¿El canon? Era todo muy sencillo…
¿El canon? Era todo muy sencillo…
Hay que ver qué sencillo era todo, y cómo nos complicábamos la vida: que si el canon era o no lógico, que si tenÃa o no tenÃa razón de ser, que si era o no ajustado a Derecho, que si no podÃa ser que los polÃticos aprobasen algo asà tan notoriamente en contra del sentido común y de los intereses de sus electoresÂ… En realidad, era todo tan sencillo como "tú recáudalo, y dame una parte a mÃ".
La polÃtica española, en todo su esplendor: según recoge la Asociación de Internautas en su página web a partir de una información en El Economista, el Tribunal de Cuentas investiga una trama de financiación ilegal a los partidos polÃticos por parte de la SGAE, que no sólo habrÃa exonerado a varios partidos del pago del canon, sino también financiado proyectos de fundaciones próximas a éstos. La denuncia asegura que “hay financiación directa de las entidades, fundaciones y organizaciones paralelas vinculadas a los partidos polÃticos y, por lo tanto, financiación encubierta de los mismos”. Lo recoge también Libertad Digital.
Impresionante. ¿Propiedad intelectual? ¿Derechos de autor? Mientras nosotros intentábamos razonar, argumentar y discutir ese tipo de cosas y la revisión de su naturaleza en una economÃa digital, otros simplemente, según las informaciones recogidas en la prensa, se preocupaban de cómo repartirse el pastel del canon. ¿Por qué no cuestionar el que fuese la cuestionadÃsima SGAE, una entidad privada profundamente impopular sobre cuyas cuentas y funcionamiento planean todo tipo de sospechas, la que metiese la mano en nuestros bolsillos cada vez que decidÃamos comprar un CD, un DVD, un iPod, una memoria USB y no se cuántas cosas completamente arbitrarias más? ¿Por qué frenar el desarrollo de la sociedad de la información con impuestos y cánones que desalentaban la compra de tecnologÃa? ¿Por qué podÃan reunirse con toda tranquilidad con cuanto polÃtico fuese necesario, torcer voluntades, cambiar articulados y textos, hacer aparecer unas cláusulas y desaparecer otras? Simplemente, porque a cambio entregaban a los polÃticos de turno su parte correspondiente. Tú legislas para que recaude yo, yo me llevo la parte correspondiente de lo que recaudes tú. Qué bonito. Qué edificante. Tú tienes que pagar canon. Yo también. Una boda, un colegio, un festival benéfico o un autobús, también. Pero ellos no, ellos no son deudores. No sé ni cómo nos atrevimos a preguntar. Nosotros intentando doblar la cuchara, cuando la única verdad es que era todo mucho más sencillo: no habÃa cuchara.
Reproducido de Blog de Enrique Dans
Impresionante. ¿Propiedad intelectual? ¿Derechos de autor? Mientras nosotros intentábamos razonar, argumentar y discutir ese tipo de cosas y la revisión de su naturaleza en una economÃa digital, otros simplemente, según las informaciones recogidas en la prensa, se preocupaban de cómo repartirse el pastel del canon. ¿Por qué no cuestionar el que fuese la cuestionadÃsima SGAE, una entidad privada profundamente impopular sobre cuyas cuentas y funcionamiento planean todo tipo de sospechas, la que metiese la mano en nuestros bolsillos cada vez que decidÃamos comprar un CD, un DVD, un iPod, una memoria USB y no se cuántas cosas completamente arbitrarias más? ¿Por qué frenar el desarrollo de la sociedad de la información con impuestos y cánones que desalentaban la compra de tecnologÃa? ¿Por qué podÃan reunirse con toda tranquilidad con cuanto polÃtico fuese necesario, torcer voluntades, cambiar articulados y textos, hacer aparecer unas cláusulas y desaparecer otras? Simplemente, porque a cambio entregaban a los polÃticos de turno su parte correspondiente. Tú legislas para que recaude yo, yo me llevo la parte correspondiente de lo que recaudes tú. Qué bonito. Qué edificante. Tú tienes que pagar canon. Yo también. Una boda, un colegio, un festival benéfico o un autobús, también. Pero ellos no, ellos no son deudores. No sé ni cómo nos atrevimos a preguntar. Nosotros intentando doblar la cuchara, cuando la única verdad es que era todo mucho más sencillo: no habÃa cuchara.
Reproducido de Blog de Enrique Dans