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El mundo de la cultura

El mundo de la cultura


Desde siempre he sentido un especial repeluco a la hora de hablar o escribir sobre eso que ha dado en llamarse muy -pero que muy-genéricamente ´la cultura´ y, de forma especial, sobre quienes de motu propio se sitúan bajo ese paraguas demasiado grande y con demasiadas goteras. La cosa me empezó a mosquear cuando en la transición un día sí y otro también se publicaban manifiestos de todo tipo y bajo el epígrafe de ´artistas´ o ´intelectuales´, por ejemplo, aparecían nombre de todos conocidos pero verdaderamente insólitos y que de ninguna manera, siendo mínimamente honrados, deberían incluirse en semejante lista. Luego, cuando remitió la moda de los ´abajo-firmantes´, se hablaba con una alegría casi frívola del apoyo o la denuncia del ´mundo de la cultura´ a una u otra ¡iniciativa generalmente política y casi siempre partidista. ´

Andrés Aberasturi en la Opinión de Malaga El mundo de la cultura´... y eso ¿qué demonios es exactamente?
Hace unos días, con motivo del polémico canon que presupone que todos los que compramos cualquier aparato relacionado con las nuevas tecnologías vamos a delinquir más pronto que tarde y por eso nos multan por adelantado, decía un líder socialista que había que proteger a los artistas que eran lo mas destacado o lo mas importante o lo mejor de nuestra sociedad. Un disparate. Y no porque un creador no sea importante, que lo es, sino por la jerarquización absurda de las dedicaciones; si hay que proteger a los creadores, qué decir del medico capaz de cambiar un corazón por otro, o del fontanero cuando se inunda nuestra casa, o del bombero o del... Un creador es lo que es y resulta tan necesario como cualquier trabajador de forma que considerarlo un especie a proteger, me parece del todo exagerado. Y eso hablando de que los creadores o artistas o como se les quiera llamar, se merezcan realmente semejante título. Los políticos siempre ha sido pintorescos en su relación con los intelectuales y los artistas: o los descabalgan negándoles el pan y la sal o se quedan boquiabiertos con un papanatismo casi infantil. Cuando la izquierda y la derecha se llevan a sus últimos extremos, también coinciden: lecturas prohibidas y artistas condenados a la muerte civil.

Pero una cosa es proteger a los ´creadores´ y otra desprotegerme a mí. Soy socio de la SGAE pero estoy contra el canon. Me da igual que sea mucho o poco lo que me van a cobrar de más por comprarme un móvil o un CD virgen. Lo que no aguanto es la idea misma que justifica el canon, la idea perversa de que voy a delinquir. Lo dije cuando el canon de las fotocopias y lo vuelvo a repetir ahora: o estamos en una estado donde la inocencia no hay que demostrarla o el canon es imposible que sea constitucional. Es que la idea es tan absurda que no entiendo cómo se ha llevado a la practica y convertido en ley. Creo que alguien va a llevarlo a tribunal que deberá decidir; si el Constitucional lo aprueba, yo me doy de baja como ciudadano.

Opinión de Andrés Aberasturi en la Opinión de Malaga