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opinión de enrique dans

Un último análisis de la campaña electoral antes de que termine


Mi columna de hoy en El Español, titulada "El dedo y la luna, pretende ser un último análisis de lo que ha sido la campaña electoral antes de que mañana toque a su fin: una experiencia diferente, interesante por la novedad de encontrarnos ante el presunto y esperado final del maldito bipartidismo, turnismo o partitocracia que llevaba ya demasiados años rebajando la calidad democrática de nuestro país, y cuyo desenlace el próximo domingo va seguramente a aclarar un buen número de dudas.




¿Lo que más me ha llamado la atención? El contraste entre los viejos partidos, con propuestas y programas desde mi punto de vista agotadas y completamente contrastables con los resultados de sus anteriores legislaturas, y unos partidos nuevos que, al menos en la fase de propuesta, pretenden cambiar elementos muy importantes de la manera en que hacemos política en este país, desde la ley electoral a la separación de poderes, pasando por muchas otras cosas. Visto así, que el pasado debate del día 14 incluyese únicamente a dos partidos tiene una explicación meridianamente clara.

Si comparamos, además, con su comunicación en redes sociales, encontramos otro elemento interesante: mensajes casi enlatados, bastante homogéneos y unidireccionales en la vieja política (con alguna excepción notable y meritoria), comparados con un nivel de espontaneidad muy superior y, posiblemente, una mayor sensación de discordancia, de heterogeneidad, de equipo ensamblado recientemente. Algo que ha dado lugar a mucho "análisis en corto", a pretender que, como comentaba en la columna de la semana pasada, nos fijemos más en la forma que en el fondo, o incluso parezca que decidimos el voto en función de un simple tweet.

Como es bien sabido, no todos los votantes se leen los programas electorales. De hecho, es más que posible que sean muy pocos los que lo hacen, aunque no se pueda realmente saber porque sean también pocos los que estén dispuestos a confesarlo en una encuesta. Hay personas que votan a una opción sin necesidad de leer su programa ni informarse de nada, simplemente porque "ese es su partido" haga lo que haga o diga lo que diga. Pero las hay también que deciden su voto en función de algo que han escuchado, de una impresión o, por qué no, un tweet. Cada uno, obviamente, es libre de decidir su voto como quiera. Pero en estas elecciones creo que es interesante señalar una cuestión: aunque sea completamente imposible saber en qué van a quedar algunas promesas electorales, tanto por la incertidumbre sobre la voluntad de cumplirlas, como por la derivada de la complejidad de los pactos post-electorales que sin duda serán necesarios, unos prometen cosas que ya conocemos, y otros, al menos, traen ideas y metodologías nuevas. Yo nunca diré a nadie qué votar, pero sí " como ya he hecho en otras ocasiones anteriores" a quién no votar. Para mí, es tan claro como eso: mirar la luna, o mirar el dedo.

Reproducido del blog de Enrique Dans


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