El primer mapa del «correo basura» refleja los vÃnculos entre las empresas
«Spamdemic», el primer mapa de correo basura publicado en Internet, muestra
quiénes y cuántos configuran este negocio de mensajes no solicitados. AsÃ,
desvela cómo la información pasa de mano en mano, intensificando esta
práctica tan molesta para los usuarios que ven cómo su buzón se convierte en
un vertedero.
Marta Villalba, Madrid. -Cuanto más se intenta controlar el envÃo de mensajes no solicitados o correo basura (conocido como «spam»), más aumenta, dicen los últimos estudios. Los «e-mail» basura invaden nuestro correo electrónico,
convirtiéndose en una plaga muy difÃcil de extinguir. Los «spammers»,
eslabones de una misma y extensa cadena responsable de esta práctica,
encuentran direcciones de correo electrónico en servidores, páginas web,
weblogs, grupos de noticias o foros de discusión. Estas direcciones corren
como la pólvora entre estas empresas, se las intercambian, como muestra
«Spamdemic», el primer mapa del «spam» publicado en Internet por la
organización Clueless Mailers (www.cluelessmailers.org) cuyo responsable es
el activista anti-spam Bob West.
El minucioso e intrincado mapa desvela las relaciones entre las empresas, cómo comparten información y cómo venden a compañÃas de márketing datos de direcciones y clientes. Bob West, augura un aumento cuantioso del «spam» en los próximos años. West comprobó cómo a su buzón de correo electrónico le llegaban mensajes no deseados cuando él no habÃa dado su dirección a ninguna de las empresas incluidas en el mapa. El «Spamdemic», refleja que cuando una dirección llega a un «spammer» todos los demás de la cadena, antes o después, la tendrán. «El único modo de solventarlo es airear el problema a los cuatro vientos y quejarse enérgicamente del abuso», puntualiza.
Congestión del tráfico
Cuando llega un correo basura el coste es mayor para quien lo recibe que para quien lo envÃa. El internauta tiene que pagar un servicio -la lÃnea telefónica para conectarse- para recibir el «spam», mientras que el emisor envÃa de una sola vez centenares de miles de mensajes, casi sin costo. Como consecuencia, congestiona el tráfico de los proveedores de Internet. Los ISP pierden mucho tiempo en procesar el «spam» y esto ralentiza inexorablemente la conexión de los internautas. Una solución para solventar el problema es el uso de filtros. Pero los ISP los descartan porque la criba retarda aún más el procesamiento y, por tanto, la conexión. A los proveedores de Internet, ante esto, no les quedan muchas salidas; o dejan que los usuarios tengan una conexión más lenta, o pagan por más ancho de banda, inversión que luego pagarán los internautas con un aumento de las tarifas.
Pero lo que más molesta es el tiempo que se nos escapa cuando entramos en el vertedero de nuestro buzón. A menos que el tÃtulo sea obvio, el usuario siempre pierde tiempo en abrir el correo y leer una parte de él para darse cuenta de que es un «spam», sin contar el tiempo que también habrÃa que perder para que den de baja de la lista su dirección de correo electrónico. Además, muchos mensajes tienen instrucciones para que el receptor los reenvÃe a una o varias personas.
El «spam» es el máximo exponente del abuso al consumidor, se atrae al cliente con ofertas engañosas o directamente falsas, de productos o servicios que suelen ser ficticios tipo «hágase rico rápido», «obtenga un móvil gratis», etcétera. Suelen apuntar a personas que, por no estar correctamente informadas de este tipo deprácticas, pueden caer en los trucos que se les presenta.
Pero además suele ser ilegal. Juega con la disparidad de los diferentes marcos legales de protección al consumidor que existen en los paÃses y la dificultad para ubicar a quien los envÃa, convirtiéndose asà en la mejor vÃa para promocionar productos o servicios ilegales o rechazables, como cadenas de dinero, acceso a pornografÃa, difusión de pornografÃa infantil y otros. Por otra parte, las prácticas habituales de recolección y tráfico de direcciones se basan en el engaño a los clientes y en falsas promociones para conseguir direcciones de usuarios.
«Can Spam»
El Comité de Comercio del Senado de Estados Unidos ha aprobado una resolución, conocida popularmente como «Can Spam» (enlatar el correo basura), que propone multar a los «spammers» con diez dólares por cada correo ilegal y solicita que en los mensajes se incluya la opción de borrarse de la lista de destinatarios. Pero esta iniciativa (hasta ahora la más importante) que en breve deberá pasar por el Congreso para su aprobación, tampoco solucionarÃa el problema pues los mensajes basura, como es propio de Internet, rebasan las fronteras. «El problema es tecnológico -opina Ken Scheneider, director de tecnologÃa de Brightmail (empresa californiana que lucha contra el «spam»)- y, por tanto, sólo la tecnologÃa puede solucionarlo». Existen filtros y programas especiales para mitigar esta lacra pero acabar con los «spammers» es, dice el vicepresidente de Gartner Joyce Graff, «como pisotear cucarachas en la cocina. Puedes deshacerte de algunas, pero siempre salen más».
Una primera solución: resignarse y borrar con paciencia los mensajes. A la vuelta de las vacaciones puede encontrar un mensaje de su proveedor anunciando que su buzón está por encima del lÃmite de su tamaño y hasta que no lo limpie no le llegarán más correos. La segunda: quejarse.
Reproducido de ABC.
El minucioso e intrincado mapa desvela las relaciones entre las empresas, cómo comparten información y cómo venden a compañÃas de márketing datos de direcciones y clientes. Bob West, augura un aumento cuantioso del «spam» en los próximos años. West comprobó cómo a su buzón de correo electrónico le llegaban mensajes no deseados cuando él no habÃa dado su dirección a ninguna de las empresas incluidas en el mapa. El «Spamdemic», refleja que cuando una dirección llega a un «spammer» todos los demás de la cadena, antes o después, la tendrán. «El único modo de solventarlo es airear el problema a los cuatro vientos y quejarse enérgicamente del abuso», puntualiza.
Congestión del tráfico
Cuando llega un correo basura el coste es mayor para quien lo recibe que para quien lo envÃa. El internauta tiene que pagar un servicio -la lÃnea telefónica para conectarse- para recibir el «spam», mientras que el emisor envÃa de una sola vez centenares de miles de mensajes, casi sin costo. Como consecuencia, congestiona el tráfico de los proveedores de Internet. Los ISP pierden mucho tiempo en procesar el «spam» y esto ralentiza inexorablemente la conexión de los internautas. Una solución para solventar el problema es el uso de filtros. Pero los ISP los descartan porque la criba retarda aún más el procesamiento y, por tanto, la conexión. A los proveedores de Internet, ante esto, no les quedan muchas salidas; o dejan que los usuarios tengan una conexión más lenta, o pagan por más ancho de banda, inversión que luego pagarán los internautas con un aumento de las tarifas.
Pero lo que más molesta es el tiempo que se nos escapa cuando entramos en el vertedero de nuestro buzón. A menos que el tÃtulo sea obvio, el usuario siempre pierde tiempo en abrir el correo y leer una parte de él para darse cuenta de que es un «spam», sin contar el tiempo que también habrÃa que perder para que den de baja de la lista su dirección de correo electrónico. Además, muchos mensajes tienen instrucciones para que el receptor los reenvÃe a una o varias personas.
El «spam» es el máximo exponente del abuso al consumidor, se atrae al cliente con ofertas engañosas o directamente falsas, de productos o servicios que suelen ser ficticios tipo «hágase rico rápido», «obtenga un móvil gratis», etcétera. Suelen apuntar a personas que, por no estar correctamente informadas de este tipo deprácticas, pueden caer en los trucos que se les presenta.
Pero además suele ser ilegal. Juega con la disparidad de los diferentes marcos legales de protección al consumidor que existen en los paÃses y la dificultad para ubicar a quien los envÃa, convirtiéndose asà en la mejor vÃa para promocionar productos o servicios ilegales o rechazables, como cadenas de dinero, acceso a pornografÃa, difusión de pornografÃa infantil y otros. Por otra parte, las prácticas habituales de recolección y tráfico de direcciones se basan en el engaño a los clientes y en falsas promociones para conseguir direcciones de usuarios.
«Can Spam»
El Comité de Comercio del Senado de Estados Unidos ha aprobado una resolución, conocida popularmente como «Can Spam» (enlatar el correo basura), que propone multar a los «spammers» con diez dólares por cada correo ilegal y solicita que en los mensajes se incluya la opción de borrarse de la lista de destinatarios. Pero esta iniciativa (hasta ahora la más importante) que en breve deberá pasar por el Congreso para su aprobación, tampoco solucionarÃa el problema pues los mensajes basura, como es propio de Internet, rebasan las fronteras. «El problema es tecnológico -opina Ken Scheneider, director de tecnologÃa de Brightmail (empresa californiana que lucha contra el «spam»)- y, por tanto, sólo la tecnologÃa puede solucionarlo». Existen filtros y programas especiales para mitigar esta lacra pero acabar con los «spammers» es, dice el vicepresidente de Gartner Joyce Graff, «como pisotear cucarachas en la cocina. Puedes deshacerte de algunas, pero siempre salen más».
Una primera solución: resignarse y borrar con paciencia los mensajes. A la vuelta de las vacaciones puede encontrar un mensaje de su proveedor anunciando que su buzón está por encima del lÃmite de su tamaño y hasta que no lo limpie no le llegarán más correos. La segunda: quejarse.
Reproducido de ABC.