Asociación de Internautas

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El canon al CD, el enésimo impuesto


¿Se imaginan pagar un canon por la compra de un paquete de folios en blanco ante la suposición de que van a ser usados para fotocopiar un libro de texto o piratear a los cuatro vientos una obra literaria?


Jesús García, El Confidencial 10/09/2003 . Pues algo parecido se ha perpetrado tras ese increíble acuerdo entre varias sociedades de gestión de derechos de autor, entre ellas la SGAE, cómo no, y Asimelec, la industria de empresas de electrónica y comunicaciones que han grabado –nunca mejor dicho- algunos soportes como los CD vírgenes y los DVD. El encarecimiento del producto llega en algunos casos al 50%.

La SGAE se perfila como un organismo recaudador puro y duro en su pugna contra el `top manta´ y la piratería. La venta ambulante de copias de CDs o de otros soportes se ha convertido en la lucha prioritaria de esta sociedad de autores, transmutada en un gigante que arrastra o desprecia todo lo que no resulte oficial.

La industria discográfica no quiere darse cuenta de que elabora, produce y paga un producto que no está al alcance de una mayoría de jóvenes y mayores. Y lo peor es que pretende extender su monopolio tributario para que la competencia no exista.

La industria de la piratería es un mal de las sociedades desarrolladas que hay que atajar, pero también habría que acabar con las empresas/organismos “sin ánimo de lucro” que, a favor del bien de sus socios, impiden el desarrollo de la cultura alternativa.

La extensión de los cobros por derechos de autor está llevando a la perversión de considerar a todo aquel que compra un CD o un DVD virgen o un folio en blanco -que todo llegará- como un presunto delincuente dispuesto a acabar con la industria discográfica o filmográfica.

El establecimiento de un canon generalizado resulta extemporáneo, unilateral, caprichoso y exagerado. Cada vez que compramos un casete o una cinta de vídeo pagamos un sobreprecio. La Ley de Propiedad Intelectual excluye expresamente la remuneración por copia privada, pero, en este caso, las sociedades de autores eligen el camino de la `no discriminación´.

El Ministerio de Cultura, el de Ciencia y Tecnología, el Defensor del Pueblo, el Tribunal de Defensa de la Competencia... o, simplemente, algún juez, deberían poner coto a esta tropelía que bajo el manto de los derechos de autor parece esconder un desmedido afán recaudatorio. Ya están pensando incluso gravar con un canon el uso del disco duro de los ordenadores. Todo se andará.

En Estados Unidos ya se persiguen judicialmente 261 casos de personas que se han bajado canciones del servidor. Cualquiera que use el `Kazaa´ u otro sistema es sospechoso de haber cometido un delito contra los derechos de autor.

Estamos ante un impuesto directo de la industria al ciudadano. Algo inaudito. La defensa de la cultura por la vía de los impuestos, las tasas y las cargas al usuario.