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O en misa, o repicando

O en misa, o repicando


Más tarde o más temprano, tenía que pasar: el CEO de MP3Tunes, Michael Robertson, acusado por Capitol Records de violación de copyright, ha acusado a su vez a los demandantes de “inundar Internet” con su música disponible de manera gratuita a través de múltiples sitios para así lograr incrementar la popularidad de la misma, una acusación que se une a otras ya probadas de empresas discográficas y cadenas de televisión que filtran ellas mismas sus materiales a las redes P2P. Las declaraciones de Robertson incluyen exhaustivos detalles de una serie de casos en los que una canción estaba disponible en la red, incluso desde servidores pagados por la propia Capitol, y completamente gratuita.

La cuestión responde al más puro sentido común: hoy en día puede conseguirse una canción en prácticamente cualquier sitio, simplemente buscando el título de la canción, su intérprete y las palabras “download” y “free” en cualquier buscador. En muchos de los sitios en los que la canción está disponible, ésta proviene de las mismas discográficas, que utilizan Internet para manejar la popularidad de sus artistas según una regla de tres evidente: que un artista se escuche es clave en su éxito, y ésto se maneja, además de comprando posiciones en listas de éxitos, manejando la disponibilidad de la canción en Internet. En un entorno de hiperabundancia, pretender llevar a juicio a alguien por ser “uno de los sitios” en los que una canción está disponible, resulta simplemente absurdo y carente de lógica, porque consigue difuminar completamente la frontera entre lo que sería hipotéticamente delito y lo que no lo es, sumiendo al consumidor en un mar de dudas sobre lo que puede o no puede hacer. Pretender explicarle a alguien que puede escuchar una canción en ene sitios, pero no puede hacer clic en su ratón y descargarla, es una aspiración ridícula.

¿Recuperaremos el sentido común? ¿Dejaremos de mantener en sus cargos a caducos y chulescos ministros del absurdo, empeñados en ver fantasmas y criminales donde solo hay ciudadanos normales y corrientes? ¿Serán los políticos capaces de ver las cosas con la óptica que los nuevos tiempos reclaman, repudiando la actitud totalitarista y maximalista del siglo pasado? Como resolución de año nuevo, no estaría nada mal