¡Qué mezquina y trivial es la información digital!
Pero esto tiene truco. En realidad, lo anterior no es más que un fragmento ligeramente modificado de un artÃculo publicado en el ‘New York Times‘ el 19 de agosto de 1858, tres dÃas después de la primera prueba exitosa del cable submarino que conectaba EEUU y Europa, haciendo posible que las comunicaciones se produjesen en minutos en lugar de dÃas. Y sÃ, en lugar de Internet, el demonio era por aquel entonces el telégrafo, al que se criticaba prácticamente por las mismas razones y prácticamente con los mismos argumentos con los que ahora se arremete contra la Red.
Éste es el fragmento del artÃculo real y su traducción:
En lo concerniente a la influencia del periódico sobre la mente y la moral de las personas, no puede haber ninguna duda razonable de que el telégrafo ha causado un gran daño. Superficial, inmediata, sin filtrar, demasiado rápida para la verdad, asà ha de ser toda inteligencia telegráfica. ¿No es la mente popular demasiado rápida para la verdad? 10 dÃas tarda en llegar el correo desde Europa. ¿Qué necesidad hay de fragmentos de noticias en 10 minutos? ¿Cuánto de mezquina y trivial es la información telegráfica? Nevó aquÃ, llovió allá, un hombre muerto, otro ahorcado. Incluso la Carta de Washington se ha deteriorado desde esta innovación, y puedo recomendar a conciencia mis propias epÃstolas anteriores a 1844, antes que las de los últimos años
Como podemos ver, la similitud entre los enemigos del progreso o temerosos de los cambios es entre asombrosa e inquietante. Tanto con el telégrafo como con Internet, en el siglo XIX como en el XXI, como ya lo fue antes –y, mucho me temo, lo será en el futuro– con cualquiera de los inventos y descubrimientos que han cambiado o pueden cambiar el devenir del ser humano sobre la Tierra.
Pero ni el papel ni el telescopio ni la imprenta ni el telégrafo, por citar sólo algunos, acabaron con el mundo ni provocaron la banalización absoluta del cerebro y la especie humanos. Todo lo contrario, a pesar de la oposición y de los reparos, han sido herramientas de primer orden para su desarrollo, evolución y crecimiento intelectual.
Asà será –ya lo es– Internet. Por más que los timoratos, censores e inquisidores se empeñen en hacernos ver lo contrario. Y en dictar leyes que puede que retrasen un tanto lo inevitable, pero que no lograrán parar esta nueva transformación –revolución sin precedentes de la comunicación– que ya está en marcha.
No te pierdas el artÃculo original de Adrienne Lafrance en The Atlantic, de donde he tomado la información de este post y la ilustración que lo acompaña. Vale la pena leerlo completo, porque ofrece mas detalles sobre este caso y aporta documentos referentes a crÃticas referidas a otros inventos demonÃacos, como el teléfono, la radio o la televisiónÂ… Impagable.