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A vueltas con la neutralidad de la red

A vueltas con la neutralidad de la red


Mi columna de Expansión de esta semana se titula “A vueltas con la neutralidad de la red“, y habla sobre las posibles consecuencias del reciente fallo de un tribunal de apelación norteamericano que estimó que la Federal Communications Commission (FCC) se extralimitó al pretender obligar a Verizon a cumplir reglas contra la discriminación y el bloqueo de tráfico en su red.


No, esta sentencia no significa la muerte de la neutralidad de la red. Quien pierde, en principio, no es la neutralidad de la red, sino la FCC. Lo que la sentencia viene a decir es que si la FCC escoge no clasificar a los proveedores de banda ancha como common carriers, no puede aplicarles la legislación que corresponde a estos, y que, por tanto, no procede imponer esta a Verizon. Lo que la sentencia implica, por tanto, no es que la FCC no pueda imponer la neutralidad de la red, sino que en caso de decidir hacerlo, tiene que hacerlo bien, con la ley aplicada en la manera adecuada, posiblemente reclasificando a los proveedores de banda ancha. En realidad, que los tribunales reclamen a la FCC que sustente sus decisiones de la manera adecuada no deja de ser una buena noticia: lo último que interesa son organismos reguladores con poder omnímodo que los jueces no alcanzan a discutir.

A la FCC corresponde ahora el siguiente movimiento. Puede optar por la apelación al Tribunal Supremo, aunque en principio parece difícil que éste opte por una interpretación diferente, o puede tratar de imponer la neutralidad de la red dictando unas reglas distintas. La tercera opción, la de que la FCC abandone la idea de imponer la neutralidad de la red, comentada por algunos como posible dado el relevo en su cúpula, parece menos probable, aunque obligue a extremar la vigilancia. En efecto, Julius Genachowski era claramente más sensible a estos temas que Tom Wheeler (que en su “vida anterior” formó parte del lobby de las empresas de telecomunicaciones y televisión por cable), pero además de haber expresado ya su interés en preservar la naturaleza abierta de la red aunque sea por otras vías, se encuentra con la aparentemente clara determinación de Barack Obama al respecto.

Por el momento, la decisión ha supuesto un gran susto para Netflix, cuya masiva utilización de ancho de banda para la transmisión de vídeo conllevaría casi automáticamente que las empresas de telecomunicaciones le obligasen a pagar cargos adicionales si la neutralidad de la red no estuviese garantizada. Pero más allá de los posibles efectos para Netflix, lo fundamental es pensar en los efectos que veríamos para los que no somos Netflix. Qué pasaría si el tráfico que proviene de páginas normales, como esta que estás leyendo, gestionadas por particulares o pequeñas empresas que no pueden pagar los suplementos que las empresas de telecomunicaciones demandarían para circular por sus vías privilegiadas, se viesen restringidas a una “internet de segunda clase”, mientras las páginas de grandes empresas que sí pagan estos suplementos son servidas en condiciones prioritarias. Qué va a pasar con la innovación si todo aquel que tenga una idea que compite con algún proveedor o servicio establecido se encuentra con que nadie quiere invertir en ella, porque el terreno de juego no está nivelado y no se puede competir con aquellos que pueden pagar los privilegios que demandan las operadoras. O qué ocurrirá con todos aquellos que pretendan competir con los servicios ofrecidos por una operadora, o por cualquier empresa participada por estas.

No, la neutralidad de la red no ha muerto, al menos todavía. Pero la red de hoy ya no es completamente neutral: AT&T ya ofrece planes de datos esponsorizados para que aquellos proveedores que quieran que accedas a sus datos desde tu teléfono móvil puedan ofrecértelos sin que su consumo contribuya a agotar tu plan de datos mensual, lo que de hecho supone una discriminación del tráfico y un “si pagas, obtienes condiciones más ventajosas que los que no pagan”. Verizon trabaja en una manera de ofrecer a las aplicaciones que usan ancho de banda de forma intensa una salvaguardia de que su funcionamiento tendrá lugar sin cortes, algo que – en sentido negativo – ya podemos experimentar muchas veces cuando intentamos reproducir un vídeo de YouTube. En el mismo sentido, Akamai y Ericsson están desarrollando modos de transmisión preferenciales en movilidad para aquellas empresas que los quieran pagar. Todas esas tecnologías que algunos pretenden describir como “innovación” son, en realidad, “innovación negativa”, formas de romper la característica más importante de la red, la que indudablemente la ha llevado a ser lo que es hoy y a permitir el desarrollo que ha permitido: el principio de neutralidad.

Lo que el fallo de la corte de apelación norteamericana nos viene a decir es que resulta fundamental tomar conciencia de la importancia de la neutralidad de la red. Que defender la red de la codicia de las operadoras es, seguramente, una de las tareas más importantes que tenemos por delante. Que una red en la que las operadoras puedan arbitrariamente degradar o priorizar la transmisión de determinados datos deja de ser internet, y pasa a parecerse más a la televisión o a la radio, donde solo aquellos que pueden pagar una licencia tienen derecho a emitir. Un asunto con una importancia descomunal. En la preservación de la neutralidad de la red está, en gran medida, el futuro de internet.

A continuación, el texto de la columna:

 

A vueltas con la neutralidad de la red

El pasado martes, un tribunal de apelación norteamericano estimó la demanda de Verizon contra el mandato de la Federal Communications Commission (FCC) que obligaba a respetar la neutralidad de la red. Según el tribunal, la FCC se extralimitó al establecer las reglas que consagran la neutralidad de la red.

La neutralidad de la red es fundamental: define la esencia de internet. Internet es una red esencialmente neutral: todos los bits, vengan de mi página personal o de la página de una gran empresa, circulan a la velocidad que el canal les permite, sin prioridades. Si la conexión es  mala, los bits le llegarán muy despacio, pero de forma neutral: los míos, tan lentos como los de otros. Ese principio, que todos los paquetes de datos deben ser tratados igual, ha generado la igualdad de oportunidades que ha hecho de internet lo que es hoy.

Las operadoras, en cambio, pretenden que eso no sea así. Reclaman poder cobrar a las empresas porque sus bits vayan más rápido que otros, establecer prioridades. Eso  convertiría internet en algo diferente, con “autopistas” prioritarias para quien las pueda pagar, y “caminos de cabras” para el resto. Adiós a la naturaleza democratizadora de la red.

¿Significa esto la muerte de internet como la conocemos? No, porque queda el recurso al Supremo, y porque básicamente, no viene a decir que la FCC no pueda regular ese aspecto, sino que tiene que regularlo estableciendo unas normas adecuadas.

Obama ha afirmado seguir dispuesto a consagrar la neutralidad de la red como norma fundamental, a proteger la naturaleza de internet contra la ambición desmedida de las operadoras. No es mala señal. Es, decididamente, un asunto en el que nos jugamos mucho.

 

(This post is also available in English in my Medium page, “Back to the question of a neutral internet“) Reproducido del Blog de Enrique Dans