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El ritmo de Internet


Editorial del periodico ABC de hoy




El Instituto de Comunicaciones de Portugal acaba de hacer público un informe que revela el espectacular crecimiento del uso de Internet en el país vecino en el último año, que le ha hecho alcanzar una tasa de penetración cercana al 20 por ciento de la población, fruto de una intensa política llevada a cabo por el Gabinete de Antonio Guterres, que ha impulsado extraordinariamente el acceso de los portugueses a la red. Con este porcentaje, Portugal supera a España, que se queda a la cola de Europa en este aspecto con un 15 por ciento.

Los datos facilitados por nuestro Ministerio de Ciencia y Tecnología hablan también de crecimiento en cuanto a la implantación de Internet en España. Según el departamento que dirige Anna Birulés, el 15,7 por ciento de los hogares españoles estaba en diciembre del año pasado conectado a la red, y el 20 por ciento de la población mayor de catorce años está familiarizado con ella. No obstante, según datos de octubre de 2000, tan sólo 5,3 millones de españoles (aproximadamente un 13,2 por ciento del total) eran usuarios de Internet. Cifras muy alejadas no ya de las de Estados Unidos (136,9 millones de usuarios), sino de las que presentan países mucho más cercanos como Gran Bretaña, Francia o Alemania. Medio millón de españoles, además, no tienen posibilidad física de conexión al vivir en zonas rurales a las que no llega la red telefónica. Y otro dato que revela el retraso español en este campo es el hecho de que nuestro idioma ocupe el sexto lugar en el número de páginas web, por detrás de lenguas como el japonés, el alemán o el francés, de mucha menor implantación actual en el mundo.

Nadie duda ya de la trascendencia de las telecomunicaciones, con Internet a la cabeza, dentro del desarrollo futuro de las naciones. El mundo va a estar dividido, en un futuro no muy lejano, entre aquellos países integrados en la sociedad de la información y aquellos que no lo estén, y será este factor el que marque el desarrollo y el subdesarrollo. La creación de un Ministerio específico de Ciencia y Tecnología y la puesta en marcha del Plan Info XXI, buque insignia de este departamento, y en el que se quieren trazar las líneas maestras del desarrollo de la nueva sociedad de la información, muestran la voluntad del Gobierno de no perder el tren de esta nueva revolución industrial.

Pero la acelerada marcha de esta carrera tecnológica exige un ritmo mucho más vivo en las actuaciones del que se está produciendo por ahora. Sólo hace cinco meses que entró en vigor la tarifa plana (que algunos operadores ya habían puesto en marcha en el mes de junio, tras la aprobación de las medidas gubernamentales de liberalización de las telecomunicaciones), pero limitada a un determinado horario. No debe esperarse mucho más tiempo para dar ese necesario segundo paso que supondría implantar una tarifa plana asequible las veinticuatro horas del día. Se trata de una condición casi indispensable para lograr el definitivo impulso que haga de Internet un elemento habitual dentro de la vida de los españoles.

La generalización del acceso a la red es, no obstante, tan sólo uno de los pilares sobre los que se ha de asentar la sociedad de la información. Entre las tres principales líneas de actuación del mencionado Plan Info XXI figura «el impulso del sector de las Telecomunicaciones y las Tecnologías de la Información, completando la liberalización y favoreciendo la competencia». Se trata, efectivamente, de una de las piedras angulares sobre las que se asienta el futuro, y buena parte del éxito depende de que el sector de las telecomunicaciones alcance su necesario desarrollo. Pero para ello es preciso que el Gobierno preste algo más que su apoyo verbal, que despeje el camino, hasta ahora sembrado de molestas chinas —alguna de ellas verdaderos guijarros—, como la tasa del espectro radioeléctrico, conocida como el «espectrazo», un importante freno dentro de la progresión de un sector clave y fundamental en el progreso de España.
>br> Reproducido de ABC

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