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LAS FIESTAS POPULARES LOGRAN BAJAR EN LOS TRIBUNALES EL CANON DE AUTOR

Una sentencia libera al festejo de San Telmo de Tui de pagar a la Sociedad General de Autores


En la mayoría de los casos las verbenas reducen la factura a menos del 15% de lo que pide la SGAE. Los problemas judiciales hacen que las celebraciones se queden sin voluntarios




Alberto Magro / Vigo / La Voz de Galicia. El conflicto entre la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y las fiestas populares gallegas parece haber llegado a un punto muerto que deja más contentos a los organizadores de los festejos que a los recaudadores del colectivo de profesionales: los vecinos pagan derechos de autor por la música que ponen en sus jaranas, sí, pero en una cuantía que se aproxima muy poco a la que reclama la SGAE.

Y eso en los casos en los que la justicia obliga a pagar. En otros, los autores no ven un solo euro, como constató la semana pasada otra sentencia favorable a los festejos populares. En esta ocasión fue la romería de San Telmo, que se celebra en Tui. La SGAE le reclamaba al festejo, a los vecinos e incluso al presidente de honor de las fiestas (el alcalde de Tui) 12.859 euros por los derechos de comunicación pública de canciones del repertorio que gestiona la Sociedad de Autores. Pero el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Pontevedra desestimó la demanda y condenó a la SGAE a pagar el coste del proceso judicial para las personas demandadas.

El argumento del tribunal es que la Sociedad de Autores no es capaz de probar que se utilizó repertorio protegido, ni puede demostrar que el coste de los conciertos genere casi 13.000 euros de derechos. De hecho, el juzgado asegura que la SGAE ni siquiera constata que se celebraron los conciertos. «No prueban ni el número de orquestas, ni la liquidación, ni nada, de ahí que no paguemos. La ley no dice que no tengamos que pagar, pero ellos tienen que acreditar en concepto de qué, y no lo hacen», explica la abogada de la comisión de fiestas de San Telmo, Belén Campelo, del bufete Saa y García Campelo.

Y ese es precisamente el callejón sin salida en el que se encuentra la SGAE: no logran pruebas, con lo que las comisiones de fiestas se limitan a acudir a los tribunales y no aportar nada. «Traen facturas ridículas. Sabemos que nos engañan, porque los precios que dicen que pagaron por las orquestas no son razonables, pero no podemos hacer más», explican en la SGAE.

Nadie recuerda nada

Los juicios se convierten así en un carrusel de despropósitos, en el que los testigos no suelen recordar gran cosa: ni si hubo verbena, ni en qué año fue, ni cuánto costó. «No deja de ser gracioso que les ganemos haciendo lo mismo que ellos: nada. Quieren cobrar cantidades exageradas, un porcentaje del presupuesto total, que no es sólo música, sino los gastos de transporte, del personal que monta el escenario... y por eso no tiene que cobrar la SGAE», denuncia Gabino Goberna, presidente de la agrupación de festejos que hace dos veranos puso en pie de guerra a las fiestas populares.

Para ello contaban con la fuerza que daba la unión de veinte celebraciones. Hicieron suya la causa de la fiesta de Liñares, una romería centenaria de la pequeña parroquia viguesa de San Miguel de Oia a la que la SGAE exigía 2.144 euros. Los tribunales le dieron la razón en primera instancia a los vecinos, pero la Audiencia Provincial rectificó y valoró en un millar de euros los derechos de autor. Tras ese caso, siguieron los de otra decena de fiestas del colectivo, que se saldaron casi siempre con una factura de derechos de autor inferior al 15% de lo que pedía la SGAE. Así había sido en Betanzos, donde los 2.658 euros que exigían los autores se quedaron en 176 en los tribunales, y así fue en Vigo. «Al final los derechos a pagar son 50 euros, 100 euros, algún caso de 150... pero nada que ver con lo que pedían. Así ha sido en una decenas de fiestas como las de Coia, Mos, Lavadores, Teis, San Pelayo... Y luego condenan a la SGAE a pagar las costas para los demandados, por lo que no creo que les compense seguir así», argumenta Eva Bouza, abogada de las fiestas, que desde su despacho vigués se ha convertido en referente para los letrados españoles que tienen frente abierto con la SGAE.

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