No en vano responde a un instinto nunca
sojuzgado por los hombres. Según la consultora Netvalue, el 40% de los españoles asiduos
a Internet visita habitualmente páginas de sexo. Basta con acudir a las estadísticas de los
buscadores más populares para encontrar -la verdad que sin asombro- que las palabras
más buscadas en Internet aluden directa y muy explícitamente al sexo.
l ANTE ESTE tirón imparable están proliferando toda clase de timos telefónicos para esquilmar a internautas rijosos. El gancho consiste en ofrecer contenidos pornográficos ilimitados (fotos, vídeos, relatos, charlas, citas, etcétera), sin inmiscuir a la tarjeta de crédito para pagar por ellos o verificar la edad (AdultCheck). El internauta medio, reacio a utilizar su tarjeta en la Red, se siente inmediatamente engatusado por este señuelo. Aparentemente, lo único que hay que hacer para poder disfrutar de esa oferta sexual inagotable es instalar un programa especial, que permitirá la visualización de los contenidos. Sólo por probar, no se pierde nada, ¿no? El caso es que descarga el programa y lo instala en su ordenador. Lo ejecuta y ¡bingo! Miles de fotos y cientos de horas de vídeos X desfilando ante sus ojos sicalípticos. Y lo mejor de todo es que no tiene que pagar ni un duro.
l ¡POBRE INFELIZ! Lo que no acierta a sospechar aún es que, tras instalar el programa, éste conecta el módem a un teléfono 906, cuya tarifa nunca desciende de las 100 pesetas el minuto. Evidentemente, el teléfono está a nombre del propietario de la página, quien recibe un dividendo de cada minuto que el incauto pase babeando delante de la pantalla. Y lo que es peor: a menudo, el programa cambia la configuración del módem permanentemente, de manera que siempre que se conecte a Internet lo hará a través del 906. ¿Creía que estaba descargando esas canciones en MP3 durante la noche o chateando toda la tarde con la tarifa plana? ¡Ja! De tarifa plana, nada. A 120 pesetas el minuto. Y luego, a fin de mes, un sablazo de 150.000 pesetas. ¿Sexo sin tarjetas? Sí. ¿Gratis? No tanto.
Gonzalo Álvarez Marañón es doctor ingeniero de Telecomunicaciones del CSIC y editor de la revista www.iec.csic.es/criptonomicon/.
Reproducido de Ariadna
l ANTE ESTE tirón imparable están proliferando toda clase de timos telefónicos para esquilmar a internautas rijosos. El gancho consiste en ofrecer contenidos pornográficos ilimitados (fotos, vídeos, relatos, charlas, citas, etcétera), sin inmiscuir a la tarjeta de crédito para pagar por ellos o verificar la edad (AdultCheck). El internauta medio, reacio a utilizar su tarjeta en la Red, se siente inmediatamente engatusado por este señuelo. Aparentemente, lo único que hay que hacer para poder disfrutar de esa oferta sexual inagotable es instalar un programa especial, que permitirá la visualización de los contenidos. Sólo por probar, no se pierde nada, ¿no? El caso es que descarga el programa y lo instala en su ordenador. Lo ejecuta y ¡bingo! Miles de fotos y cientos de horas de vídeos X desfilando ante sus ojos sicalípticos. Y lo mejor de todo es que no tiene que pagar ni un duro.
l ¡POBRE INFELIZ! Lo que no acierta a sospechar aún es que, tras instalar el programa, éste conecta el módem a un teléfono 906, cuya tarifa nunca desciende de las 100 pesetas el minuto. Evidentemente, el teléfono está a nombre del propietario de la página, quien recibe un dividendo de cada minuto que el incauto pase babeando delante de la pantalla. Y lo que es peor: a menudo, el programa cambia la configuración del módem permanentemente, de manera que siempre que se conecte a Internet lo hará a través del 906. ¿Creía que estaba descargando esas canciones en MP3 durante la noche o chateando toda la tarde con la tarifa plana? ¡Ja! De tarifa plana, nada. A 120 pesetas el minuto. Y luego, a fin de mes, un sablazo de 150.000 pesetas. ¿Sexo sin tarjetas? Sí. ¿Gratis? No tanto.
Gonzalo Álvarez Marañón es doctor ingeniero de Telecomunicaciones del CSIC y editor de la revista www.iec.csic.es/criptonomicon/.
Reproducido de Ariadna