Telefónica cotiza sus acciones en Wall Street.
Eso significa que tiene que someterse a las leyes norteamericanas que prohíben la sobre
facturación falsa, el cobro indebido, el racketeering. Y Telefónica no puede cometer
estas tropelías porque las mismas se hallan tipificadas como delitos por la legislación
estadounidense.
Sin embargo, en el Perú, Telefónica sobre factura, inventa consumos de línea que zampan
a la mala en los recibos mensuales de los usuarios, en el detalle de las facturaciones
invierte dígitos de celulares para puntualizar supuestos consumos. Sólo en Mendoza,
Argentina, hay 65,000 denuncias por cobro indebido contra Telefónica. En Chile,
Telefónica hace lo propio.
Es decir, la empresa cuyo mando detenta el ibérico Villalonga, comete delitos unos peores
que los otros en los países donde opera. En la propia España, como dice nuestra
corresponsal Gema Castellano, la compañía arremete a troche y moche contra los usuarios
que se siente acorralados, vejados y empequeñecidos por el designio expoliador de la
pandilla.
A esta altura más de un lector estará preguntándose: ¿y todo esto qué tiene que ver
con los tribunales o acciones que planteamos como tesis fundamental de esta entrega?
Mucho. Veamos.
¿Concebiría usted que los diferentes carteles que asesinan por encargo, aniquilan a los
no iniciados y trafican con narcóticos o drogas, listen sus acciones en las bolsas más
importantes del mundo? Evidentemente que no. Porque quienes recibieran dividendos de estos
movimientos bursátiles estarían enriqueciéndose con dinero obtenido ilícitamente.
Entonces, ¿cuál es la fuente de todas las múltiples denuncias en Chile, Argentina,
Perú (y creemos que en Brasil ocurrirá pronto), en España, contra Telefónica? ¿Por
actividades lícitas? ¿O por cobranzas indebidas y en desmedro de los usuarios? Es decir,
en buen romance: porque están empeñados en esquilmar los bolsillos latinoamericanos e
ibéricos a como dé lugar.
De manera que una empresa que obtiene dinero de esa forma y cotiza sus acciones en las
bolsas más importantes y sobre todo la de Nueva York está incurriendo en la comisión de
delitos manifiestos. No interesa que no los lleve a cabo en Estados Unidos. Lo que sí es
evidente es que esta empresa no puede generar riqueza o intereses en los Estados
Unidos de dineros mal habidos.
En los Estados Unidos, los usuarios pueden demandar no sólo por el monto supuesto del
fraude sino a través de los punity damages, por varias veces la cifra estimada. Las
tabacaleras han tenido que pagar fortunas por sus inconductas.
Orillemos un posible cálculo. En el Perú hay aproximadamente 1500,000 usuarios de
teléfono. Si a cada uno, merced a los artificios denunciados públicamente en nuestras
páginas, se le clava mensualmente un uso imaginario de US$ 10.00, entonces TdP se
embolsica la astronómica cifra de US$ 15000,000 cada mes, por doce meses da la
impresionante cantidad de US$ 180000,000. ¿Está seguro que los diversos conceptos
que hay en su recibo de pago y que a veces nunca usa, no llega a los US$ 10.00 cada mes? Ha llegado el momento de reunir las pruebas y el detalle de las mismas para
demandar a Telefónica por varias veces el monto que nos roba cada mes. ¿Y qué haríamos
con el dinero materia del juicio? Pues, nada más ni nada menos que fundar una empresa de
telefonía que no estafe, no cometa fraudes, pero que contribuya a la educación de los
países latinoamericanos, a la información que no puede ser coto de caza de los
poderosos, hoy menos que nunca. La democratización informativa pasa por las tarifas
planas para que los internautas naveguen, investiguen y se aprovisionen de armas
tecnológicas, educativas y científicas que impidan que nuestros países continúen
siendo los graneros de los que se puede sacar de todo y en grandes cantidades y por el
contrario se conviertan en viveros de creación, ingenio y fecunda elevación intelectual.
Ya hemos empezado a tomar contacto con dos prestigiosos estudios de abogados en la ciudad
de Nueva York, sin embargo, se van a necesitar muchos datos e información fidedigna. En
el Perú, hay miles de casos comprobables y luchados a muerte. Herbert Mujica Rojas le
ganó a TdP 6 juicios administrativos y a pesar de ello, de cuando en vez tiene que seguir
padeciendo la insolencia de TdP. A Flecha le acaban de cortar el servicio
telefónico, so pretexto que no presentó sus impugnaciones y argumentos a tiempo.
Alguna vez comentamos refiriéndonos al perjuicio ocasionado por un balazo que la víctima
no pudo denunciar a tiempo al delincuente porque estaba herido y desangrándose. Lo hizo
después, cuando se recuperó. Pero ello, ¿promueve la extinción del acto en contra de
la persona? El no poder responder a tiempo a TdP, ¿aniquila la presunción
del robo de que somos víctimas?
Los trámites están hechos para cansar y atosigar al usuario. Para que pague en lugar de
reclamar, para que negocie términos económicos que siempre favorecen a TdP. Y en ello
también hay un profundo desprecio por el usuario a quien se pretende tratar como animal
acorralado. La progaganda tendenciosa afirma en los periódicos y comerciales televisivos
supuestas bondades que no tienen correlato real porque son sólo eso: quimeras y
engañifas.
Todos estos abusos y fraudes tienen a mal traer a decenas de miles de usuarios en
Latinoamérica. Ha llegado el momento de parar estas maniobras y castigar ejemplarmente a
quienes así se portan. Reunamos todas las pruebas necesarias, sin cejar ni un momento ni
caer en las vallas que la gran mafia pueda ponernos en el camino.
¡Demandemos a Telefónica por 1,000 millones de dólares! |