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Banda ancha ¿a la vuelta de la esquina?


Tras el batacazo inicial de la Nueva Economía, el comercio electrónico demanda a gritos una infraestructura adecuada para poder lanzar negocios de éxito en Internet. La banda ancha es una prioridad en las agendas de las operadoras de telecomunicaciones pero, ¿cuándo será una realidad?

Se podría acusar al sector tecnológico, afectado por necesidades financieras, de falta de ilusión, pero su visión de futuro actual es más de lo mismo. Para el usuario y las pymes, la banda ancha en Internet significa una conexión más rápida y económica, disponible a todas horas y sin retrasos. En la mayoría de los casos, se suministrará a través de la línea telefónica (por la denominada ADSL, Asymmetric Digital Subscriber Line) o por el cableado de televisión.

En Europa, toda tecnología que ofrece un rendimiento superior al RDSI (Red Digital de Servicios Integrados). es considerada, en general, de banda ancha. De lo que es capaz un enlace lo saben perfectamente todos los que trabajan en las oficinas de una empresa de cierto tamaño y que usan Internet. Algunos webs se procesan a mayor velocidad, los archivos grandes se copian mucho mejor y sobre todo, se suprime la molesta conexión por módem y la mirada asustada al contador de tarifas. Internet de banda ancha suele ser también Internet con tarifa plana, es decir, sin tarificación por minuto.

La ampliación de esta tecnología, para convertirla en un producto de masas, es una de las prioridades para el año 2001, tanto por parte de los gobiernos como de las multinacionales de telecomunicaciones. Deutsche Telekom, por ejemplo, prevé dotar este año con líneas ADSL a más de 2 millones de alemanes, multiplicando así por cuatro el número de sus clientes ADSL. Éste es un objetivo bastante ambicioso para una empresa de telecomunicaciones que, a finales de febrero, acumulaba medio millón de solicitudes de conexión no atendidas.

Deutsche Telekom invertirá durante este ejercicio entre 1.200 y 1.500 millones de euros (200.000 y 250.000 millones de pesetas) en la ampliación de la red ADSL. Su empresa homóloga española, Telefónica, se ha comprometido a invertir en los próximos cinco años unos 3.000 millones de euros (500.000 millones de pesetas) en la ampliación de la red, para acercarse al nivel europeo. Actualmente, según las estimaciones de Telefónica, España, se sitúa en torno al 30 % de la media de Europa, con 1,1 conexiones ADSL por cada mil habitantes.

La secretaria británica de Estado de Internet y pequeñas empresas, Patricia Hewitt (más conocida como la E-ministra), marcó a comienzos de año el objetivo que se debe alcanzar. En el año 2005, Gran Bretaña deberá ser, dentro del grupo de los siete países más industrializados, el que cuente con una mejor infraestructura de banda ancha. Dinamarca pretende incluso proveer al 95 % de los hogares de ADSL en los próximos 17 meses. Esto sigue suponiendo menos de un millón de conexiones, pero aún así es un proyecto de gran magnitud. "Esta iniciativa recibe importantes apoyos a causa de las ambiciones políticas de suministrar Internet de banda ancha de forma rápida", admite Henning Dyremose, director de TeleDanmark, la operadora danesa más importante. A comienzos de febrero, el primer ministro danés, Poul Nyrup Rasmussen, prometió convertir Dinamarca en un país líder en tecnologías de la información.

Declaraciones como éstas ponen de manifiesto que en toda Europa se ha iniciado una carrera por ver qué país amplía su infraestructura de banda ancha a mayor velocidad y consigue así, según creen los políticos, adelantarse a los demás países en la carrera por centros de atención telefónica y empresas de Internet y tecnología.

Muchos gobiernos no sólo invierten palabras bonitas en la banda ancha, sino también dinero público. Suecia, por ejemplo, pretende destinar unos 1.100 millones de euros (unas 183.000 millones de pesetas) hasta 2004 para garantizar la cobertura del 98 % de los municipios. Por su parte, Irlanda prevé subvenciones por valor de 152,3 millones de euros (25.340 millones de pesetas) para una cobertura general. Willem Verbiest, que desarrolla tecnología ADSL para la compañía francesa Alcatel, fabricante líder del sector, estima (con más pesimismo que el jefe de Gobierno danés) que en los próximos dos o tres años entre el 20 y el 30 % de la población de la Unión Europea solicitará conexiones ADSL. Actualmente, y según un estudio de la empresa francesa de análisis de mercado Netvalue, Corea del Sur, con una tasa de conexión del 38 % de los hogares, es el líder mundial, y Estados Unidos, con una tasa de enlace de un 6 % de los hogares aproximadamente, se sitúa incluso por detrás de Francia.

Disponibilidad permanente

En la mayoría de los casos, no se suele dar explicación alguna de por qué la difusión masiva de conexiones rápidas conllevará una ventaja económica para el país. Para la gran mayoría de los usuarios europeos, que tal vez sólo experimentan en su puesto de trabajo un enlace rápido con la red y que todo cuanto buscan es piratear las últimas películas, una red veloz es, en principio, simplemente Internet.

El precio asequible y la disponibilidad permanente, que caracterizan a todas las tecnologías de banda ancha por igual, son más importantes para el internauta medio que las altas tasas de transferencia que pueden encantar a los técnicos y a los fans de los vídeos. En cuanto el enlace a Internet ya no se realice por medio de una línea RDSI o tecnologías similares a la conexión telefónica, las compañías de telecomunicaciones ofrecerán tarifas planas económicas, ya que las tecnologías de acceso a Internet como la ADSL y el cable, aprovechan las vías disponibles de una forma más eficiente.

Así, en Estados Unidos se ha demostrado que los usuarios que utilizan banda ancha (los norteamericanos en ocasiones incluyen al RDSI en esta categoría) navegan, de media, cuatro veces más por la red y utilizan ofertas de comercio electrónico con mucha mayor intensidad. Lo mismo sucede con las pymes, que antes no podían permitirse una conexión a Internet permanente y de alto rendimiento. Gracias a la ADSL, para estas empresas se reducen las barreras que les impedían participar en mercados online para comprar o vender sus productos.

Los gobiernos y las empresas de telecomunicaciones esperan por todas estas razones (disponibilidad, precio y capacidad de transferencia) que la banda ancha resulte ser algo más que simplemente "más Internet" y que al final se convierta en algo completamente diferente. Una retrospectiva de la breve historia de la red y de otras tecnologías emparentadas muestra que una mejora cuantitativa puede convertirse en algo cualitativo y que puede cambiar el mundo. El MP3, el procedimiento de compresión para sonido, desarrollado hace algunos años en Alemania, básicamente no hace más que reducir al 10 % el tiempo necesario para copiar por Internet un título musical.

Este aparente insignificante porcentaje ha valido para hacer tambalear los cimientos de la industria musical, cuyo volumen de negocio anual es de 40.000 millones de dólares (42.812 millones de euros). Y todavía no está claro si ésta se podrá recuperar algún día. La industria musical es sólo el principio: igual que el MP3 es un sistema de compresión para música, también existen sistemas similares para otros bienes económicos protegidos por derechos de autor. Según estimaciones de 2000, cada día se piratean en la red más de 400.000 películas.

Nuevos modelos de negocio

La conexión de banda ancha con disponibilidad permanente también inspira al sector de los electrodomésticos a fabricar nuevos equipos cuyo futuro en el mercado es dudoso. Kerbango, una filial de la empresa estadounidense especializada en redes 3com, presentó el año pasado una radio que, curiosamente, tiene un diseño de los años 50 y, a su vez, es muy fácil de manejar. Sin embargo, el equipo dispone, además de las teclas "FM" y "AM", de una tecla "Internet". En el interior del equipo, nos encontramos con una especie de ordenador personal que por ADSL ó RDSI puede captar todos los programas de radio disponibles en Internet para el programa de audio RealPlayer.

Tal vez lo más interesante sea que Kerbango no pretende ganar dinero con la fabricación de las radios, sino con la elaboración de listas de emisoras y con el suministro de servicios del estilo de "pulse ahora la tecla para comprar el CD de la canción que acaba de oír". La empresa estadounidense TiVo persigue una idea de negocio similar y desde la pasada primavera comercializa en Gran Bretaña, junto con BSkyB, el denominado "Personal Video Recorder". El equipo ofrece funciones de alto rendimiento como, por ejemplo, saltarse la publicidad o rebobinar, paralizar o visualizar las emisiones en directo a cámara lenta. Para ello deberá estar conectado por Internet al servidor TiVo que, a cambio de una cuota mensual, suministra resúmenes de programas. Napster y otros piratas de derechos de autor, por un lado, y Kerbango y TiVo, por el otro, representan la búsqueda, actualmente sólo a tientas, de uno o varios modelos de negocio que a la vez creen una importante demanda de Internet de banda ancha y posibilidades de negocio para el sector.

Mientras que, por un lado, todavía no es posible determinar el número de usuarios de banda ancha y de los nuevos productos relacionados, por el otro, nos encontramos con dos tipos de empresas cuyo futuro depende de esta demanda. En la primera categoría están las empresas de comunicación de Internet como Yahoo!, AOL e incluso el gigante del software Microsoft, que invierten mucho dinero en el desarrollo de productos para la banda ancha como pueden ser FinanceVision, AOLTV o WebTV, en un intento de mantener sus altas tasas de crecimiento y de conquistar estos nuevos mercados potenciales.

En la otra categoría, nos encontramos con empresas de telecomunicaciones que buscan usuarios para la nueva capacidad de su red. Y es que de ésta hay demasiada. Por la combinación de la desregulación y el avance tecnológico (aproximadamente cada diez meses se multiplica por dos la cantidad de datos que se puede transmitir por un cable de fibra óptica) ya se vislumbra en estos momentos "que en los próximos años el acceso a Internet se convertirá en un negocio sin beneficios, como advirtió en enero John Connors, director financiero de AOL Time Warner.

Momento para actuar

Actualmente, las empresas de comunicación de Internet y de telecomunicaciones se encuentran en una situación similar a la de los fabricantes de vehículos y propietarios de autopistas en un mundo en que la mayoría considera que la bicicleta es el transporte más adecuado. Ya se dispone de la tecnología, pero actualmente, una tasa de difusión reducida, errores de planificación y las estrategias monopolísticas de las antiguas empresas públicas de telecomunicaciones han provocado una demanda de conexiones rápidas a Internet inferior a la oferta. Pero esta situación tan cómoda no persistirá por mucho tiempo (en parte a la vista de los intentos de desregulación de la Unión Europea). Como consecuencia, la cuestión de cómo vender la banda ancha no podrá aplazarse por más tiempo.

A pesar de los esfuerzos que el sector realiza para buscar contenidos que precisen de la banda ancha, el sector sigue preguntándose qué aspecto en particular provocará la demanda masiva de conexiones rápidas a Internet por parte del usuario. "El problema más grande", publica el grupo Meta en un estudio del mercado estadounidense de banda ancha de otoño de 2000, "es la falta actual de innovaciones realmente necesarias, que podrían inducir a los hogares con capacidad económica a contratar y pagar una conexión rápida a Internet". En este momento, ya se puede determinar qué es lo que no funciona. El Application Service Providing (ASP), por ejemplo, es una modalidad de software en la que las aplicaciones no se instalan en un ordenador de la empresa sino que, a cambio de una cuota mensual, se alquilan de un servidor que las suministra a través de una conexión de banda ancha. Esta tecnología se ha quedado muy por debajo de las expectativas.

Alianzas mediáticas

Durante mucho tiempo el ASP era considerado como una idea empresarial con futuro para las empresas de telecomunicaciones, que querían asegurarse ingresos adicionales por sus importantes inversiones en infraestructura. Pero en los tres últimos años no se ha producido la explosión prevista para este mercado. Los contenidos mediáticos (películas, música y juegos) actualmente son considerados como la mejor manera de despertar en las masas el deseo de banda ancha. Entre todas las antiguas empresas públicas monopolísticas europeas, ha sido Telefónica la que, con su participación en cadenas de televisión y con la compra de la productora holandesa Endemol, ha avanzado más en esta dirección.

El grupo francés Vivendi le siguió dando un paso en el mismo sentido, al comprar la empresa de cine y música Universal. Para Deutsche Telekom, la banda ancha también implica que la empresa se convierta en una multinacional del sector de los medios de comunicación, en una empresa que no produce por sí misma los contenidos, pero que sí los selecciona y configura (ver recuadro). Endemol ha demostrado al sector como, con el formato "Big Brother/Gran Hermano" de gran éxito en toda Europa, se puede hacer de Internet una parte de la estrategia de comercialización en los medios de comunicación. Las imágenes de la casa en la que vivían los participantes fueron emitidas en la red las 24 horas al día, pero las imágenes de algunas cámaras no se podían ver salvo cuando se accedía a través de determinados proveedores.

"Gran Hermano", hasta la fecha la única crónica de éxito, muestra también las debilidades de este modelo: para la comercialización no se precisaba Internet de banda ancha. En poco tiempo, este formato dejó de ser el favorito del público. Además, las posteriores versiones del tema (Gran Hermano en una isla desierta, en autobús, en una discoteca) no han alcanzado el éxito del primero. "Ha pasado el tiempo de los formatos de mera observación", considera Fred Kogel, director de Kirch Media-Entertainment, filial del grupo mediático alemán Kirch. Lo que todavía no se sabe es qué garantizará el éxito después de esto. De hecho, salvo el gigante mediático AOL Time Warner, hasta la fecha no hay ningún ejemplo de una empresa que opere en ambos sectores (acceso a Internet y suministro de servicios de comercio electrónico y otros contenidos de Internet) de forma rentable.

Por último, hay que resaltar que, en toda Europa, las antiguas y poderosas empresas monopolísticas públicas se obstaculizan ellas mismas a la hora de ampliar el acceso de banda ancha a Internet. El caso es similar a Estados Unidos, donde los proveedores de conexión por cable y ADSL han invertido durante estos años "más tiempo en las luchas con la competencia que en la ampliación de banda ancha", como publicaba una revista del sector a finales del año pasado en un análisis sobre la ausencia de una revolución de la banda ancha. El último trecho de la desregulación es, también en Europa, el más complejo desde el punto de vista técnico y jurídico. ADSL, la tecnología de banda ancha predominante, se desarrolla en la, así llamada, "última milla" (local loop).

Legalmente la situación es clara: desde 2001, las empresas de telecomunicaciones asentadas tienen que alquilar a sus nuevos competidores este último trozo de monopolio. Sin embargo, en la práctica, además de pagar el alquiler, las empresas desafiantes tienen que contratar capacidades adicionales (hasta sus propios centros de interconexión) o invertir, instalando sus propios equipos en los centros de enlace y conectándolos a sus propias líneas. De esta forma, los antiguos monopolistas disponen de amplias oportunidades para excluir a los competidores imponiendo requisitos técnicos o tasas de conexión, manteniendo de esta forma el negocio en sus manos algún tiempo más.

Por esta razón, en casi todos los países de la UE se ha desencadenado una lucha encarnizada por los dos hilos de cobre que van desde la central de interconexión al usuario final, y que en todos los países presenta los mismos rasgos. Por un lado, nos encontramos con los antiguos monopolistas como Telefónica, France Telecom, British Telecom y Deutsche Telekom, que alquilan a sus competidores las conexiones con los usuarios a un precio alto y que pretenden defender su monopolio por todos los medios y, por el otro, están las empresas desafiantes como QSC, Colt o Arcor, que intentan llegar al cliente y pretenden bajar el precio lo máximo posible.

Sólo un corte radical, como la división de France Telecom, o Deutsche Telekom en dos empresas totalmente independientes con los campos de negocio "última milla" y "red", respectivamente, podría solucionar el problema. Nadie quiere adoptar una solución tan radical. Las autoridades de los países europeos, como Oftel en Gran Bretaña o la alemana RegTP, se están limitando a establecer precios y condiciones para las transacciones entre las empresas de telecomunicaciones y los antiguos monopolios públicos para crear así un mercado.

Reproducido de Expansion Directo