Sobre la palabra "internautas"
Sobre la palabra "internautas"
Gracias a mi tableta voy a actualizar mi blog.. ¡Vaya por Dios! No puedo utilizar, si quiero hacer un uso correcto del idioma español, el término internauta: La RAE no lo incluye en la próxima edición (la 23ª) de su diccionario. ¡Habrá que ser camp y buscar otro término que sea correcto!
Cierto es que la RAE, como cualquier organismo que regula algún aspecto de la vida, ha de ir por detrás de la sociedad. Sin ir más lejos, por ejemplo: El actual Código Penal, que entró en vigor en 1996, ha tenido desde entonces no menos de 34 actualizaciones en su articulado. Y es lógico: la Sociedad siempre va más deprisa que las normas que la regulan. En el caso de la RAE ocurre algo parecido y el idioma, como parte medular de la Sociedad y ente vivo que es, avanza más rápido que quienes regulan su uso.
No es la primera vez que traemos este tema a esta página web: Ya recogimos en su momento el artículo que Javier Cuchí escribió para su blog. En el mismo se refería nuestro amigo Javier a la historia del término internauta que contaba José Ramón Esteban. No quiero desde estas líneas apropiarme de ningún término, aunque como miembro de esta Asociación me enorgullece que fuéramos quienes lo introdujimos en el uso diario.
Hace unos años, cuando la RAE empezó a facilitar la consulta de esta nueva edición, dirigí a esta institución una pregunta a través de su formulario de consulta sobre la no inclusión del término internauta. Lamento no haber guardado la respuesta que me dieron desde la misma, pero en resumen venían a explicarme que no se incluiría dicho neologismo porque no era un término de uso habitual.
Ya en su día plasmé mi opinión sobre esta decisión. La entrada de un término en el DRAE tiene que venir avalada por lo habitual que es su uso en el lenguaje cotidiano, aunque es cierto que el otro gran diccionario de referencia de nuestro idioma, el María Moliner que suele ir un paso por delante del DRAE, tampoco la incluye al menos en su versión online; también es verdad que el Diccionari de la llengua catalana sí lo incluye en su segunda edición, además con una más que acertada definición: Usuario de la red informática Internet.
No digo que los doctos miembros de la RAE no tengan razón al no incluir el término internauta en su diccionario pero es sorprendente la rapidez con la que sí se han incluido palabras como blog (pero no se ha incluido ninguna modificación en este sentido en el término bitácora, que también se emplea al referirse a este tipo de páginas) o tableta en su definición electrónica. Llama también la atención que ahora aparezca, de repente, el término camp, una palabra totalmente en desuso y que hasta esta 23ª edición no ha sido incorporada al DRAE.
¿Raro? ¿Extraño? ¿Extravagante? Recientemente, en la tertulia del programa de RNE No es un día cualquiera vino a hablarse de esta nueva edición del DRAE y uno de los contertulios justificaba que se incluyera esta palabra si no muerta sí moribunda con la idea que era lógico para que generaciones futuras que leyeran un texto de los años 60 del pasado siglo pudieran comprender el mismo.
Pero es mismo contertulio, y académico, no es capaz de explicar por qué una palabra que creo que absolutamente todos los días es empleada desde hace ya bastantes años por medios de comunicación, políticos, contertulios... ¿Qué razones puede esgrimir la RAE para no incluir en su compendio algo que es usado de forma más que habitual? Porque la explicación que he citado cae por su propio peso, incluso cuando dirigí la pregunta a dicha institución.
Es más, y puede hacer la prueba quien quiera: mientras muchas personas no son capaces de explicar que es un blog (a mi, personalmente, me cuesta hacerlo cuando me lo preguntan) prácticamente todo el mundo puede explicar que es un internauta.
Repetimos, aunque empecemos a aburrir como las capas de una cebolla: ¿Qué hay que hacer para que un neologismo que hace al menos diez años es de uso común sea admitida como correcta por la RAE? ¿Por qué se admiten barbarismos como blog y no el término internauta? ¿Por qué se mantiene en ese compendio el término cibernauta cuando está demostrado que prácticamente nadie hace uso del mismo?
Recupero aquí uno de los párrafos de mi propio artículo, ya citado, de hace más de dos años: ¡Líbreme Dios de poner en duda la corrección de esta decisión! Las personas que ocupan los sillones de tan docta institución son, indudablemente, personas mucho más cultas que yo y con miras mucho más altas que incluir o no una simple palabra en este gran manual de nuestro idioma que es su Diccionario. A la vista de la velocidad con aparecen las sucesivas ediciones del DRAE probablemente en la 24ª edición, allá por el año 2020 más o menos, veremos que el nombre que da sentido a nuestra Asociación es aceptable para aquellos que velan para que el lema "Limpia, fija y da esplendor" se cumpla.
Angel Matilla es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Internautas
No es la primera vez que traemos este tema a esta página web: Ya recogimos en su momento el artículo que Javier Cuchí escribió para su blog. En el mismo se refería nuestro amigo Javier a la historia del término internauta que contaba José Ramón Esteban. No quiero desde estas líneas apropiarme de ningún término, aunque como miembro de esta Asociación me enorgullece que fuéramos quienes lo introdujimos en el uso diario.
Hace unos años, cuando la RAE empezó a facilitar la consulta de esta nueva edición, dirigí a esta institución una pregunta a través de su formulario de consulta sobre la no inclusión del término internauta. Lamento no haber guardado la respuesta que me dieron desde la misma, pero en resumen venían a explicarme que no se incluiría dicho neologismo porque no era un término de uso habitual.
Ya en su día plasmé mi opinión sobre esta decisión. La entrada de un término en el DRAE tiene que venir avalada por lo habitual que es su uso en el lenguaje cotidiano, aunque es cierto que el otro gran diccionario de referencia de nuestro idioma, el María Moliner que suele ir un paso por delante del DRAE, tampoco la incluye al menos en su versión online; también es verdad que el Diccionari de la llengua catalana sí lo incluye en su segunda edición, además con una más que acertada definición: Usuario de la red informática Internet.
No digo que los doctos miembros de la RAE no tengan razón al no incluir el término internauta en su diccionario pero es sorprendente la rapidez con la que sí se han incluido palabras como blog (pero no se ha incluido ninguna modificación en este sentido en el término bitácora, que también se emplea al referirse a este tipo de páginas) o tableta en su definición electrónica. Llama también la atención que ahora aparezca, de repente, el término camp, una palabra totalmente en desuso y que hasta esta 23ª edición no ha sido incorporada al DRAE.
¿Raro? ¿Extraño? ¿Extravagante? Recientemente, en la tertulia del programa de RNE No es un día cualquiera vino a hablarse de esta nueva edición del DRAE y uno de los contertulios justificaba que se incluyera esta palabra si no muerta sí moribunda con la idea que era lógico para que generaciones futuras que leyeran un texto de los años 60 del pasado siglo pudieran comprender el mismo.
Pero es mismo contertulio, y académico, no es capaz de explicar por qué una palabra que creo que absolutamente todos los días es empleada desde hace ya bastantes años por medios de comunicación, políticos, contertulios... ¿Qué razones puede esgrimir la RAE para no incluir en su compendio algo que es usado de forma más que habitual? Porque la explicación que he citado cae por su propio peso, incluso cuando dirigí la pregunta a dicha institución.
Es más, y puede hacer la prueba quien quiera: mientras muchas personas no son capaces de explicar que es un blog (a mi, personalmente, me cuesta hacerlo cuando me lo preguntan) prácticamente todo el mundo puede explicar que es un internauta.
Repetimos, aunque empecemos a aburrir como las capas de una cebolla: ¿Qué hay que hacer para que un neologismo que hace al menos diez años es de uso común sea admitida como correcta por la RAE? ¿Por qué se admiten barbarismos como blog y no el término internauta? ¿Por qué se mantiene en ese compendio el término cibernauta cuando está demostrado que prácticamente nadie hace uso del mismo?
Recupero aquí uno de los párrafos de mi propio artículo, ya citado, de hace más de dos años: ¡Líbreme Dios de poner en duda la corrección de esta decisión! Las personas que ocupan los sillones de tan docta institución son, indudablemente, personas mucho más cultas que yo y con miras mucho más altas que incluir o no una simple palabra en este gran manual de nuestro idioma que es su Diccionario. A la vista de la velocidad con aparecen las sucesivas ediciones del DRAE probablemente en la 24ª edición, allá por el año 2020 más o menos, veremos que el nombre que da sentido a nuestra Asociación es aceptable para aquellos que velan para que el lema "Limpia, fija y da esplendor" se cumpla.
Angel Matilla es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Internautas