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La gran mentira

La gran mentira


Mi columna de esta semana en el diario Expansión se titula “La gran mentira” (pdf), y trata de ilustrar el verdadero problema detrás de todos los esquemas de vigilancia y monitorización de los que tanto estamos hablando en estos últimos meses al hilo de las revelaciones de Edward Snowden: que en ningún momento estuvieron pensados para nuestra supuesta seguridad y para prevenir futuros ataques terroristas. Que lo que hay detrás es otra cosa muy distinta, mucho más relacionada con la represión, con el control, con la censura. Con el tipo de efecto social que producen los sistemas de control utilizados en países como China.

El gran problema de los sistemas de vigilancia masiva es que tienden a dejar fuera precisamente a aquellos que tienen motivos reales para evadirlos, y se convierten en sistemas destinados a vigilar al grueso de la población. Nada que ver con la legítima defensa de los ciudadanos frente a la amenaza terrorista, y mucho más con el etiquetado masivo, los sistemas de clasificación en función de la supuesta “peligrosidad social”, o directamente, el control y la censura de todo tipo de activismo. Creer que “es por nuestro bien” es un grave, gravísimo error. Es otra cosa.

A continuación, el texto completo de la columna:

 

La gran mentira

Se escriba lo que se escriba sobre el espionaje, de ninguna manera puede hacer justicia a lo que estamos presenciando. Las revelaciones de un Edward Snowden cada vez más merecidamente acreedor de un premio nobel de la Paz definen un escenario tan distópico y  descontrolado que supera toda capacidad de sorpresa.

Pero el corazón del problema no está siquiera en el espionaje, sino en lo que realmente significa. Lo verdaderamente insultante no es que nos espíen masivamente, que escuchen nuestras conversaciones telefónicas o lean nuestros correos electrónicos. Lo que indigna es que pretendan convencernos de que todo eso, en realidad, “es por nuestro bien”. Que nos creamos que semejante despliegue procede de un legítimo celo de los estados por proteger a sus ciudadanos.

El espionaje masivo no sirve para detener el terrorismo. Sirve, únicamente, para que aquellos que realmente pretenden organizar atentados recurran a otros medios de comunicación. En realidad, el despliegue hipertrofiado que está teniendo lugar en algunos países no tiene como misión capturar a los terroristas o anticiparse a sus acciones, tarea para la cual se han demostrado además inútiles, sino vigilar a la población. El control de toda disidencia. La sujeción a esquemas de poder establecidos.

La vigilancia masiva de la población busca exactamente lo mismo que hace no mucho tiempo nos escandalizaba en países totalitarios: la represión del pensamiento, la sumisión total por la vía de la intimidación. No te cuestiones nada, porque sabes que estás bajo vigilancia. La censura en China no funciona por su componente tecnológico, sino por un esquema de presión asfixiante: si sabes que te vigilan, hay cosas que ni te vas a plantear hacer, ni siquiera pensar.

La gran mentira no es ocultar la vigilancia masiva, sino pretender que nos creamos que es por nuestro bien.

REPRODUCIDO DE EL BLOG DE ENRIQUE DANS