Consumer.es Imaginen por un momento que los cuchillos de cocina, cuberterías, tijeras y navajas suizas tuvieran en España un sobreprecio de hasta el 80%. Imaginen que una empresa se dedicara a recaudar este dineral para compensar a las víctimas por arma blanca. El argumento del recaudador sería que "los objetos cortantes se usan sobre todo para apuñalar a la gente". Imaginen la crisis del sector hostelero y el malestar en los hogares.
Tamaño despropósito es lo que en realidad están proponiendo la SGAE y otras entidades de gestión de derechos. La nueva Ley de Propiedad Intelectual obliga a pagar un canon por los dispositivos 'idóneos' para la copia privada. Es decir, casi cualquier cosa que almacene información. Cuando entre en vigor, un español tendrá que pagar 90,6 euros de sobreprecio al comprarse un reproductor MP3 de 30 Gigabytes, mientras que un alemán sólo paga 2,56 euros.
Según datos de Asimelec, sólo el 20,8% de los CD y el 26,5% de DVD vírgenes en España se destinan a copiar música y películas. Por eso la SGAE y sus secuaces ya no se conforman con la compensación por la copia privada, según marca la ley. Buscan una compensación por la piratería, cubrir las pérdidas de la industria discográfica y cinematográfica, cuyos modelos de negocio han caducado. Y quieren que la paguemos entre todos. Para ellos, todos somos piratas. Adiós a la presunción de inocencia.
"La Constitución obliga al Estado a promover el acceso a la cultura, y en canon es un obstáculo"
La LPI cuenta con el apoyo incondicional de la actual ministra de Cultura, doña Carmen Calvo, y la gran mayoría del parlamento, que aprobó la nueva Ley de Propiedad Intelectual el año pasado. Por eso, ya se paga un canon por los CD y DVD vírgenes, que en el caso de un DVD supone más del 60% de su precio. En teoría, el canon lo pagan los fabricantes y distribuidores. En la práctica, el precio final para el consumidor sube.
En contra tienen a ASIMELEC, AETIC y otras asociaciones de fabricantes de electrónica y las telecomunicaciones, que junto con la Asociación de Internautas forman la plataforma Todos contra el canon. El pasado 20 de marzo presentaron más de un millón de firmas ante el Ministerio de Industria. También han impugnado la LPI en Bruselas y han pedido al Defensor del Pueblo que la recurra ante el Tribunal Constitucional, porque la Constitución obliga al Estado a promover el acceso a la cultura, y en canon es un obstáculo.
La LPI no marca el cánon, tiene que haber un acuerdo entre fabricantes y recaudadores, previsto para el 27 de marzo de 2007. El plazo ha vencido sin que se pongan de acuerdo, y ahora el Gobierno tiene la última palabra.
Tienen que ponerse de acuerdo el Ministerio de Cultura y el de Industria, y tan complicado es el asunto que la decisión ha sido aplazada, según parece hasta el verano, en plena operación salida. La fecha preferida por los políticos para aprobar de tapadillo medidas impopulares.
"La decisión sobre cómo se aplicará el canon ha sido aplazada, según parece hasta el verano, en plena operación salida"
Una ley absurda y contradictoria. Pero lo verdaderamente perverso de la nueva Ley de Propiedad Intelectual es que no sirve. No detendrá el intercambio de archivos en Internet, algo técnicamente imposible sin vulnerar el derecho a la intimidad, ni mejorará la situación de los creadores, que en su mayoría no alcanzan a vivir de su arte, y mucho menos de la venta de discos. Antes al contrario, nos hará a todos más pobres.
Los emprendedores y las empresas de todo tipo también tendrán que pagar más por los equipos informáticos, que son sus herramientas de trabajo. El canon es un palo en la rueda del progreso de la Sociedad de la Información en España.
El peligro para la industria de la electrónica es real. Si un iPod es 90 euros más barato en Alemania, los internautas lo pueden comprar directamente a través de MP3Player.de, por ejemplo, saltándose a los distribuidores españoles. También es posible que surja un boyante mercado paralelo de tarjetas de memoria, DVD y CD vírgenes.
"Para guardar las fotos de las vacaciones habrá que pagar a Alejandro Sanz, a Chenoa y a Julio Iglesias"
Cuando entre en vigor esta ley retrógrada, será mucho más caro comprar una impresora con escáner, una tarjeta de memoria o una cámara fotográfica. Por tanto, también será más caro grabar una copia gratuita de La Regenta, o la versión gratuita de la novena de Beethoven o imprimir la partitura de La Traviata. El acceso a la cultura será más caro, y por tanto, menos igualitario.
Con el canon también saldrá más caro hacer una copia de seguridad en DVD de la contabilidad, hacer fotografías de un bautizo o comprar un teléfono móvil con 'musitonos'. Para guardar las fotos de las vacaciones habrá que pagar a Alejandro Sanz, a Chenoa y a Julio Iglesias, entre otros.
Por el momento el canon no se puede aplicar a las conexiones ADSL, y no se aplica a los discos duros. Pero no es que los recaudadores se hayan olvidado. Están esperando que llegue un reglamento específico para gravarlos. Poco se puede hacer, excepto indignarse, protestar y presentar impugnaciones.
"El canon no es una sorpresa. No cabe esperar otra cosa de un país que sólo invierte un 1,1% del PIB en investigación y desarrollo"
El canon no es una sorpresa. No cabe esperar otra cosa de un país que sólo invierte un 1,1% del PIB en investigación y desarrollo (la mayor parte en proyectos militares), donde las conexiones a Internet y la telefonía móvil están entre las más caras de Europa. Un país donde montar una empresa cuesta dos meses y 1.700 euros, sólo en papeleo, y donde hay investigadores a la cabeza, pero trabajan en otros países, porque las universidades españolas están a la cola.
Cuando el ladrillazo se agote (y será pronto) lo único que puede salvar la economía nacional es el conocimiento y las nuevas tecnologías. Deberíamos estar mejor preparados. El canon es un obstáculo más.