El copyright necesita unos lÃmites, ya que restringe la innovación
El copyright necesita unos lÃmites, ya que restringe la innovación
Traducimos por su interés el artÃculo de Gary Shapiro, presidente de la Asociación de la Electrónica de Consumo de los Estados Unidos. Ésta es una clara muestra de por qué los Estados Unidos son lÃderes en innovación y en la Era Digital, entre otros ámbitos y refleja la mentalidad de una sociedad para la cual su liderazgo en la creatividad depende de la tecnologÃa y que declara orgullosamente que "Nosotros los norteamericanos somos creativos". Este artÃculo deberÃa ser de obligada lectura en algunos despachos ya que revela el por qué de ese liderazgo y el estilo de hacer las cosas que deberÃa presidir las polÃticas de innovación de cualquier gobierno en nuestro paÃs si queremos coger algún dÃa el tren del futuro para no bajarnos de él nunca más.
En las recientes semanas, el coro de llamadas a "protecciones" más amplias para los propietarios de los derechos se ha oÃdo cada vez más alto ( ver, por ejemplo, el artÃculo del 11 de mayo de Mark Helprin en el Wall Street Journal contra los crÃticos del copyright: "Los crÃticos del Copyright racionalizan el robo" ) Aunque estos apologistas ignoran cómo los propietarios de los derechos se extralimitan y dañan la innovación. Al representar a más de 2000 compañÃas tecnológicas americanas, yo lo veo de forma diferente - la rápida expansión de las leyes del copyright amenaza a los productos y servicios nuevos e innovadores .
Comencé mi carrera en 1979, luchando contra los propietarios de los derechos que habÃan desafiado la legalidad del videocassette Sony Betamax. En 1981, una corte de apelaciones declaró realmente ilegal el videocassette y pidió a una corte menor el bloqueo de las ventas del VCR. Afortunadamente para todos, Hollywood incluido, la Corte Suprema dijo que el poder monopolÃstico de los propietarios de los derechos tenÃa que estar equilibrado con las necesidades de otros. La Corte dictaminó que la grabación de la televisión era un "uso justo" y que un producto es legal si tiene "usos sustanciales no infractores". Esta Carta Magna de la innovación se convirtió en la base de la revolución de la tecnologÃa y en la cruz de los defensores del copyright.
El derecho de "uso justo" para gestionar contenidos ha permitido a Internet crecer y que se creen nuevas compañÃas. Pero el lobby de contenidos no está de acuerdo. Le dijeron al Congreso que el copyright deberÃa evitar a un individuo compartir un email sin el permiso del creador. Argumentaron que los ordenadores realizan copias cuando almacenan temporalmente y que por tanto muchas de las funciones de los ordenadores eran ilegales. Siguieron intentando vender CDs multi-canción cuando los consumidores sólo querÃan una canción. Lucharon contra los que alquilaban pelÃculas insistiendo en que los consumidores las compraran. En resumen, han tratado de restringir, gravar o prohibir todos los tipos de tecnologÃas de grabación.
Afortunadamente, los polÃticos dijeron No y los tribunales se mantuvieron generalmente bajo los principios del Sony Betamax. Por esas razones tenemos Internet, grabadoras de vÃdeo, cámaras digitales, reproductores MP3, DVRs, dispositivos de almacenamiento extraÃble y funciones de copia y edición en los ordenadores. Y en consecuencia tenemos compañÃas lÃderes mundiales como Google, Facebook, Microsoft, TiVo y Apple.
La innovación americana no trata sólo sobre la creación de contenido. Trata también sobre inventos que permiten a la sociedad beneficiarse de los usos del contenido, por lo cual el Congreso concede un monopolio limitado en la forma de copyright. El derecho a controlar este contenido no incluye el derecho sobre la inventiva y la innovación. Eso es lo que sostuvo la Corte Suprema en 1984, y ésa es la razón de que hoy tengamos esos inventos.
La "piraterÃa" no es cada uso no autorizado del contenido. Ni el copyright concede un monopolio sobre todos los usos. Alguien que legÃtimamente adquiere contenido ( compra un CD o un DVD ) deberÃa tener el derecho al uso del contenido en tanto que no sea para un propósito comercial. Llamar uso no autorizado a la "piraterÃa" e igualar tal uso al "robo" -como si se estuviera robando ropa- es algo chapucero. Si robas un vestido al propietario de la tienda, entonces el propietario de la tienda no puede vender ese vestido. Si usas una obra protegida por derechos de autor sin permiso, entonces en el peor de los casos el creador ha perdido una venta potencial -improbable si alguien está simplemente recopilando de sus propios CDs.
Pero los defensores de las restricciones de un copyright alargado en el tiempo mantienen que los propietarios del contenido han estado teniendo una mala racha y tienen pocas herramientas a su disposición. Equivocado.
Los propietarios de los derechos han intimidado con éxito a los emprendedores con ideas que involucran el uso justo del contenido. ¿Miles de millones de dólares de "daños" por ningún daño? SÃ. Las leyes del copyright y las disposiciones dañinas han crecido desmesuradamente hasta crear una enorme responsabilidad potencial por la innovación de buena fe.
Sistemáticamente, los legisladores consiguen sacar dinero de la violación, incluso cuando no hay evidencia de daño a los propietarios del contenido. Una simple violación que luego resulte ser intencionada puede costar 150,000$. MultiplÃquese eso por cada una de las obras de la biblioteca de un proveedor de servicios que, un ordenador personal, un programa de software, o un DVR, podrÃan tener y ser acusados de "infringir", y estamos en las decenas de miles de millones de dólares. Esto asfixia la innovación y suplica una ley más razonable que proteja a los pequeños negocios, los productos y el software, ofrecidos por compañÃas legÃtimas, con usos nuevos aún no evaluados por los tribunales.
Y mientras que las penas han crecido de forma cada vez más severa, sólo en las pocas décadas pasadas, el plazo del copyright, que solÃa corresponder con el plazo de 19 años de las patentes, ha crecido ahora a más de 5 veces esa duración. El Congreso ha alargado el plazo de validez 13 veces desde que JFK se convirtiera en presidente, acrecentando grandemente los ingresos de los propietarios de los derechos sin un beneficio discernible correlativo para la creación o la sociedad. ¿Por qué? El lobby de contenidos es enorme y los polÃticos acceden intencionadamente a sus peticiones.
La ironÃa definitiva es que cuando los innovadores cumplen la ley y licencian el contenido como han hecho a través de una licencia "creative commons", se les critica como opositores al copyright. Tal perspectiva ignora los numerosos éxitos del ejército de los lobistas del contenido, y el hecho de que aquellos que ocasionalmente se oponen a sus excesos, como los innovadores de la tecnologÃa, están menos interesados en hacer lobby y son más dependientes de las fuerzas del mercado libre.
La verdad es que nuestro liderazgo nacional en la creatividad depende de la tecnologÃa asà como de la innovación de los contenidos. Nosotros los americanos somos creativos por buenas razones. Es genético. No es sólo nuestra industria del cine y la música la que domina el mundo. También tenemos grandes escritores, fotógrafos, artistas y diseñadores.
No sólo tenemos las compañias de tecnologÃa más innovadoras -sino que también lideramos el mundo en todo lo que tiene que ver con Internet, de Amazon a eBay, de Facebook a Google o Zillow. E innovamos en tecnologÃa. Apple, Cisco, Dell, HP, Qualcomm, Sun, TI y otros lideran el mundo.
Asà que esta batalla entre innovadores y creadores de contenido está mal dirigida. En su lugar, necesitamos asegurarnos de que atraigamos y hagamos crecer a la gente mejor educada y más innovadora. Esto quiere decir que trabajemos juntos en nuestra inmigración, comercio, impuestos, educación y otras polÃticas para fomentar tanto la creación de contenidos como la innovación tecnológica. Si lo hacemos, esta nación de creatividad prosperará y mantendrá su supremacÃa.
Gary Shapiro es el Presidente y Consejero Delegado de la Asociación de la Electrónica de Consumo
Traducción del artÃculo de Gary Shapiro en "The Huffington Post"
Comencé mi carrera en 1979, luchando contra los propietarios de los derechos que habÃan desafiado la legalidad del videocassette Sony Betamax. En 1981, una corte de apelaciones declaró realmente ilegal el videocassette y pidió a una corte menor el bloqueo de las ventas del VCR. Afortunadamente para todos, Hollywood incluido, la Corte Suprema dijo que el poder monopolÃstico de los propietarios de los derechos tenÃa que estar equilibrado con las necesidades de otros. La Corte dictaminó que la grabación de la televisión era un "uso justo" y que un producto es legal si tiene "usos sustanciales no infractores". Esta Carta Magna de la innovación se convirtió en la base de la revolución de la tecnologÃa y en la cruz de los defensores del copyright.
El derecho de "uso justo" para gestionar contenidos ha permitido a Internet crecer y que se creen nuevas compañÃas. Pero el lobby de contenidos no está de acuerdo. Le dijeron al Congreso que el copyright deberÃa evitar a un individuo compartir un email sin el permiso del creador. Argumentaron que los ordenadores realizan copias cuando almacenan temporalmente y que por tanto muchas de las funciones de los ordenadores eran ilegales. Siguieron intentando vender CDs multi-canción cuando los consumidores sólo querÃan una canción. Lucharon contra los que alquilaban pelÃculas insistiendo en que los consumidores las compraran. En resumen, han tratado de restringir, gravar o prohibir todos los tipos de tecnologÃas de grabación.
Afortunadamente, los polÃticos dijeron No y los tribunales se mantuvieron generalmente bajo los principios del Sony Betamax. Por esas razones tenemos Internet, grabadoras de vÃdeo, cámaras digitales, reproductores MP3, DVRs, dispositivos de almacenamiento extraÃble y funciones de copia y edición en los ordenadores. Y en consecuencia tenemos compañÃas lÃderes mundiales como Google, Facebook, Microsoft, TiVo y Apple.
La innovación americana no trata sólo sobre la creación de contenido. Trata también sobre inventos que permiten a la sociedad beneficiarse de los usos del contenido, por lo cual el Congreso concede un monopolio limitado en la forma de copyright. El derecho a controlar este contenido no incluye el derecho sobre la inventiva y la innovación. Eso es lo que sostuvo la Corte Suprema en 1984, y ésa es la razón de que hoy tengamos esos inventos.
La "piraterÃa" no es cada uso no autorizado del contenido. Ni el copyright concede un monopolio sobre todos los usos. Alguien que legÃtimamente adquiere contenido ( compra un CD o un DVD ) deberÃa tener el derecho al uso del contenido en tanto que no sea para un propósito comercial. Llamar uso no autorizado a la "piraterÃa" e igualar tal uso al "robo" -como si se estuviera robando ropa- es algo chapucero. Si robas un vestido al propietario de la tienda, entonces el propietario de la tienda no puede vender ese vestido. Si usas una obra protegida por derechos de autor sin permiso, entonces en el peor de los casos el creador ha perdido una venta potencial -improbable si alguien está simplemente recopilando de sus propios CDs.
Pero los defensores de las restricciones de un copyright alargado en el tiempo mantienen que los propietarios del contenido han estado teniendo una mala racha y tienen pocas herramientas a su disposición. Equivocado.
Los propietarios de los derechos han intimidado con éxito a los emprendedores con ideas que involucran el uso justo del contenido. ¿Miles de millones de dólares de "daños" por ningún daño? SÃ. Las leyes del copyright y las disposiciones dañinas han crecido desmesuradamente hasta crear una enorme responsabilidad potencial por la innovación de buena fe.
Sistemáticamente, los legisladores consiguen sacar dinero de la violación, incluso cuando no hay evidencia de daño a los propietarios del contenido. Una simple violación que luego resulte ser intencionada puede costar 150,000$. MultiplÃquese eso por cada una de las obras de la biblioteca de un proveedor de servicios que, un ordenador personal, un programa de software, o un DVR, podrÃan tener y ser acusados de "infringir", y estamos en las decenas de miles de millones de dólares. Esto asfixia la innovación y suplica una ley más razonable que proteja a los pequeños negocios, los productos y el software, ofrecidos por compañÃas legÃtimas, con usos nuevos aún no evaluados por los tribunales.
Y mientras que las penas han crecido de forma cada vez más severa, sólo en las pocas décadas pasadas, el plazo del copyright, que solÃa corresponder con el plazo de 19 años de las patentes, ha crecido ahora a más de 5 veces esa duración. El Congreso ha alargado el plazo de validez 13 veces desde que JFK se convirtiera en presidente, acrecentando grandemente los ingresos de los propietarios de los derechos sin un beneficio discernible correlativo para la creación o la sociedad. ¿Por qué? El lobby de contenidos es enorme y los polÃticos acceden intencionadamente a sus peticiones.
La ironÃa definitiva es que cuando los innovadores cumplen la ley y licencian el contenido como han hecho a través de una licencia "creative commons", se les critica como opositores al copyright. Tal perspectiva ignora los numerosos éxitos del ejército de los lobistas del contenido, y el hecho de que aquellos que ocasionalmente se oponen a sus excesos, como los innovadores de la tecnologÃa, están menos interesados en hacer lobby y son más dependientes de las fuerzas del mercado libre.
La verdad es que nuestro liderazgo nacional en la creatividad depende de la tecnologÃa asà como de la innovación de los contenidos. Nosotros los americanos somos creativos por buenas razones. Es genético. No es sólo nuestra industria del cine y la música la que domina el mundo. También tenemos grandes escritores, fotógrafos, artistas y diseñadores.
No sólo tenemos las compañias de tecnologÃa más innovadoras -sino que también lideramos el mundo en todo lo que tiene que ver con Internet, de Amazon a eBay, de Facebook a Google o Zillow. E innovamos en tecnologÃa. Apple, Cisco, Dell, HP, Qualcomm, Sun, TI y otros lideran el mundo.
Asà que esta batalla entre innovadores y creadores de contenido está mal dirigida. En su lugar, necesitamos asegurarnos de que atraigamos y hagamos crecer a la gente mejor educada y más innovadora. Esto quiere decir que trabajemos juntos en nuestra inmigración, comercio, impuestos, educación y otras polÃticas para fomentar tanto la creación de contenidos como la innovación tecnológica. Si lo hacemos, esta nación de creatividad prosperará y mantendrá su supremacÃa.
Gary Shapiro es el Presidente y Consejero Delegado de la Asociación de la Electrónica de Consumo
Traducción del artÃculo de Gary Shapiro en "The Huffington Post"