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FACEBOOK,TWITTER

Las redes sociales pueden ser una sombra en el currículum


El rastro dejado en la Red es ya un inconveniente para el acceso universitario. Además, los rumores sobre alimentación y salud amenazan hábitos saludables.




R. ESPARZA - Intereconomia.- Las redes sociales son un indiscutible buzón de información para lo bueno y para lo malo, como suele ocurrir, en rasgos generales, con todo lo que ha nacido y sigue al amparo de lo tecnológico. De ahí el buen o mal uso de estos instrumentos. Hay dos aspectos, sin embargo –y obviamente no son los únicos– que aumentan la dimensión de lo que puede llegar a ser un problema.

Por un lado está el mundo de los bulos y los rumores, que afectan a muchas cosas –el honor, la fama, la intimidad– o algo tan básico como la alimentación y sus efectos sobre la salud. Hay ya voces de alerta en este sentido, como la de Carmen Peláez, la responsable del Grupo de Biología Funcional de Bacterias Lácticas del CICAL (CSIC), que advierte sobre la necesidad de “rigor” en este punto. Y por otro lado, están las secuelas de la información personal dejada por los usuarios en las distintas redes, que se puede convertir en una bomba de relojería para el futuro profesional.

El último ejemplo lo ha puesto de manifiesto un estudio estadounidense reciente, realizado por Kaplan Test Prep, que confirma que cada vez son más los jóvenes rechazados por las universidades debido al contenido encontrado en sus perfiles de Facebook o su cuenta de Twitter. Desde fotos inadecuadas a insensatos comentarios. Las redes sociales, al ojo de muchas personas, son el camino más corto para acercarse a la valía de un candidato.

Ojo, eres lo que publicas

Respecto a este último aspecto, la influencia en el acceso a la universidad por lo escrito en las redes, el estudio americano de Kaplan Test Prep deja algunas conclusiones inquietantes, según el la página web Eres lo que publicas. Por ejemplo, afirma que en EE UU el 31% de los encargados de esta cuestión revisa los perfiles de los candidatos en una labor cada más determinante. En 2013, esa actividad se incrementó un 5% respecto a 2012. Esos escrutadores de datos buscan en Google toda la información sobre el candidato e indagan en sus perfiles en Facebook.

Paradójicamente, el 75% de los universitarios no se muestra preocupado en este aspecto y muy pocos toman medidas para restringir la privacidad de sus perfiles y gestionar el contenido que comparten.

Esta aparentemente indiferencia contrasta con un dato incontrastable: hasta un 30% de los escrutadores de datos rechazó a candidatos por el contenido encontrado en sus perfiles. Entre las cosas más comunes se encuentran fotos en posiciones inadecuadas, fotos con drogas y alcohol, comentarios racistas, comentarios sexuales y comentarios agresivos.

Bulos y mitos alimenticios
Por otra parte, el aumento de información a través de redes sociales ha incrementado la información, por el creciente interés del consumidor, sobre los temas de alimentación y salud. Carmen Peláez, del CSIC, alerta, sin embargo, del hecho perverso de que mucha de esa información, que influye una barbaridad, llega “de fuentes no contrastadas”.

Esa es la razón de que al consumidor se le haya abierto en los últimos años un abanico de bulos, mitos y medias verdades sobre los alimentos que se mezclan con estudios rigurosos, basados en la evidencia científica. Ante ese panorama es normal, opina la experta, “que el consumidor piense que le va a volver loco”.

Los datos de la Asociación de Internautas sobre bulos y fraudes en Internet dejan visible que hasta un 97,2% de los internautas los sufren, siendo los que más se repiten los relacionados con la salud y la alimentación. Paralelamente, un reciente estudio sociológico realizado en marzo 2013 por Myworld confirma que ante una noticia negativa sobre alimentación el 39% de los consumidores se platea dejar de consumir los productos o deja de consumirlos y hasta un 80% comenta la noticia con el entorno.

Es ahí precisamente donde está el problema: el efecto en la salud de tomar o dejar de tomar determinados productos por una información sin ninguna evidencia científica. El “efecto multiplicador del boca a boca” es el más peligroso. Evidentemente, añade Peláez, “lo que comemos influye de un modo muy importante en la salud, e incluso de manera determinante en algunas enfermedades”.

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