Hacia la defunción del libro de texto: no va a ser fácil desplazar al dinosaurio
El libro de texto: el costoso mundo de ayer
Hay respuestas de todos los colores, como es natural. Los libros de texto se han convertido en el vehÃculo de aprendizaje de varias generaciones de españoles, y se sustentan sobre un modelo de enseñanza donde el profesor guÃa a los alumnos por un itinerario cerrado. La materia se limita a lo que exista dentro del continente llamado libro. Lejos de él, los conocimientos no se valúan. Al contrario, su progresiva defunción abre un panorama interesante: por un lado, se podrÃa replicar en formato digital su espÃritu; por otro, permitirÃa clases y procesos de enseñanza más abiertos.
Antes de entrar a valorar las alternativas, ¿de qué modo se adquieren y qué efectos tienen en el alumno y sus familias la adquisición y el uso de los libros de texto? Por lo pronto, se trata de un desembolso capital: la media nacional de gasto en libros de texto cada septiembre se ubica en los 200 euros. Según la comunidad, podrÃan llegar a ser 400. Todos los años, dado que los libros, por decisión de las editoriales, se renuevan curso a curso. Las hay donde los libros los adquieren las escuelas, las hay donde se reciclan, las hay con ayudas. Y las hay donde simplemente se compran.
Es un problema, más aún en tiempos de crisis. Las soluciones a dicha cuestión, como es natural, varÃan sustancialmente. Para las editoriales, aquellas que determinan qué contenidos entran cada año y que están controladas en su mayorÃa por la Iglesia Católica y por unos pocos grandes grupos empresariales, es necesario aplicar un precio fijo (sin descuentos) al libro, asà como acabar con los bancos de libros, sistemas de alquiler y compraventa que esquivan a las tiendas.
Creo que el problema no son los libros de texto en sÃ, sino un modelo de enseñanza muy rÃgido basado en la transmisión de unos contenidos establecidos
En el horizonte se discuten problemas estructurales, que van más allá del precio de un precio variable o fijo del texto. La naturaleza misma del libro de texto es la que se pone en solfa: "El libro de texto como un simple contenedor de contenidos, y como elemento referente habitual para los docentes, es para mà un recurso obsoleto", afirma Raúl Santiago, profesor titular interino de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de La Rioja, y coordinador de The Flipped Classroom, un espacio de debate dirigido a docentes y expertos educativos del paÃs.
¿Por qué lo es? Responde Carlos Magro, vicepresidente de la Asociación Educación Abierta, aunque matiza la máxima: "Creo que el problema no son los libros de texto en sà (aún siendo consciente de que su tiempo ha pasado), sino un modelo de enseñanza muy rÃgido, excesivamente aislado del entorno, basado casi siempre en la transmisión de unos contenidos establecidos, con un currÃculum muy definido y que no para de crecer pero que al mismo tiempo deja fuera muchas cosas. Un sistema que no responde bien a las necesidades de la sociedad de hoy".
Para Magro, no sólo se trata de dejar atrás el libro de texto. El cambio ha de ser estructural, enfocarse no sólo hacia con qué se enseña sino cómo se enseña y qué se enseña. "¿Cómo debe ser la educación cuando tanto el aprendizaje como el conocimiento están por todos lados?", se pregunta, poniendo el foco sobre algo esencial: la sociedad de la información en la que nos movemos ha cambiado el entorno educativo y de aprendizaje de los niños. Resumido: las herramientas que empleamos nosotros ayer no sirven para el mundo distinto de hoy.
TecnologÃa y revolución metodológica en el aula
En ese sentido, nada desliza una disonancia entre escuela actual y sociedad del presente como la compra de los libros de texto. En la era de las herramientas abiertas, del opendata y del conocimiento universal a golpe de clic, los precios de los libros, cerrados y herméticos, no han hecho más que subir. Al igual que la industria cinematográfica o discográfica, las editoriales caminan por un sendero distinto al que se labra en el mundo digital hacia el que nos dirigimos. Y no sucede sólo en España.
Hace poco, la NBC ofrecÃa el dato para Estados Unidos: en cuatro décadas, el precio de los libros de texto habÃa subido más de un 1000%. Como recalca The Economist, es mucho más de lo que han subido los precios de otros bienes de consumo. Santiago y Magro coinciden: los retos a los que nos enfrentamos en España son semejantes a los que tienen por delante otros paÃses de nuestro entorno. El libro de texto ha sido la norma, y el vehÃculo ideal, para la educación de casi todos los paÃses occidentales. Con todas sus ventajas y problemas, entre los que se incluye el precio.
¿Pero cómo cambiarÃa un nuevo modelo los costes del material educativo? ¿Existe una ventaja comparativa de base en relación al libro de texto? Puede que sà para las familias, pero quizá no para el Estado: "HabrÃa que definir exactamente qué significa barato", explica Santiago, "no sólo centrándonos en el precio sino en el retorno de la inversión en términos de mejora de la calidad educativa. Se trata de integrar las tecnologÃas como una herramienta para la transformación y no para la simple sustitución. Y eso no suele ser barato". Al contrario, más bien.
El modelo, como apunta Santiago, no es la mera réplica del aula actual en versión TIC. Se trata más bien de integrar los nuevos materiales tecnológicos en un marco pedagógico nuevo
El modelo, como apunta Santiago, no es la mera réplica del aula actual en versión TIC. Se trata más bien de integrar los nuevos materiales tecnológicos en un marco pedagógico y metodológico en el que el docente es la pieza fundamental. Magro recuerda que la cuestión del precio no depende tanto del material sino, de nuevo, del modelo. Al fin y al cabo, en el sistema actual "se podrÃan reducir costes, utilizando por ejemplo Recursos Educativos Abiertos". O utilizando libros escritos por los propios profesores del centro. O creando bolsas de libros de segunda mano.
Está bien: el libro de texto es producto del mundo de ayer y el modelo educativo que acarrea, que representa, se adapta mal a las necesidades de aprendizaje de las nuevas generaciones. Además, su comercialización es cara, su modelo de negocio es imperfecto cuando el conocimiento es más abierto y libre que nunca. ¿En qué consiste exactamente la alternativa que proponen los crÃticos al sistema actual? ¿Cómo podemos mejorar el proceso educativo en nuestras escuelas?
"Para empezar, cambiar el paradigma: pasar de entender la escuela como un lugar de enseñanza para convertirlo en un espacio de aprendizaje", responde Santiago, que apunta a una idea central: la enseñanza no debe ser unidireccional. El objetivo, flexibilizarlo todo mucho más:
Hay que entender que el profesor ya no es la única fuente de conocimientos; que los libros no contienen ni pueden contener todo o mucho de lo que se puede aprender; que la edad no es el criterio más sagaz para agrupar a los alumnos, e incluso que la individualización y la diferenciación están dejando paso ya a la personalización del aprendizaje. Por ello, será preciso que estos se vean acompañados por un profesor que, más que un transmisor lineal de conocimientos, sea un guÃa, un consejero, un cómplice en su aventura de aprender juntos.
Para Magro, la pirámide jerárquica del sistema educativo debe ser modificada. Una de las claves para avanzar en la transformación de la escuela es ofrecer más autonomÃa a los centros educativos y a los equipos directivos, construyendo el sistema sobre el reconocimiento y el liderazgo del profesorado. Algunas palabras clave que ayudan a entender hacia dónde se dirigen sus ideas: colaboración y cooperación entre centros; aprendizaje estimulante para los alumnos; fomento de su curiosidad y creatividad; mirada crÃtica. En definitiva, abandonar la memorización y el mecanicismo.
Las alternativas y los modelos de fuera
Las alternativas son diversas y muy variadas. "Hay muchos profesores innovando y cambiando las maneras de enseñar", señala Magro. "El reto, y la dificultad, pasa porque esa innovación educativa salga de las aulas y se extienda por todo el centro y por el sistema educativo". No tiene que estar relacionado de forma necesaria con las nuevas tecnologÃas: según Magro, hay buenos ejemplos de centros donde se combina el aprendizaje colaborativo y basado en proyectos, la clase invertida o las inteligencias múltiples. La tecnologÃa es un elemento más, pero no el central.
De forma inevitable cada vez que la Educación se debate en España, surge la comparación con otros paÃses. ¿Cuánto deberÃamos mirarnos en ellos? No demasiado, según Santiago, dado que sus realidades son distintas. Las soluciones se encuentran en nuestra propia sociedad, que se enfrenta a retos diferentes. "No creo que debamos imitar tal o cual modelo, mas bien propondrÃa desarrollar un modelo propio", afirma, donde integremos de forma racional y ordenada las nuevas tecnologÃas.
Pero sin caer en una trampa cognitiva letal: creer que la tecnologÃa es el maná que todo lo arreglará. "Con alguna excepción, las polÃticas de integración de tecnologÃas en la educación hasta ahora han fracasado. La tecnologÃa siempre ha sido vista como una promesa para el cambio, como la palanca que iba a provocar la transformación educativa. La realidad, desgraciadamente, ha sido muy distinta", añade Magro. Sólo ahora todos los paÃses comienzan a comprender de qué modo utilizar el entorno digital y tecnológico de un modo diferente, y no sólo sustitutivo, al sistema tradicional.
Quizá, en un futuro cercano, la imagen de niños portando la mitad de su peso en forma de libros de texto sea una reliquia del pasado. Es posible que dentro de algunos años, los arcones de los actuales alumnos sólo contengan recuerdos, conocimiento y un puñado de gadgets. Y poco más. Queda mucho camino por recorrer, en todo caso: el libro de texto continuará siendo la realidad de las escuelas españolas durante algunos cursos más. Aunque cada vez menos crean en él.
Imagen | Unifemm, Melenita, hernanpc, ceslava, lydiayalba Más información | The Flipped Classroom, co.labora.red, @c_magro