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Eliminando intermediarios, incrementando el patrimonio cultural

Eliminando intermediarios, incrementando el patrimonio cultural


Podríamos descomponer la propiedad del patrimonio cultural en dos vertientes, una privada (Copyright) y, una pública (Dominio Público). La primera, sobre la que se proyecta en realidad el debate actual, se gestiona con un modelo de negocio totalmente obsoleto que aún no ha sido capaz de adaptarse a la realidad de la evolución tecnológica (se entiende, respetando la necesaria “neutralidad de la Red”), y mucho menos, a los cambios que ha supuesto para los comportamientos sociales. La segunda, es un derecho indiscutible de los todos los seres humanos, tal y como señala el artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “toda persona tiene derecho a participar libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y sus beneficios”, pero sobre este aspecto apenas se oye hablar en las altas esferas.

Sin duda el negocio de la cultura ha sido muy lucrativo para algunos autores y para las sociedades que gestionaban la utilización de sus obras, sin embargo, es hora ya de aceptar que las cosas han cambiado, y que esa industria no tiene sentido tal y como estaba configurada. Sostener ficticiamente negocios estancados a base de dinero estatal siempre perjudica al conjunto de la sociedad, y se ha llegado a un punto en que lo que se está financiando con dinero público en el sector de la cultura, es realmente el alimento y la vivienda de los creadores, y no su creatividad. Los Gobiernos en vez de ayudar a la industria de la cultura a que sobreviva de forma autónoma, como se haría con cualquier otra, están contribuyendo a su perezoso acomodo. Al negarse a actualizar el modelo de negocio de este sector o a buscar en nuevas fórmulas que les permitan autofinanciarse, se les están atribuyendo ingresos de forma automatizada que en nada incentivan la creatividad.

Por otra parte, la fórmula mágica que concilie la tecnología con el negocio de la cultura no puede encontrarse agotando sólo una de ellas. El equilibrio ha de buscarse en que ambas posturas cedan parte de su terreno, nutriéndose de las ventajas que a cambio pueda ofrecerle la otra.

Por tanto, la búsqueda de soluciones debe tener en cuenta que:

1.- Han de ser soluciones reales, que puedan ser llevadas a la práctica, aunque no sean tan lucrativas como la utopía que regulan nuestras leyes hoy.

2.- Han de permitir que el negocio se autofinancie, es decir, independientemente de que pueda contar con ayudas estatales, es necesario aceptar que un negocio sólo sobrevive si el producto es bueno.

3.- Han de permitir el máximo aprovechamiento de la tecnología. Limitar la tecnología para proteger derechos fundamentales si, limitarla para proteger negocios privados no.

4.- Han de reubicar a los intermediarios Hoy por hoy, las sociedades gestoras de derechos de autor han perdido la capacidad de cumplir con el objetivo para el que fueron creadas, es posible hacer su trabajo en niveles más reducidos, y con espléndidos resultados de autogestión, gracias a la tecnología. Por tanto, aunque en algunos casos podrían desaparecer, en otros se podrían reciclar. Serían de utilidad en la defensa de sus usuarios (creadores) como lo es cualquier asociación de consumidores, o bien, serían de utilidad en la gestión de los derechos de sus clientes (creadores) en el mismo sentido en que lo son las gestorías privadas, por ejemplo, con derechos de los trabajadores autónomos. Se evitaría así la falta de transparencia que los privilegios feudales de que gozan les permite en su actuación.

5.- Han de fomentar el acceso a la cultura libre de copyright. El Dominio Público es la parte muy importante de nuestro patrimonio cultural, y no está a disposición de los ciudadanos porque los Estados no están financiando este bien de interés general. Los ciudadanos de a pie no somos conscientes de la cantidad de material cultural que nos está siendo vetado por la dejadez de la Administración Pública, que está más preocupada por financiar con nuestros impuestos el negocio de la cultura que por financiar su difusión entre los ciudadanos.

6.- Han de limitar la intervención de los Estados:

a) a gestionar el Dominio Público cultural.
b) a controlar la actividad de los intermediarios del negocio de la cultura.
c) a subvencionar la creatividad y el incremento del patrimonio cultural, en justo equilibrio con el mercado de la oferta y la demanda.

7.- Han de reformarse los sistemas legales de Propiedad Intelectual, de forma que permitan el acceso a la cultura, al menos en igual medida, que el lucro de ella.


EL DOMINIO PÚBLICO CULTURAL

Es necesario que los Estados delimiten y definan de forma armonizada que es el Dominio Público cultural para la Unión Europea, estableciendo políticas comunes que permitieran incluso que fuese ampliado a terceros países, ofreciendo la mayor capacidad posible al concepto, y que se trata de nuestra riqueza de información y bienes culturales libres de barreras de acceso y reutilización, ya sea porque la Ley así lo determina, ya sea porque el autor así lo ha decidido voluntariamente.

Cada país tiene la obligación de informar a sus ciudadanos de qué es dominio público, cómo pueden acceder a ello, y cómo pueden contribuir a incrementarlo.

Los principios básicos de un sistema basado en el hecho de que la máxima difusión de la cultura es la regla general, debe empezar por reconocer en sus normas que los derechos de autor (copyright) son una excepción tasada y concreta al libre acceso a la cultura, que se negocian en un mercado de libre oferta y demanda, y de los cuales sólo se puede disponer por voluntad de su titular o por mandato legal. Además, debe permitir la reutilización, modificación y reproducción de las obras, impidiendo todo tipo de control ficticio al acceso de la cultura de dominio público (como medidas técnicas o contractuales) o la exigencia de derechos exclusivos sobre ello.

El derecho de autor ha de ser una excepción limitada temporalmente al estado de dominio público de nuestra cultura, y apropiarse de ello más allá de un tiempo y unas condiciones razonables, debe incluso ser castigado legalmente.

El canon digital, o la compensación equitativa que corresponde a los autores por la realización de copias privadas, tal y como está configurado en la legislación española, es un claro ejemplo de la obstaculización arbitraria del acceso al Dominio Público, pero también de la utilización/actualización de la tecnología, por cuanto la encarece. El canon digital impide lograr el sano equilibrio que debe presidir la relación entre tecnología y cultura para el interés general, provocando el enriquecimiento indebido de unos pocos.


EL NEGOCIO PRÁCTICO DE LA CULTURA

Desde la perspectiva del negocio de la cultura, es evidente que su financiación no puede continuar planteada como hasta ahora. Por más que se empeñen los lobbies de presión, los sistemas de intercambio de archivos existen y seguirán ahí por mucho tiempo. Es posible que a fuerza de presionar a los Gobiernos consigan que los sistemas actuales dejen de ser útiles para los usuarios, pero olvidan que la tecnología es como la energía, se transforma no se destruye.

Por tanto, es necesario plantearse ideas prácticas que permitan el máximo aprovechamiento de la cultura y de la tecnología, y que además permitan sostener el negocio de la cultura, aunque éste deba salirse de lo tradicional, y centrarse o invertir en procedimientos indirectos de obtención de ganancias que si respondan a los movimientos de la oferta y la demanda.

Por ejemplo, algunas ideas prácticas. Estudios o ensayos clínicos sobre las ganancias que se obtendrían si:

A) En el cine: Se publicasen en Internet, de forma gratuita, cortometrajes en forma de “pase previo”, que permitieran tantear la respuesta del público al proyecto e incluso valorarla económicamente (cuanto pagarían por verla en una sala de cine).

 además, una vez logrado ese precio de mercado, se pudiese valorar la opción de ofrecer gratuitamente al público un producto de merchandaising por el simple hecho de acudir a la sala de cine a ver la película.

 además, se creasen ediciones especiales en DVD (u otros dispositivos), con valores añadidos a la propia película, que no sean sólo visuales.

 además, los productores incentivasen la creación de versiones para teatro, si ello fuera posible. Las salas de cines que hoy han sido reconvertidas en centros comerciales, probablemente, volverían a retomar su condición inicial de teatros, si la oferta es amplia y los precios razonables para el consumidor (calidad-precio).

 además, los Estados subvencionan la creatividad.

 además…, etc.


B) En la música: se publicasen canciones (o discos enteros) gratuitamente en la red.

 además, se subvencionan los conciertos, y se multiplican las actuaciones en directo.

 además, se refuerza el uso de las canciones en el sector del Marketing, para la promoción de distintos productos.

 además, se habilitan por las operadoras servidores para el alojamiento de estos contenidos a precios razonables, permitiendo a los autores aprovechar las ventajas de la Red en la difusión de su obra tal y como la han concebido, a un coste cercano a cero.

 además, se crean ediciones especiales en CD o DVD (u otros dispositivos) con valores añadidos al disco, que no sean sólo de datos.

 además…, etc.


Todas estas posibilidades son ideas prácticas, reales, que no han sido contrastadas en ningún laboratorio de cultura, tal vez, porque aunque permitieran sobrevivir a los creadores, no permitiría sobrevivir a los intermediarios, y mucho menos al nivel al que lo han venido haciendo hasta ahora.

Otras opciones, como una tarifa plana de descargas de contenidos, o el pago de los ISPs a los creadores, se pueden encontrar con el mismo problema actual: el intercambio libre de archivos no va a desaparecer (como mucho se va a transformar la forma de hacerlo), y llegará el momento en que incluso los autores tengan que pagar a los ISPs por mantener obras en sus servidores, tal y como ya ocurría con la radio, cuando era el mejor sistema de difusión de música.

En general, han pasado los años y la cultura no sólo no ha muerto, sino que la nueva forma de acceder a ella ahora nos permite incluso acceder a multitud de obras que si creíamos muertas, y ahí está en definitiva el interés general.

www.europublicdomain.ue

www.publicdomainmanifiesto.org

Ponencia de Ofelia Tejerina Secretaria general de la Asociación de Internautas en el encuentro FINANCING CULTURE IN THE DIGITAL ERA
Brussels 08.06.10
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Otras referencias:

New Business Models Proposed In Debate On EU Culture And Copyright.

Conférence : Financement de la culture dans l’ère numérique .

Konferenz: Kulturfinanzierung im digitalen Zeitalter (Update).