La cuestión responde al más puro sentido común: hoy en día puede conseguirse una canción en prácticamente cualquier sitio, simplemente buscando el título de la canción, su intérprete y las palabras download y free en cualquier buscador. En muchos de los sitios en los que la canción está disponible, ésta proviene de las mismas discográficas, que utilizan Internet para manejar la popularidad de sus artistas según una regla de tres evidente: que un artista se escuche es clave en su éxito, y ésto se maneja, además de comprando posiciones en listas de éxitos, manejando la disponibilidad de la canción en Internet. En un entorno de hiperabundancia, pretender llevar a juicio a alguien por ser uno de los sitios en los que una canción está disponible, resulta simplemente absurdo y carente de lógica, porque consigue difuminar completamente la frontera entre lo que sería hipotéticamente delito y lo que no lo es, sumiendo al consumidor en un mar de dudas sobre lo que puede o no puede hacer. Pretender explicarle a alguien que puede escuchar una canción en ene sitios, pero no puede hacer clic en su ratón y descargarla, es una aspiración ridícula.
¿Recuperaremos el sentido común? ¿Dejaremos de mantener en sus cargos a caducos y chulescos ministros del absurdo, empeñados en ver fantasmas y criminales donde solo hay ciudadanos normales y corrientes? ¿Serán los políticos capaces de ver las cosas con la óptica que los nuevos tiempos reclaman, repudiando la actitud totalitarista y maximalista del siglo pasado? Como resolución de año nuevo, no estaría nada mal
¿Recuperaremos el sentido común? ¿Dejaremos de mantener en sus cargos a caducos y chulescos ministros del absurdo, empeñados en ver fantasmas y criminales donde solo hay ciudadanos normales y corrientes? ¿Serán los políticos capaces de ver las cosas con la óptica que los nuevos tiempos reclaman, repudiando la actitud totalitarista y maximalista del siglo pasado? Como resolución de año nuevo, no estaría nada mal