L. E. Hoy Se dio de alta, fundamentalmente, para tener un mejor acceso a los contenidos y posibilidades que ofrece Internet. Por tanto, se asemeja bastante al perfil predominante de usuario en la región: joven, con estudios superiores, un avanzado conocimiento previo de la Red y un uso habitual desde otros puntos de conexión. Las estadísticas muestran que pocos de los que se alfabetizan tecnológicamente gracias a iniciativas de carácter público se dan de alta posteriormente.
Además, José Antonio tiene otra motivación para engancharse, muy fuerte para él. «También lo hago para fastidiar un poquito a los del canon digital y a los que lo apoyan», deja caer con una sonrisa maliciosa.
Según la experiencia de Bellorín, los proveedores de servicios facilitan bastante la odisea de iniciarse en los pormenores técnicos del ciberespacio. «Me resultó fácil conectarme. Los componentes (router, claves, instrucciones) me los mandaron en cuatro días. Sin embargo, la conexión me costó un poco más. Tuve que improvisar unos cuentos cambios, y a la tercera ya conseguí entrar sin problemas».
En cambio, sí que le parece que no se trata de una afición barata. «Me carece que conectarte resulta caro, tanto en el coste de los materiales como en el acceso de la propia banda».
José Antonio es bastante escéptico ante la labor de las administraciones para fomentar el uso de las nuevas tecnologías. «Hasta ahora no había oído hablar del Plan Avanza ni de nada parecido, y dudo mucho que esté valiendo para algo. La gente se acerca a Internet por su propia iniciativa, no porque se lo diga el Estado», comenta.
De hecho, desconocía que las administraciones concedieran ayudas para fomentar las conexiones domésticas a Internet. «No tenía ni idea de que existiera eso. Aunque estudiándolo bien, si de cuarenta euros que te cuesta la conexión te van a dar cinco o diez, mejor que lo dejen y destinen el dinero a cooperación internacional para el tercer mundo», incide. Según el decreto de ayudas publicado por la Junta de Extremadura, las ayudas regionales eran de un pago único de 200 euros por conexión, lo que permite pagar el servicio por un periodo de entre tres y cinco meses, dependiendo del operador que se contrate. Había un plazo determinado para pedir las ayudas.
Además, José Antonio tiene otra motivación para engancharse, muy fuerte para él. «También lo hago para fastidiar un poquito a los del canon digital y a los que lo apoyan», deja caer con una sonrisa maliciosa.
Según la experiencia de Bellorín, los proveedores de servicios facilitan bastante la odisea de iniciarse en los pormenores técnicos del ciberespacio. «Me resultó fácil conectarme. Los componentes (router, claves, instrucciones) me los mandaron en cuatro días. Sin embargo, la conexión me costó un poco más. Tuve que improvisar unos cuentos cambios, y a la tercera ya conseguí entrar sin problemas».
En cambio, sí que le parece que no se trata de una afición barata. «Me carece que conectarte resulta caro, tanto en el coste de los materiales como en el acceso de la propia banda».
José Antonio es bastante escéptico ante la labor de las administraciones para fomentar el uso de las nuevas tecnologías. «Hasta ahora no había oído hablar del Plan Avanza ni de nada parecido, y dudo mucho que esté valiendo para algo. La gente se acerca a Internet por su propia iniciativa, no porque se lo diga el Estado», comenta.
De hecho, desconocía que las administraciones concedieran ayudas para fomentar las conexiones domésticas a Internet. «No tenía ni idea de que existiera eso. Aunque estudiándolo bien, si de cuarenta euros que te cuesta la conexión te van a dar cinco o diez, mejor que lo dejen y destinen el dinero a cooperación internacional para el tercer mundo», incide. Según el decreto de ayudas publicado por la Junta de Extremadura, las ayudas regionales eran de un pago único de 200 euros por conexión, lo que permite pagar el servicio por un periodo de entre tres y cinco meses, dependiendo del operador que se contrate. Había un plazo determinado para pedir las ayudas.
