas.
Finalmente, era necesario que los hogares pudieran recibir, de entrada, un mínimo de 4,5 Megabits. Algo que es posible en laboratorio el estándar ADSL permite hasta 8 Megabits pero que parece fuera del alcance de cualquier red real.
Sin embargo, todo está solucionado. El primer problema se puede obviar multiplicando por varios miles el número de centros servidores (ver apoyo en esta página). Hoy en día, con unos sencillos equipos de hardware, cada centralita almacena los contenidos y los distribuye sólo a los hogares cercanos.
Y el segundo problema se soluciona... invirtiendo en mejorar la red. Algo que Telefónica lleva haciendo desde hace cuatro años. Así, desde el año 2000 se llevan invertidos 1.305 millones de euros. En total, hasta 2005, se destinará un total de 3.000 millones (casi medio billón de pesetas). Pero ha servido para tener a punto una de las mejores redes del mundo. Así, el 65% de los hogares españoles tiene una centralita a menos de 1,3 kilómetros. Algo que permite recibir ADSL con hasta 6 Megabits por segundo. Suficiente para que el milagro de la televisión digital se produzca... a través del módem.
Reproducido de El Mundo
A su lado, César Alierta, socarrón, parece a medio camino entre la risa y el llanto. Su plataforma, Vía Digital, perdía más de 60 millones de euros (1.000 millones de pesetas) ¡a la semana! Cierto es que los bolsillos de Telefónica son enormes. Pero Vía llevaba camino de superar la deuda histórica de Televisión Española. Así que ahora, de cumplirse el acuerdo, desaparecerá en manos de su competidor, Canal Satélite Digital.
Sólo unos días después, José María Aznar clausura con César Alierta un congreso sobre Convergencia de Medios organizado por Telefónica. Hasta dos hombres tan austeros y poco expresivos como el aragonés Alierta y el castellano Aznar, tienen visibles problemas para evitar mostrar su satisfacción, para contener las sonrisas, todos los dientes al aire, que asoman en sus rostros. ¿Por qué está tan satisfecho Alierta, perdedor de la guerra digital? Si estaba claro que el monopolio informativo era inadmisible, ¿por qué el presidente del Gobierno le apoya públicamente pocos días después? ¿Por qué tanto almíbar, tantas sonrisas en personajes habitualmente sobrios? ¿Dónde está el truco?
TECNOLOGÍA. Lo que pasa por sus cabezas sólo ellos lo saben. Pero si el presidente del Gobierno y el de Telefónica sonríen tanto puede que tengan buenos motivos. Es habitual que en las partidas entre los poderosos éstos se guarden algún as en la manga. Y todo apunta a que Alierta tiene uno.
Si lo usa bien, es probable que Polanco no esté finalmente solo y no tenga ningún monopolio. Su televisión tendrá enfrente una plataforma alternativa, un competidor que no espera. Y patrocinado nada menos que por Telefónica. Polanco ha pujado desde 1997 pensando para llevarse el caballo ganador. Y, en realidad, puede acabar descubriendo que le han colocado un penco.
La explicación a tanto misterio puede estar en la tecnología: el as en la manga se llama Internet. Y más en concreto banda ancha mediante ADSL.
Hasta ahora existían tres formas de distribuir los contenidos audiovisuales. El primero eran las ondas hertzianas, la tele de toda la vida. Pero ahí todo el pescado está ya vendido y no es probable que surjan iniciativas nuevas.
El segundo era el cable, un sistema que permite ofrecer múltiples canales. Pero exige inversiones descomunales y muchos años de desarrollo. Además, en España nació muy tarde y su penetración, pese al esfuerzo de algunos cableros, es raquítica frente a otros países de nuestro entorno.
La tercera vía era el satélite. Ahí también caben muchos canales y también las inversiones son grandes. Pero el despliegue se puede hacer muy rápido. Y el coste es menor que enterrar kilómetros y kilómetros de cable. Ése parecía el caballo ganador. Y por montarlo han luchado durante cinco años Telefónica y Prisa, Alierta y Polanco.
Pero resulta que llega un nuevo caballo, que nadie esperaba, a esta carrera. Y tiene muchas papeletas para convertirse en el triunfador. Porque hay un cuarto mecanismo, una posibilidad nueva: la banda ancha de Internet. Suena a película de ciencia ficción y nunca mejor dicho, pero funciona. Hoy en día ya se pueden distribuir contenidos audiovisuales por Internet: del módem de ADSL, a través de un descodificador, y directo al televisor. Simple, sencillo y relativamente barato. Sin antenas ni costosas instalaciones. Y mucho más flexible que ninguno de los sistemas conocidos.
La posibilidad existe. Es real. Técnicamente funciona ya se está probando en más de 300 hogares en Alicante. Y puede alcanzar muy pronto a una buena proporción de los hogares españoles (ver apoyo sobre despliegue comercial). Es más, sus posibilidades dejan cortas a las de la televisión tradicional. Así, es posible descargar una película y, si a uno le entra el sueño, irse a dormir y terminar de verla al día siguiente. O ver las noticias o un capítulo cualquiera de los Simpson o toda la serie, cuando se desee. También es posible recibir canales de música y personalizarlos. Y, por supuesto, se pueden ver canales de televisión en directo.
MILAGRO. Parece un milagro. Por muchos motivos técnicos. Para empezar, no es lo mismo lanzar una señal a miles de hogares caso de la televisión terrestre o por satélite que enviar miles de señales a miles de hogares caso de Internet. Algo que sencillamente parecía imposible sobre una línea telefónica convencional. Y que aún no se ha intentado en gran escala en ningún otro lugar del mundo. Sólo en Singapur y en Manitoba (Canadá) existen experiencias similares.
Los problemas eran múltiples. Enviar vídeo, desde un solo centro, suponía dos cosas: tener un superservidor, capaz de almacenar y distribuir miles, decenas de miles de películas a la vez. Y además contar con un ancho de banda descomunal a lo largo de toda la red, para soportar todo ese tráfico de datos en bajada hacia miles de casas.
Finalmente, era necesario que los hogares pudieran recibir, de entrada, un mínimo de 4,5 Megabits. Algo que es posible en laboratorio el estándar ADSL permite hasta 8 Megabits pero que parece fuera del alcance de cualquier red real.
Sin embargo, todo está solucionado. El primer problema se puede obviar multiplicando por varios miles el número de centros servidores (ver apoyo en esta página). Hoy en día, con unos sencillos equipos de hardware, cada centralita almacena los contenidos y los distribuye sólo a los hogares cercanos.
Y el segundo problema se soluciona... invirtiendo en mejorar la red. Algo que Telefónica lleva haciendo desde hace cuatro años. Así, desde el año 2000 se llevan invertidos 1.305 millones de euros. En total, hasta 2005, se destinará un total de 3.000 millones (casi medio billón de pesetas). Pero ha servido para tener a punto una de las mejores redes del mundo. Así, el 65% de los hogares españoles tiene una centralita a menos de 1,3 kilómetros. Algo que permite recibir ADSL con hasta 6 Megabits por segundo. Suficiente para que el milagro de la televisión digital se produzca... a través del módem.
Reproducido de El Mundo