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   Noticias - 22/Diciembre/99

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Internet de Verdad, para todos

EDITORIAL CINCO DIAS:

La decisión del Gobierno de destinar 84.000 millones de pesetas de las arcas públicas a fomentar la compra de ordenadores con acceso a Internet es un intento positivo de modernizar las redes de comunicaciones españolas y, de paso, acercar el país a los niveles de nuestros vecinos europeos más avanzados. En España, sólo un 18% de los hogares cuenta con ordenador, frente al 23% de Francia o el 34% de Alemania (porcentajes aún muy lejos del 60% de Estados Unidos). Las carencias de España son aún notables en implantación de la Red de Redes entre los particulares, y cualquier medida que sirva para acortar las distancias con los países del entorno debe ser bien recibida.

Pero siendo la propuesta indiscutiblemente loable, el esquema definitivo de ayudas que diseñe el Ejecutivo, por medio del Ministerio de Fomento, debe tomar ciertas cautelas. De no ser así, corre el riesgo de caer en lo perverso. Podría llegarse, entre otras, a la paradoja de que sea únicamente la industria de ordenadores de marca –impulsora, eso sí, del proyecto– la que se aproveche del plan para ganar mercado frente a los ensambladores, los fabricantes de los conocidos como clónicos. Y eso cuando son estos últimos, en gran parte, los responsables de que la informática se haya popularizado entre las familias con menor poder adquisitivo, al introducir fuerte competencia en el sector, ajustar márgenes al máximo y rebajar los precios hasta poner en las tiendas ordenadores personales de aceptables prestaciones a precios muy asequibles.

El plan tampoco debe asemejarse a los aplicados en el sector de automóviles, que tenían como último objetivo –además de la renovación del parque– relanzar las ventas de una industria que atravesaba una crisis. La informática no está en esa situación, así que la única meta de este proyecto es que el mayor número de familias tenga a su alcance la información y las posibilidades que facilita la Red. De ahí que la ayuda debiera orientarse directamente al usuario final. Las posibilidades de la aplicación práctica de esta fórmula son múltiples, desde la subvención directa a la desgravación fiscal en las declaraciones de la renta.

Dando por supuesto que se arbitrará un mecanismo de ayudas que favorezca verdaderamente a quien lo necesite, y con controles suficientes para evitar la tentación de acuerdos entre proveedores y vendedores, queda otro aspecto a tener en cuenta.

El desarrollo de Internet en España quedará cojo si no va acompañado de una tarifa, plana o no, pero muy asequible para el usuario final. Es el complemento imprescindible para que lo que parece una buena medida no se quede a la mitad del camino.

 

REPRODUCIDO DE CINCO DIAS