Jornada 25 Aniversario Asociacion de Internautas


LA RED SOCIAL GUARDA DATOS INCLUSO DE QUIENES NO SE HAN REGISTRADO EN ELLA

Facebook, ¿el Gran Hermano del siglo XXI?


Ahora todo el mundo sube alegremente sus datos a Facebook, pero tan vasto volumen de información en poder de una empresa puede no ser beneficioso para la sociedad. Facebook, la red social que arrasa en el mundo entero y cuenta ya con 80 millones de usuarios, podría ser dentro de poco una “de las más poderosas armas de control”.




Alejandra Abad – El Confidencial.- Así, al menos,  lo cree el catedrático de Opinión Pública de la Universidad Rey Juan Carlos Víctor Sampedro. “Ahora parece primar el uso de internet y de Facebook de una forma emancipatoria pero es muy probable que en el futuro se utilice para controlar al usuario, tanto con vistas a aprovechar económicamente los datos que se recojan como para tener más controlados a los disidentes”, asegura.

La red social creada por Mark Zuckerberg acumula ingentes cantidades de datos de sus usuarios, contenidos que suben alegremente para compartir con sus amigos y conocidos sin darse cuenta de que están ofreciendo valiosas pistas sobre su vida personal. Incluso los ‘enemigos’ de este tipo de redes están ‘fichados’ por esta especie de Gran Hermano del siglo XXI, tal y como han demostrado las denuncias por perfiles fantasma.

Todas esas ‘pistas’ que los usuarios van dejando en la red caen en un solo saco (dado que Facebook es una red centralizada) en el que se almacenan y archivan en función de decenas de parámetros (edad, sexo, domicilio, estudios, gustos, estado civil…). Ése es precisamente el ‘tesoro’ de la empresa, una enorme base de datos clasificados y ordenados listo para vender al mejor postor.

De momento quienes están más interesados en este tipo de cuestiones son, lógicamente, las empresas de publicidad que, cada vez más, buscan ‘personalizar’ los anuncios para influir más en el consumidor. Pero, como insinúa Sampedro, datos tan concretos de millones de usuarios pueden ser también un potente atractivo para otras organizaciones con fines no tan comerciales, como el Estado o la Policía.

Es la doble cara de una realidad relativamente nueva. Por un lado, los usuarios se emocionan con cada nueva aplicación y celebran, en palabras de Sampedro, “la autonomía, la liberación y la emancipación social” que les brinda Facebook.

Pero, en la cara B, el hecho de que la red guarde con tanto celo miles y miles de datos (incluso de los usuarios fallecidos) hace pensar en qué consecuencias puede tener que la vida de las personas esté en manos de una empresa.

Casos como el de la banda de ladrones que elegía a sus víctimas analizando sus perfiles, el de la mujer deprimida que perdió su pensión por colgar fotos en las que se la veía alegre, o el de las tres personas despedidas por criticar a sus jefes en Facebook en la red social ponen en evidencia los peligros de la publicidad de las vidas privadas.

Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas española alerta de ese tipo de peligros porque “todo lo que pongas en Facebook escapa a tu control y la privacidad queda en manos de robots”.

Este mismo lunes el Presidente del Tribunal Constitucional de Alemania, Andreas Vosskuhle, se sumaba a las críticas (ante la polémica de que Facebook abandone el país) y aseguraba que la red social es "una actividad de riesgo" para los usuarios por la pérdida de control sobre sus datos personales.

La mayoría de los usuarios publica con ligereza fotos, opiniones, bromas y todo tipo de contenidos que a priori pueden parecer inofensivos (si no salen del círculo de amistades) pero que a la larga pueden ser causa de un despido o de un divorcio. “Es un tremendo error que algún día pagaremos caro”, vaticina Sandoval.  De hecho ya se sabe que aunque uno se ‘borre’ de la red, eliminando su perfil, sus datos quedan indexados y no se eliminan. Como en Gran Hermano, una vez que se ha entrado no se puede salir, ni siquiera después de muerto.

Controlar a la población a golpe de click

Sampedro insiste en la idea del control político, que ya comenzó a esbozarse cuando el Departamento de Estado de EEUU solicitó a Twitter las IPs de todos los que formaban parte de un grupo de apoyo a Wikileaks. “Hay que ser conscientes de que somos muy vulnerables, de que todo lo que hacemos deja rastro”, recuerda el experto.

David González, sin embargo no cree que las redes sociales sean ‘los malos de la película’. Este abogado experto en nuevas tecnologías asegura que “los mayores problemas de privacidad en internet se dan por el mal uso de la gente”.

González defiende que, concretamente en Facebook, “hay opciones para blindar tu privacidad casi al 100%”. Si bien es cierto que existen esas opciones, una de las críticas más frecuentes de los internautas es la dificultad para encontrar el lugar exacto donde se puede realizar el blindaje, porque, por defecto, las cuentas que se crean tienen todas las opciones de privacidad ‘abiertas’ (es decir, todos los datos y contenidos son públicos).

Para conseguir cerrar todas y cada una de las opciones (fotos, enlaces, publicaciones en el muro, en otros muros, videos, localización, etc.) el usuario debe realizar un complicado periplo a lo largo de varias páginas de textos casi inteligibles marcando y desmarcando casillas que no siempre están visibles. Efectivamente es posible protegerse pero desde luego no lo ponen nada fácil y además, aunque el usuario consiga blindar su privacidad de cara al resto de usuarios, Facebook seguirá conservando todos sus datos.

Por eso ya han surgido varias alternativas que facilitan el control del usuario sobre sus contenidos y, a su vez, dificultan el ‘empaquetamiento’ de datos para su venta masiva. N-1, por ejemplo, es una de las facciones españolas integrada en una federación de redes sociales libres internacional llamada Lorea. Su blindaje frente a posibles ‘intrusos’ (como el Estado, la Policía…) la ha convertido en una de las favoritas de movimientos alternativos como el del 15M. “La ha desarrollado un estudiante americano y ya se ha convertido en la red social con mayor control por parte del usuario”, explica Sampedro.

Descentralizar para evitar el control político

El secreto está en que este tipo de redes se diversifican en múltiples ramas, cada una de ellas controlada por su propio creador-usuario. Otras redes como Facebook, por el contrario, funcionan de forma completamente centralizada, lo que facilita el ‘tráfico’ de todos los datos que se vuelcan en ella. Por eso, anuncia Sampedro, “la clave está en la centralización: cuanto menos centralizada esté la red, menos control se tendrá de lo que hace el usuario”. Ése parece ser el camino para quien quiera escapar de la vigilancia del Gran Hermano moderno.

Más allá de su sistema centralizado, Facebook cuenta con otra ventaja: “juega con el desconocimiento de la gente, que deja su privacidad en manos de la red”, denuncia Sandoval. La gente no suele dedicarse a configurar su privacidad, menos aún cuando las condiciones cambian de cuando en cuando.

Además, tanto las redes sociales como algunos blogs y otro tipo de webs, utilizan el ‘truco’ de fichar al usuario sin pedirle casi datos y una vez ‘enganchado’ ir exigiéndole más y más detalles para que pueda continuar ‘dentro’.

En ese tipo de trampa caen más los hombres que las mujeres, como revela un estudio recientemente publicado por la compañía BitDefender, que revela que los hombres están más predispuestos que las mujeres a aceptar solicitudes de amistad de desconocidos, compartir su ubicación, ignorar la configuración de privacidad, dejar sus cuentas a la vista de todos y evitar la lectura de las políticas de privacidad en las redes sociales.

Gracias a este tipo de prácticas, en algunos casos por dejadez y en otros por ignorancia, muchos internautas terminan por encontrarse, por ejemplo, con sus fotos personales utilizadas como publicitarias o con insistentes correos de spam en su buzón. Hasta tal punto que han surgido varias asociaciones anti-Facebook, como la Europe v. Facebook, que se dedican a denunciar las prácticas supuestamente abusivas de la empresa de Mark Zuckerberg. Sin embargo, por el momento ningún tribunal ha condenado a la empresa, afincada en Irlanda, por delito alguno contra un particular




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