¿Cómo actuar ante un robo de identidad en las redes sociales?
Alguien con no muy buenas intenciones y acceso a nuestras cuentas podrÃa realizar publicaciones sin nuestro consentimiento, molestar a nuestros contactos y, en definitiva, causar un gran daño a nuestra reputación; por tanto, los usuarios debemos poner de nuestra parte y evitar que este tipo de cosas sucedan y, en el caso de que ocurran, intentar minimizar el impacto de lo que pueda ocurrir.
Un robo de identidad consiste en el acceso no autorizado a alguno de nuestros perfiles en redes sociales, nuestra cuenta de correo o a nuestra cuenta corriente en el banco (si éste ofrece servicios de banca online); dicho de otra forma, un robo de identidad se produce cuando alguien es capaz de conseguir nuestro usuario y contraseña de un servicio o averiguar la respuesta a la “pregunta secreta” que muchos servicios implementan como proceso para recuperar la clave.
Una mala polÃtica de contraseñas (demasiado cortas, demasiado fáciles, vinculadas a datos personales, etc), usar Facebook o Twitter sin SSL en redes Wi-Fi abiertas, compartir la contraseña con otros usuarios (y pelearnos con ellos), anotar la contraseña en el terminal móvil o en un trozo de papel, configurar “preguntas secretas” demasiado sencillas (para salir del trámite) o dejarnos la sesión abierta en un equipo de acceso público son algunas de las malas prácticas que debemos evitar y que, si las seguimos, pueden ponérselo demasiado fácil a aquéllos que quieran realizarnos “alguna trastada” en nuestros perfiles.
La única forma de darnos cuenta de que nos han robado nuestra identidad, desgraciadamente, es de manera reactiva, es decir, cuando ya ha sucedido y comenzamos a ver publicaciones extrañas, nuestros amigos nos avisan de que algo raro ocurre o, algo mucho peor, por mucho que introducimos la contraseña de nuestra cuenta de correo, ésta es inválida (aunque tengamos la certeza de que era correcta). Ante una situación como ésta es bastante lógico ponerse nervioso y que un escalofrÃo recorra nuestro cuerpo; no es para menos porque podrÃa darse el caso que alguien entrase en nuestra cuenta de LinkedIn y le dijese alguna cosa nada amistosa, por ejemplo, a nuestro jefe; sin embargo, es muy importante no perder la calma y actuar con celeridad.
Si el usuario debe ser consciente de la imagen pública que proyecta, ¿qué pasa cuando perdemos el control de nuestros perfiles sociales? Por increÃble que pueda parecer, todavÃa son muchos los usuarios que no aplican ningún tipo de bloqueo de seguridad a su smartphone o a su tableta y, por tanto, si la pierden o son vÃctimas de un robo, cualquier persona podrÃa acceder a la información almacenada en ésta o usar las aplicaciones instaladas (incluyendo las de redes sociales como Facebook, LinkedIn, Twitter o Google+).
Alguien con no muy buenas intenciones y acceso a nuestras cuentas podrÃa realizar publicaciones sin nuestro consentimiento, molestar a nuestros contactos y, en definitiva, causar un gran daño a nuestra reputación; por tanto, los usuarios debemos poner de nuestra parte y evitar que este tipo de cosas sucedan y, en el caso de que ocurran, intentar minimizar el impacto de lo que pueda ocurrir.
Un robo de identidad consiste en el acceso no autorizado a alguno de nuestros perfiles en redes sociales, nuestra cuenta de correo o a nuestra cuenta corriente en el banco (si éste ofrece servicios de banca online); dicho de otra forma, un robo de identidad se produce cuando alguien es capaz de conseguir nuestro usuario y contraseña de un servicio o averiguar la respuesta a la “pregunta secreta” que muchos servicios implementan como proceso para recuperar la clave.
Una mala polÃtica de contraseñas (demasiado cortas, demasiado fáciles, vinculadas a datos personales, etc), usar Facebook o Twitter sin SSL en redes Wi-Fi abiertas, compartir la contraseña con otros usuarios (y pelearnos con ellos), anotar la contraseña en el terminal móvil o en un trozo de papel, configurar “preguntas secretas” demasiado sencillas (para salir del trámite) o dejarnos la sesión abierta en un equipo de acceso público son algunas de las malas prácticas que debemos evitar y que, si las seguimos, pueden ponérselo demasiado fácil a aquéllos que quieran realizarnos “alguna trastada” en nuestros perfiles.
La única forma de darnos cuenta de que nos han robado nuestra identidad, desgraciadamente, es de manera reactiva, es decir, cuando ya ha sucedido y comenzamos a ver publicaciones extrañas, nuestros amigos nos avisan de que algo raro ocurre o, algo mucho peor, por mucho que introducimos la contraseña de nuestra cuenta de correo, ésta es inválida (aunque tengamos la certeza de que era correcta). Ante una situación como ésta es bastante lógico ponerse nervioso y que un escalofrÃo recorra nuestro cuerpo; no es para menos porque podrÃa darse el caso que alguien entrase en nuestra cuenta de LinkedIn y le dijese alguna cosa nada amistosa, por ejemplo, a nuestro jefe; sin embargo, es muy importante no perder la calma y actuar con celeridad.
Reproducido de Experiensense