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La tontería del carné

La tontería del carné


En el momento en el que el Estado se otorgara a sí mismo la capacidad de autorizar o no a alguien para conectarse a la red, el abuso estaría servido. Trataría de adoctrinar sobre qué comportamientos son buenos y cuáles malos en la red. Por ANTONIO JOSÉ CHINCHETRU

Que los señores de la SGAE propusieran en su día un "carné de conducir" para internet resulta indignante pero poco más. Por fortuna, y a pesar de su compadreo con el Gobierno, esta entidad no posee todo el poder al que aspira y casi todo el mundo conoce a día de hoy sus aspiraciones de control. Que con la misma propuesta salga un alto cargo del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO) sí resulta preocupante, por mucho que la excusa sea otra diferente.

El responsable de Proyectos en el Centro de Respuesta a Incidentes de Seguridad en Tecnologías de la Información de INTECO, Francisco Lago, se debió quedar a gusto cuando dijo "que si para conducir hace falta un carné, para acceder a internet debería exigirse un requisito similar que garantizara la seguridad". Le faltó ponerse unas gafas de sol oscuras y decir con marcado acento estadounidense: "Recuerda mi canción: si bebes, no navegues". Lo que no dejaría de ser una mera tontería de alguien que da la impresión de tener un cierto complejo de superioridad (al menos el suficiente como para pretender saber cómo proteger de sí mismos a millones de seres humanos a los que él parece no considerar lo suficientemente inteligentes), cobra gravedad por ser él quien es.

Lago es un alto cargo en una empresa pública a la que el Gobierno le ha encomendado, entre otras, la misión "de sentar las bases de coordinación de distintas iniciativas públicas entorno a la seguridad informática". A pesar de que después de haber sido objeto de numerosas críticas ha matizado diciendo que lo del "carné de conducir" era un símil para "ejemplarizar la necesidad de unos conocimientos mínimos", la verdad es que habló de "exigirse un requisito similar". De hecho, en su matización parece que no ha negado que considere necesario dicho requisito.

Con independencia de que la excusa para pretender implantar un permiso de navegación por internet (puesto que no se trata de otra cosa) sea sincera, las consecuencias de que un gobernante se pudiera tomar en serio la propuesta serían nefastas. En el momento en el que el Estado se otorgara a sí mismo la capacidad de autorizar o no a alguien para conectarse a la red, el abuso estaría servido. Es más que dudoso que se conformara con comprobar que el futuro internauta supiera protegerse de los virus informáticos o de los intentos de estafa on line, por ejemplo. Trataría de adoctrinar sobre qué comportamientos son buenos y cuáles malos en la red, o incluso qué contenidos deben visitarse y cuáles no.

Y una vez que abres la puerta a este tipo de permisos, la evolución lógica sería ampliar las actividades para las cuales se requerirían licencias específicas. Y no nos engañemos, antes o después exigirían una para poder publicar en internet o incluso para poder comprar un ordenador (al fin y al cabo, y según la lógica que parece aplicar Lago, si no hay equipo informático, no hay problemas de seguridad).

La propuesta de Francisco Lago no es sólo una soberana tontería. Denota además un ansia de control sobre los ciudadanos. Puesto que INTECO está adscrito al Ministerio de Industria, Miguel Sebastián o Francisco Ros (puesto que dicha empresa pública depende de la secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información) deberían dejar claro que no comparten la visión de tan peculiar experto en seguridad informática.

Antonio José Chinchetru es autor de Sobre la Red 2.0.

Nota: El autor autoriza a todo aquel que quiera hacerlo, incluidas las empresas de press-clipping, a reproducir este artículo, con la condición de que se cite a Libertad Digital como sitio original de publicación. Además, niega a la FAPE o cualquier otra entidad la autoridad para cobrar a las citadas compañías o cualquier otra persona o entidad por dichas reproducciones.