Tras cinco años, este es el impacto de Airbnb en Madrid
323 millones de euros de impacto económico, 5.130 puestos de trabajo indirectos, ahorro energético? Cifras que por si solas no interesen a la mayorÃa y que probablemente aburran al resto.
La mayorÃa busca alojamiento fuera de los barrios tÃpicos para turistas
Lo que sà es cierto es que, huyendo de los clásicos datos estadÃsticos, la estrategia de Airbnb en Madrid supone un acierto en resultados de impacto social, económico y medioambiental. En el sentido puramente social, este tipo de experiencias generan un sentimiento más cercano, de comunidad, empatÃa y de tolerancia. Puede sonar idÃlico, pero conocer de cerca a los visitantes de tu ciudad genera unas perspectivas nuevas; podrÃa decirse que ha supuesto una forma de abrir nuevas fronteras. Se hace patente el espÃritu de economÃa colaborativa, que ofrece, a una de las industrias con más poder, un sin fin de beneficios, sobre todo a aquellos que no suelen beneficiarse del turismo tradicional: comercios y locales de barrio. Los huéspedes, saliéndose de la norma general, por lo visto son muy propensos a explorar zonas de la ciudad alejadas de lo tÃpicamente turÃstico. En Madrid, por ejemplo, el barrio más llamativo es Chamberà con más de 6.000 visitantes.
En la capital, la variedad es la clave
La mayor parte de los que ofrecen su vivienda tienen ingresos por debajo de la media anual, siendo los del sector de la industria creativa los más numeroso, quizá más abiertos a esta experiencia. Muchos incluso se sirven de esta plataforma para complementar sus ingresos, financiar sus hobbies o estudios y superar las consecuencias sociales y económicas de la crisis. Desde un principio se parte de la base de que los millennials serÃan los más activos y de nuevo las estadÃsticas hunden los tópicos. Sin embargo, la mayor parte de los usuarios pasa de los 45 años; quizá por que son los que disponen de vivienda propia y con un incipiente sÃndrome del nido vacÃo por la marcha de sus hijos.
¿Y quién nos visita? Los europeos, a todas luces en viajes cortos, se prestan en un 65% a forma parte de la experiencia. Sin embargo, son los estadounidenses, con su más que merecido 19%, los que ganan la apuesta. Entre todos generan un gasto medio de 834 euros, más que la media del turista tradicional.
Lo que sà es cierto es lo diferente está de moda y está dejando de ser tan aternativo para pasar a formar parte de nuestra normalidad. Eso y que los tópicos de que estos nuevos usos solo están dirigidos para jóvenes han quedado en el siglo pasado
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