Àlex Barnet | La Vanguardia .- Las tasas digitales españolas sobre discos vírgenes y reproductores mp3 superan a las de muchos países, en un caótico escenario continental. El canon que compensa en España a los autores por las copias privadas que hacen los usuarios de obras con copyright está entre los más altos de Europa. Esto es así en tres productos de gran consumo -CD virgen, DVD virgen y reproductores mp3- elegidos para la comparación sobre un tema que lleva meses dando vueltas y generando una áspera polémica. En España, tras la falta de acuerdo entre las entidades de gestión y los fabricantes, el Gobierno central deberá establecer la ampliación de este impuesto digital que ya se cobra en los discos vírgenes y ahora quiere extenderse a otros soportes y aparatos, como los reproductores mp3.
Además de constatar que el canon español está entre los más altos del continente, la sensación que se impone viendo las cifras europeas es de desbarajuste total. Se aplican criterios de tarificación muy heterogéneos y difíciles de entender. Falta una política común en los países de la UE. Yel canon no existe en todos los países. Según la industria, esta diversidad del mercado europeo incentiva la compra paralela en países sin canon o con tasas más bajas, lo que perjudica la industria local.
La tasa actual española por un CD virgen es de 0,21 euros, una cifra muy superior a la mayoría de los países excepto Francia. El DVD virgen tiene aquí un impuesto de 0,60 euros, más del triple que en Alemania y el doble que en Portugal. En el caso de los reproductores mp3, el cálculo es provisional, pero, según las cifras que se barajan en las negociaciones, el canon español supera al alemán y al francés en todos los tramos y se dispara a partir de los equipos con 4 Gb de capacidad. En España, Asimelec, que agrupa a los principales fabricantes de electrónica, señala que el canon debería suponer, como máximo, entre el 3 y el 5 por ciento del precio de cualquier dispositivo o soporte. En productos como los discos con formato CD y DVD, la tasa vigente representa en torno al 60 por ciento del precio de venta al público.
La existencia del canon no es universal en Europa ni fuera de ella. Inglaterra e Irlanda no lo aplican, como tampoco lo hacen Luxemburgo, Chipre y Malta. Ni EE. UU., por citar un referente global. En Polonia y Grecia, el canon es un porcentaje del precio de venta del producto, mientras que en la mayoría de los países es una cantidad fija en función de la capacidad. Las cifras del impuesto son diferentes en todas partes, y hay países que gravan más unos soportes que otros, sin causas técnicas que lo justifiquen.
Este incoherente escenario ha sido criticado por organismos como la Eicta, asociación que agrupa en Europa a 10.000 firmas de la industria electrónica. "El sistema de tasas en Europa exhibe una heterogeneidad tan grande que hace prácticamente imposible tener una visión comprensible del escenario y hacer comparaciones entre países", señala esta asociacion.
La oposición al canon no se da únicamente en la industria. La plataforma española Todos Contra el Canon, en la que figuran agrupaciones de consumidores y sindicatos, entregó hace unas semanas a la Unión Europea más de un millón de firmas. La plataforma critica lo que llama "criminalización de la tecnología" y que el canon se aplique indiscriminadamente a todos los productos. El debate sobre el canon tiene una dimensión europea porque en muchos países se está ampliando la lista de soportes y aparatos sujetos a la tasa. Es un cambio que mueve cifras importantes, y de ahí la intensidad de la discusión.
Además de constatar que el canon español está entre los más altos del continente, la sensación que se impone viendo las cifras europeas es de desbarajuste total. Se aplican criterios de tarificación muy heterogéneos y difíciles de entender. Falta una política común en los países de la UE. Yel canon no existe en todos los países. Según la industria, esta diversidad del mercado europeo incentiva la compra paralela en países sin canon o con tasas más bajas, lo que perjudica la industria local.
La tasa actual española por un CD virgen es de 0,21 euros, una cifra muy superior a la mayoría de los países excepto Francia. El DVD virgen tiene aquí un impuesto de 0,60 euros, más del triple que en Alemania y el doble que en Portugal. En el caso de los reproductores mp3, el cálculo es provisional, pero, según las cifras que se barajan en las negociaciones, el canon español supera al alemán y al francés en todos los tramos y se dispara a partir de los equipos con 4 Gb de capacidad. En España, Asimelec, que agrupa a los principales fabricantes de electrónica, señala que el canon debería suponer, como máximo, entre el 3 y el 5 por ciento del precio de cualquier dispositivo o soporte. En productos como los discos con formato CD y DVD, la tasa vigente representa en torno al 60 por ciento del precio de venta al público.
La existencia del canon no es universal en Europa ni fuera de ella. Inglaterra e Irlanda no lo aplican, como tampoco lo hacen Luxemburgo, Chipre y Malta. Ni EE. UU., por citar un referente global. En Polonia y Grecia, el canon es un porcentaje del precio de venta del producto, mientras que en la mayoría de los países es una cantidad fija en función de la capacidad. Las cifras del impuesto son diferentes en todas partes, y hay países que gravan más unos soportes que otros, sin causas técnicas que lo justifiquen.
Este incoherente escenario ha sido criticado por organismos como la Eicta, asociación que agrupa en Europa a 10.000 firmas de la industria electrónica. "El sistema de tasas en Europa exhibe una heterogeneidad tan grande que hace prácticamente imposible tener una visión comprensible del escenario y hacer comparaciones entre países", señala esta asociacion.
La oposición al canon no se da únicamente en la industria. La plataforma española Todos Contra el Canon, en la que figuran agrupaciones de consumidores y sindicatos, entregó hace unas semanas a la Unión Europea más de un millón de firmas. La plataforma critica lo que llama "criminalización de la tecnología" y que el canon se aplique indiscriminadamente a todos los productos. El debate sobre el canon tiene una dimensión europea porque en muchos países se está ampliando la lista de soportes y aparatos sujetos a la tasa. Es un cambio que mueve cifras importantes, y de ahí la intensidad de la discusión.