Los autores cobran al productor (1) cuando se imprime un CD legal para su venta. Cobran (2) a cada emisora cuando se usa esa música en la radio o la televisión. Cobran al local (3) cuando se escucha esa música en un bar, discoteca o teatro. Cobran al fabricante de CDs vírgenes (4) cuando nos grabamos un CD musical doméstico, o una copia de seguridad, o fotografías. Cobran al local, o ayuntamiento, (5) cuando escuchamos un concierto, o bailamos 'pachanga' en las fiestas de un pueblo. Desde hace poco cobran al salón (6) por la música de baile de las bodas, y pretenden cobrar a las tiendas (7) por la música ambiental. También cobran (8) a los fabricantes de reproductores MP3, y habrá que ver si a los de ordenadores portátiles y móviles, para pasmo del sector y con insulto a la inteligencia del respetable. En el fondo, los autores quieren cobrar por todas y cada una de las veces que se escuche una canción; pasar de vender a alquilar música, pero sin contar con sus clientes. Y están cerca de conseguirlo.
Por otra parte su principal representante, la SGAE, está denunciada por la Unión Europea y hasta por sus amigos y aliados por usar con descuido su privilegiada posición. También ha perdido unos cuantos juicios debido a su impulso de cobrar primero y preguntarse si tiene derecho después.
Recientemente, de resultas de alguna de esas derrotas judiciales, ha desarrollado una marcada fobia hacia conceptos que favorecen a los autores, pero perjudican las técnicas recaudatorias de sus intermediarios. Para colmo, siendo una organización de conocido puño de hierro, la SGAE ha demostrado tener la mandíbula de cristal.
Éstos son los autores y los intermediarios a los que nuestros políticos defienden sin pararse en barras. Éstos son los intereses que ponen de acuerdo a partidos que discuten en todo lo demás. Éstos son los patriotas que consiguen lo que nadie ha conseguido: que todos los partidos voten al unísono. ¿De dónde sale su extraño poder?
Artículo de José Cervera reproducido sin enlaces relacionados de www.20minutos.es/blogs_opinion/
El Congreso aprueba la nueva LPI establece el canon por copia privada y olvida todo principio de proporcionalidad.
Por otra parte su principal representante, la SGAE, está denunciada por la Unión Europea y hasta por sus amigos y aliados por usar con descuido su privilegiada posición. También ha perdido unos cuantos juicios debido a su impulso de cobrar primero y preguntarse si tiene derecho después.
Recientemente, de resultas de alguna de esas derrotas judiciales, ha desarrollado una marcada fobia hacia conceptos que favorecen a los autores, pero perjudican las técnicas recaudatorias de sus intermediarios. Para colmo, siendo una organización de conocido puño de hierro, la SGAE ha demostrado tener la mandíbula de cristal.
Éstos son los autores y los intermediarios a los que nuestros políticos defienden sin pararse en barras. Éstos son los intereses que ponen de acuerdo a partidos que discuten en todo lo demás. Éstos son los patriotas que consiguen lo que nadie ha conseguido: que todos los partidos voten al unísono. ¿De dónde sale su extraño poder?
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