Jornada 25 Aniversario Asociacion de Internautas


El fundador de Napster pide a los internautas que se movilicen


Tras la sentencia que hace a la compañía responsable de la musica con derechos de autor que se propague por sus servicios, Shawn Fanning pide a los usuarios de Napster que e ayuden «a seguir adelante»




NUEVA YORK.- Son muchos los analistas que sostienen que el futuro de la música en la Red, gracias a los tribunales norteamericanos, pasa por un sistema de pago mensual o por canción copiada que permita a los internautas crear un disco a su medida y escuchar la música que ellos quieren y no la que les imponen los sellos discográficos. Pero los propietarios de Napster no quieren tirar la toalla tan fácilmente.

Un sistema de pago no será la panacea y su puesta en marcha está repleta de dificultades, previsiones a largo plazo, obstáculos legales y muchas zancadillas de las casas discográficas que ahora lo desean tanto y que, dentro de unos años, puede que lo repudien.

Amenazado con un cerrojazo, Napster dice que apelará para «mantener la libertad de nuestros usuarios y su derecho a escuchar la música que quieren», según asegura Shawn Fanning, el fundador de la compañía. El joven genio de Internet ha pedido a los 58 millones de usuarios que tiene Napster, según las estimaciones de ayer mismo, que comiencen una campaña ante sus representantes en el Congreso de Washington para forzar una decisión que prevenga su cierre y la gratuidad de la música en el Internet.

«Acudid a vuestros congresistas, decidles lo que pensáis de las decisiones de los tribunales y de la música en la Red y los sellos discográficos. Con vuestra ayuda seguiremos adelante», ha pedido Fanning.

La persecución que sufre la empresa californiana le ha convertido en la web favorita de los internautas. Napster ha anunciado que cada día 300.000 nuevos usuarios entran en sus 100 servidores. Ayer, después de la decisión del Noveno Circuito de Apelaciones de San Francisco, el ritmo de entradas se multiplicó a unas 15.000 personas por minuto para compartir cerca de 2,5 millones de canciones.

Crear una versión «legal» de Napster será muy complicado porque cobrar dinero por compartir música en la Red no es tan fácil como parece. La industria discográfica ha convencido a los tribunales que montar un servicio de «cobro por visita» es algo elemental y que existe la tecnología necesaria para hacerlo. >br>
Sin embargo, nadie garantiza que los sellos discográficos, tan unidos en su persecución de Napster, lo esten tanto a la hora de montar un servicio de pago común. Muchas preguntas en el aire

¿Los sellos de Britney Spears y de 'N Sync tendrán los mismos objetivos que los de Julio Iglesias o de Los Beattles?; ¿cómo se establecerá el sistema de pago?; ¿y el seguimiento de quién copia y se pasa por la caja registradora?; ¿cómo se perseguirá a los que sigan robando la música y se vayan sin pagar?; ¿qué sucederá cuando los que ahora piratean pongan libremente en la Red las canciones que roban? y ¿tendrán derecho Sony, EMI o Warner a husmear los ordenadores de los internautas para saber qué copian, con quien comparten y si pagan?

El competitivo mundo de la música, una pelea continua desde los estudios de grabación a las tiendas donde se vende el producto final, tendrá un nuevo escenario para seguir batallando por la supremacia de unas pocas casas discográficas, de unos cantantes y de unos grupos.

«Yo creo que Napster no está preparado para responder a estas preguntas», razona Robert Kohn, el presidente de EMusic, una empresa que tiene unos 150.000 temas musicales para compartirlos a en la Red por un precio mensual.

El servicio de pago plantea otros problemas mayúsculos, entre ellos la seguridad de los ordenadores de los internautas que compren música en la Red. Ahora Napster permite que sus usuarios se comuniquen entre ellos para descargar la música de sus discos duros. Y en un sistema de pago, las casas discográficas tendrán mucho interés no sólo en saber las canciones que se guardan en los ordenadores de los clientes sino otras muchas cosas más.

Los sellos pertenecen a grandes multinacionales con intereses literarios, cinematográficos y multimedia, y dejar que entren libremente en un ordenador será una invitación a que aprevechen su incursión para violar sin descaro la privacidad de los internautas.

FELIPE CUNA
Reproducido de El Mundo

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