Jornada 25 Aniversario Asociacion de Internautas


Confesiones de un Pirata


En este mundo cuando los sueños dejan de ser sueños y se convierten en realidades siempre hay alguien que te pide peaje por tan ansiada transición. El sueño al que me refiero es la posibilidad de acceso ilimitado a la cultura que vemos en las clases altas y que la economía sistemáticamente nos prohibe.





Yo, lo confieso, en mi adolescencia tuve pensamientos impuros cada vez que pasaba por delante de un escaparate de El Corte Inglés y veía reluciente la última película de mi actor favorito o el último libro de Eduardo Galeano. Me imaginaba, lascivamente, con ese libro entre mis manos saboreándolo en las más insólitas posturas. Cuando entraba en la tienda y miraba el precio del libro me daba cuenta de que yo no necesitaba anuncios de televisión que me concienciaran de lo saludable que es para el alma la lectura, yo lo que necesitaba eran 2.500 pesetas. Si en aquellos tiempos me lo hubiesen dicho no lo habría creído. Ahora puedo no solo tener "El Libro de los Abrazos" en un santiamén sino que podría bajarme más de 50 mp3 con la voz del bueno de Eduardo leyéndolo para mí.

Yo no conocía a John Coltrane hasta que internet irrumpió en mi vida y tengo que reconocer que aunque siempre he sido aficionado al cine de terror no tenía ni idea de lo que éste era hasta que he accedido al cine asiático donde de verdad saben hacerlo. Noam Chomsky no me sonaba de nada hasta que vi un documental sobre él bajado de la red llamado "manufacturing consent". En resumen podría decirse que si todo este sueño no existiera yo ahora estaría cantando "papichulo" mientras veo "Salsa Rosa" y mi máximo líder intelectual sería Pocholo.

Lo mejor de todo es que la legislación está, con algunos matices importantes, de nuestra parte. El Código Penal en su artículo 270 solo considera delito las acciones de copia con ánimo de lucro (con excepción de los programas de ordenador) y la Ley de la Propiedad Intelectual permite, también con esta excepción, la copia para consumo privado en su art. 31.2. Nosotros, a pesar de que las empresas nos han colocado el simpático sobrenombre de "piratas" (que, la verdad sea dicha, viniendo de empresas nos resulta tan insultante como si Charles Manson nos llamara psicópatas), no tenemos ánimo de lucro y lo cierto es que con las últimas noticias aparecidas en todos los medios de comunicación, ya no tenemos ánimo de ninguna clase.

La primera de estas noticias a las que me refiero y que hizo castañetear, de puro terror, los dientes de más de un internauta fue la reforma que se prepara del Código Penal. A partir de su entrada en vigor la excepción antes señalada de los programas informáticos dejará de ser una excepción y pasará a ser la norma general. Se acabará el derecho a la copia privada y con ello se acabará también nuestro ilimitado acceso a la cultura. De los dos intereses enfrentados, el interés de las ricas multinacionales de ser más ricas y el de los usuarios de tener derecho a la información como si lo fueran, el primero diezma por completo al segundo que, al parecer, no merece de la más mínima protección.

Es casual, dicen que las empresas dicen, que esta reforma se plantee justo en el momento en el que aparece un nuevo y flamante canal de pago: Digital Plus. Las dos plataformas que forman Digital Plus (entre las que está, por si lo dudaban, Telefónica) han decidido despedir a los intermediarios y legislar ellos directamente. La Ley al servicio de los poderes económicos que, como dice Ignacio Ramonet, es, realmente, el primer poder.

Cuando la noticia se difundió por este mundo virtual sus habitantes actuaron como si estuvieran divisando un meteorito enorme acercándose a la tierra y dijeron: "aprovechemos el poco tiempo que nos queda y cuando el meteorito llegue ya veremos si podemos salvar algo". La lujuria del Carpe Diem propio de los últimos meses de vida de toda una generación se adueñó de las conexiones a internet que bajaban sin parar toda clase de material. Había que hacerse con la mayor cantidad de reservas posible: películas, discografías y libros para poder soportar en nuestros refugios el Armageddon y conseguir así que la escasez de ocio no hiciese, al menos por un tiempo, que nos contentáramos con consumir, como mendigos, cualquier cosa del estilo "Operación Triunfo". Y fue así como System of a Down, y ToteKing y La Naranja Mecánica, y Miles Davis, y Sabina, y Annie Hall bajaron a toda prisa para hacernos más soportables los tiempos post-holocausto, para darnos su compañía en los terribles momentos que se avecinaban.

Lo que nadie esperaba es que en plena bacanal de descargas doscientas empresas, impacientes porque se les devolviera su monopolio, han decidido demandar a los usuarios de redes P2P que se hacían, sin pasar por caja, con estas preciadas obras. La demanda en cuestión pedirá 4 años de cárcel y cuantiosas sumas económicas a usuarios de estas redes.

El abogado de estas empresas, un señor con ansias de notoriedad llamado Xavier Ribas, explica que tienen localizados a 4000 usuarios y que tienen sus IPs (algo así como el carnet de identidad de cada internauta). La pregunta es: ¿cómo han localizado las IPs? El único medio posible (si descartamos que nos la hayan pedido amablemente con el inocente propósito de mandarnos 4 años a prisión) es rastreándolas. De ser así estarían infringiendo el derecho a la intimidad, a la privacidad, y el secreto de las comunicaciones. A este respecto el artículo 197 del CP establece que: "el que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento. intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses".

El tal Xavier Ribas dice que esta demanda está destinada a "sensibilizar" a los usuarios de P2P y, la verdad, es que a mi me ha sensibilizado. Es más, si lo tuviera delante le daría un beso en la boca al hombre que pretende destruir mi vida metiéndome a mis cruciales 25 años durante casi un lustro entre rejas dejándome, a la salida de prisión, con todo un brillante futuro por detrás. De todas formas ¿no hay mejores formas de despertar la sensibilidad? ¿No podría por ejemplo coger una guitarra acústica y cantarnos románticamente una canción que verse sobre la bondad de las empresas de software? Podría hacer como "Greta y los Garbo", un grupo español que en su página web publica un comunicado donde, a la par que ataca duramente a la piratería, justifica los altos precios de los CDs de música por su gran costo de producción y del que se deduce prácticamente que las empresas discográficas son ONGs que no ganan ni un céntimo con este negocio. Son Carpantas del nuevo siglo que ponen todo su esfuerzo en hacernos llegar la música sin sacar el más mínimo rendimiento. Esas panzas bien rellenas de estos magnates no se deben a percebes sino que es un problema del metabolismo.

Por supuesto no han sido pocos los avispados internautas que han detectado en esta acción un intento de amedrentarnos para que dejemos de hacer algo que, por el momento no es ilegal, pero, al mismo tiempo, se preguntan si este intento de crear un pánico que invite a la inactividad llevará a que rueden algunas cabezas como castigo ejemplar. En esta línea algunos sectores no tardan en señalarse con el dedo: "si yo en realidad no bajo tanto" "tú bajas más" "tu avaricia ha roto el saco" dicen algunos temerosos y es que hoy en día el papel de mártir no está muy solicitado. Sin embargo, la mayoría de los internautas, están demostrando una capacidad de cohesión y de solidaridad que ya era difícil ver en estos tiempos. Frases del tipo "si seguimos juntos no nos pasará nada" o "si alguien cae ahí estaremos todos" recorren orgullosas y combativas hasta el último rincón de la red. Esta guerra que las empresas pretenden comenzar con ayuda de sus portavoces, nuestros gobernantes, va a encontrarse con más de un contratiempo.

Estos golpes que siempre se autodenominan mortales no sirven más que para acelerar la evolución (en realidad revolución) de la red. Cuando consiguieron destruir a Napster no tardaron ni dos segundos en aparecer 30 programas con la misma finalidad y con infinitas mejoras. Si con Napster podíamos bajarnos nuestra música favorita en un tiempo relativamente aceptable, ahora, gracias a su muerte, sus herederos hacen que podamos bajarnos toda clase de material en tiempo record. ¿No creen que con la muerte por asfixia de Emule, Kazaa y Morpheus aparecerán otros que recojan el testigo y dejen a estos como reliquias del pasado? Nicholas Negroponte describe estos vanos intentos de las empresas y de la adaptación del derecho a sus intereses como "los espasmos de un pez moribundo en la cubierta de un barco".

España, últimamente a la vanguardia de la represión cibernética, se sitúa con estas acciones en la más retrógrada postura neoclásica que defiende una visión expansiva del derecho de autor en internet sin dejar un solo resquicio a la excepción cuando otros intereses como los valores socio-culturales concurran. Por el contrario la doctrina minimalista defiende "que si se permite la expansión del derecho de autor a los actos de mero uso y se limita el juego de las excepciones y límites a los derechos patrimoniales, se está restringiendo de manera clara la posibilidad de acceso a las obras, y por tanto también de una actividad crítica, política y social" (del libro de Ignacio Garrote "El derecho de autor en Internet").

A esta última postura es a la que nos adscribimos los internautas que usamos las redes P2P y que nos vemos coaccionados por los grandes poderes económicos que dicen que quieren recuperarnos como clientes a base de registros domiciliarios y represión.

Dicen las discográficas que llevamos al traste a la economía de esos grupos que decimos admirar y que por nuestra culpa éstos ya no se ven motivados para seguir haciendo sus obras. Sentimos mucho que la motivación de nuestros admirados grupos provenga no de las musas a las que cantan sino de los dólares con los que las seducen. No sabíamos, perdónennos, que otro coche nuevo fuera la inspiración que llevó a Metallica a escribir la maravillosa Fade To Black.

No nos hagan creer que jugamos con el pan de nadie. Los grandes grupos multimillonarios protestan contra la piratería porque teniendo sus bolsillos llenos de dólares preferirían, ya puestos, que estos rebosaran. Los grupos pequeños (cuyos intereses si me merecen el mayor de los respetos) no tienen la base de sus ganancias en los discos porque ustedes, señores de las discográficas que nos señalan con el dedo, se quedan con casi todos los beneficios que originan, sino que la tienen en los conciertos que desde que existe la distribución de sus obras por internet se han multiplicado en asistencia exponencialmente y, con ello, también sus ingresos. Tengo un amigo rapero al que se le cae la baba cuando ve que su disco se lo bajan cada vez más personas solo de pensar que quizás ahora, y gracias a la gente que irá a verle en directo, podrá ganar algo de dinero para mantenerse con este negocio que ustedes vampirizan.

Intentan ustedes, en resumen, hipnotizarnos y dejar todo esto, de nuevo, en un sueño. Pero por mucho que lo intenten tendrán que concienciarse de que el Derecho se tiene que adaptar a la sociedad y no a la inversa.

David Bravo Bueno.

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