NEREIDA CARRILLO Barcelona Ara.cat.- El director de la Agencia Catalana del Consumo (ACC), Alfons Conesa, recomienda leer toda la letra pequeña antes de mostrar conformidad en este tipo de formularios. Y, al mismo tiempo, lamenta: «Muchas veces somos muy restrictivos a la hora de dar nuestros datos en un establecimiento en el que adquirimos un producto o servicio y, en cambio, cuando estamos delante de una pantalla no lo somos en absoluto». Contrariamente a esta visión, Carroll asegura que es «razonable» pinchar con celeridad el botón del consentimiento, ya que en ese mismo instante las condiciones no pueden cambiarse, sólo aceptar, y añade: «Algunos abogados incluso aconsejan no leerlos porque eso permite la posibilidad de argumentar posteriormente que los términos y condiciones se ignoraban».
Topar con Facebook
Y es que aunque se lean, no se pueden cambiar. Si un internauta particular se quejase a Mark Zuckerberg de sus exigencias contractuales, toparía con un muro. «No puedes negociar con Facebook sobre las condiciones del servicio», afirma taxativamente el cofundador de Creative Commons. El presidente de la Asociación de Internautas (AI) Víctor Domingo, coincide con Carroll en que los términos y condiciones que exigen estos gigantes de la red son inamovibles. La filosofía de los contratos, entendidos como un acuerdo entre dos partes que genera derechos y obligaciones, se resquebraja en la medida en que, como explica Domingo, les condiciones son exclusivamente «unilaterales». Además, el presidente de la Asociación de Internautas ve «mala fe por parte de muchos prestadores de servicios» cuando cambian las condiciones de manera periódica y frecuentemente sin avisar. Y señala esta circunstancia como una de las principales preocupaciones de los usuarios.
Para Carroll, en cambio, el problema principal es que las empresas, a través del análisis sofisticado de los datos, «desarrollan una fotografía tuya muy precisa con el correr del tiempo y no alcanzamos a comprender hasta qué punto ello nos hace vulnerables». Para evitar estos usos perniciosos e incontrolados, algunas administraciones apuestan por la transparencia. Precisamente la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos recomendó hace unas semanas más transparencia a las empresas conocodas como data brokers, que se dedican a recopilar y comercializar datos.
Esta demanda se formula también en la nueva legislación sobre protección de datos que la Comisión Europea propone paraactualizar las normas de 1995. La intención es pedir que los usuarios puedan acceder más fácilmente a sus datos, que tengan opción de portabilidad -mover los datos por diferentes plataformas- y exigir a las empresas más responsabilidad en la gestión de datos personales. Pero, para Carroll, la solución no es aumentar la transparencia sino presionar como usuarios por medio de la competencia y de la acción colectiva.
Más activismo por parte de los internautas
«A las empresas les preocupa lo que toleramos o no con nuestro comportamiento, no lo que digamos en nuestros discursos», puntualiza Carroll. Así, no sirven de nada las quejas de los usuarios en su muro de Facebook sobre unos determinados cambios en la privacidad y pidan a sus amigos que reproduzcan a su vez esa queja en su propio muro, si ninguno de ellos, por ejemplo, se da de baja de esa red, que ya supera los 1.280 millones de usuarios en todo el mundo. «Facebook está en una posición comodísima -asegura Domingo-. No existe boicot de los usuarios por no firmar unas condiciones unilaterales». De este modo, los expertos piden a los internautas más hechos y menos trending topics de lamentaciones.
Nuevos paradigmas
Para Carroll, el que no podamos rechazar las condiciones de las redes sociales, no significa necesariamente que estemos indefensos: «Los consumidores tienen realmente poder, no como individuos, pero sí como colectivo». Facebook, WhatsApp, Line, Twitter, Instagram o plataformas similares dan un paso más contra la privacidad y los usuarios protestan, pero darían unpaso atrás si vierran que corren el peligro de perder usuarios y negocio.
Tal cual: más movimientos, más quejas y más encajes. El profesor asegura que tantolos reguladores como la competencia vigilan estos pasos y afirma que «incluso compañías tan poderosas en internet como Facebook saben que si presionan demasiado podrían perder gente». Las empresas sólo se darán por aludidas de manera directa y efectiva cuando los usuarios deserten de sus plataformas y se apunten a las de la competencia.
Además de la inacción, muchos expertos consideran que el otro gran factor que deja vía libre a las empresas para imponer sus condiciones es que no sabemos qué hacen en realidad con nuestros datos. «Los usuarios habrían de tener más cultura de la privacidad», asegura Domingo. Por su parte, Carroll subraya: «Hemos de tener un conocimiento más completo del big data y de análisis de datos para después poder tener más claro qué tipos de análisis de datos son aceptables y cuáles no». Por ejemplo: ¿es aceptable que las empresas descubran si alguien tiene una enfermedad? ¿O que envíen cupones de un producto para embarazadas a casa de una chica de 16 años que no ha dicho a sus padres que lo está, pero que las empresas lo han descubierto cruzando sus datos?
El presidente de la Asociación de Internautas pronostica que los usuarios no reaccionarán de verdad hasta que perciban violaciones graves de su privacidad y lamenta: «Creo que como internautas aún no sabemos cuáles son los derechos fundamentales que tenemos en internet». Mientras tanto, Carroll pide un cambio de paradigma en la regulación que vaya más allá del mero consentimiento, porque eso no acaba de proteger al usuario: «Una vez prestas tu consentimiento, la regulación se termina».
Se duplican las reclamaciones por compras en la red
En el momento de comprar por internet y aceptar los términos de la compra hay que vigilar más que nunca. El director de la Agencia Catalana del Consumo, Alfons Conesa, advierte a los internautas que la seguridad y la identidad fiable de una página constituyen dos características clave a la hora de adquirir un producto o servicio en la red. Además, recomienda asegurarse de que conste claramente la información sobre el derecho de desistimiento, es decir, el derecho a devolver el producto y que se reintegre el importe pagado. El director de la ACC aconseja también que no proporcionemos más datos delos estrictamente necesarios para hacer la compra, efectuar el pago y recibir el producto. Finalmente, también anima a los usuarios a conservar pruebas, como archivos en PDFo impresiones de pantalla, de las transacciones realizadas para poder iniciar acciones de reclamación si llega a darse el caso. El año pasado, la Agencia Catalana de Consumo gestionó 8.250 reclamaciones relacionadas con las telecomunicaciones e internet, prácticamente el doble que el año anterior, en que hubo 4.850. Conesa explica que la queja más común está motivada por el hecho de que el usuario efectúe la devolución de un producto adquirido en la red, pero no obtiene la devolución del dinero. Vienen a ser un 30% de las quejas. La segunda reclamación más frecuente es la ausencia de información en las páginas sobre el derecho a devolución. Y la tercera, la adquisición en línea de un producto que no llega nunca a casa.
http://www.ara.cat/premium/He-condicions-internet-reclamacions-compres_0_1159084114.html
Traducción del catalán original: Javier Cuchí
Topar con Facebook
Y es que aunque se lean, no se pueden cambiar. Si un internauta particular se quejase a Mark Zuckerberg de sus exigencias contractuales, toparía con un muro. «No puedes negociar con Facebook sobre las condiciones del servicio», afirma taxativamente el cofundador de Creative Commons. El presidente de la Asociación de Internautas (AI) Víctor Domingo, coincide con Carroll en que los términos y condiciones que exigen estos gigantes de la red son inamovibles. La filosofía de los contratos, entendidos como un acuerdo entre dos partes que genera derechos y obligaciones, se resquebraja en la medida en que, como explica Domingo, les condiciones son exclusivamente «unilaterales». Además, el presidente de la Asociación de Internautas ve «mala fe por parte de muchos prestadores de servicios» cuando cambian las condiciones de manera periódica y frecuentemente sin avisar. Y señala esta circunstancia como una de las principales preocupaciones de los usuarios.
Para Carroll, en cambio, el problema principal es que las empresas, a través del análisis sofisticado de los datos, «desarrollan una fotografía tuya muy precisa con el correr del tiempo y no alcanzamos a comprender hasta qué punto ello nos hace vulnerables». Para evitar estos usos perniciosos e incontrolados, algunas administraciones apuestan por la transparencia. Precisamente la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos recomendó hace unas semanas más transparencia a las empresas conocodas como data brokers, que se dedican a recopilar y comercializar datos.
Esta demanda se formula también en la nueva legislación sobre protección de datos que la Comisión Europea propone paraactualizar las normas de 1995. La intención es pedir que los usuarios puedan acceder más fácilmente a sus datos, que tengan opción de portabilidad -mover los datos por diferentes plataformas- y exigir a las empresas más responsabilidad en la gestión de datos personales. Pero, para Carroll, la solución no es aumentar la transparencia sino presionar como usuarios por medio de la competencia y de la acción colectiva.
Más activismo por parte de los internautas
«A las empresas les preocupa lo que toleramos o no con nuestro comportamiento, no lo que digamos en nuestros discursos», puntualiza Carroll. Así, no sirven de nada las quejas de los usuarios en su muro de Facebook sobre unos determinados cambios en la privacidad y pidan a sus amigos que reproduzcan a su vez esa queja en su propio muro, si ninguno de ellos, por ejemplo, se da de baja de esa red, que ya supera los 1.280 millones de usuarios en todo el mundo. «Facebook está en una posición comodísima -asegura Domingo-. No existe boicot de los usuarios por no firmar unas condiciones unilaterales». De este modo, los expertos piden a los internautas más hechos y menos trending topics de lamentaciones.
Nuevos paradigmas
Para Carroll, el que no podamos rechazar las condiciones de las redes sociales, no significa necesariamente que estemos indefensos: «Los consumidores tienen realmente poder, no como individuos, pero sí como colectivo». Facebook, WhatsApp, Line, Twitter, Instagram o plataformas similares dan un paso más contra la privacidad y los usuarios protestan, pero darían unpaso atrás si vierran que corren el peligro de perder usuarios y negocio.
Tal cual: más movimientos, más quejas y más encajes. El profesor asegura que tantolos reguladores como la competencia vigilan estos pasos y afirma que «incluso compañías tan poderosas en internet como Facebook saben que si presionan demasiado podrían perder gente». Las empresas sólo se darán por aludidas de manera directa y efectiva cuando los usuarios deserten de sus plataformas y se apunten a las de la competencia.
Además de la inacción, muchos expertos consideran que el otro gran factor que deja vía libre a las empresas para imponer sus condiciones es que no sabemos qué hacen en realidad con nuestros datos. «Los usuarios habrían de tener más cultura de la privacidad», asegura Domingo. Por su parte, Carroll subraya: «Hemos de tener un conocimiento más completo del big data y de análisis de datos para después poder tener más claro qué tipos de análisis de datos son aceptables y cuáles no». Por ejemplo: ¿es aceptable que las empresas descubran si alguien tiene una enfermedad? ¿O que envíen cupones de un producto para embarazadas a casa de una chica de 16 años que no ha dicho a sus padres que lo está, pero que las empresas lo han descubierto cruzando sus datos?
El presidente de la Asociación de Internautas pronostica que los usuarios no reaccionarán de verdad hasta que perciban violaciones graves de su privacidad y lamenta: «Creo que como internautas aún no sabemos cuáles son los derechos fundamentales que tenemos en internet». Mientras tanto, Carroll pide un cambio de paradigma en la regulación que vaya más allá del mero consentimiento, porque eso no acaba de proteger al usuario: «Una vez prestas tu consentimiento, la regulación se termina».
Se duplican las reclamaciones por compras en la red
En el momento de comprar por internet y aceptar los términos de la compra hay que vigilar más que nunca. El director de la Agencia Catalana del Consumo, Alfons Conesa, advierte a los internautas que la seguridad y la identidad fiable de una página constituyen dos características clave a la hora de adquirir un producto o servicio en la red. Además, recomienda asegurarse de que conste claramente la información sobre el derecho de desistimiento, es decir, el derecho a devolver el producto y que se reintegre el importe pagado. El director de la ACC aconseja también que no proporcionemos más datos delos estrictamente necesarios para hacer la compra, efectuar el pago y recibir el producto. Finalmente, también anima a los usuarios a conservar pruebas, como archivos en PDFo impresiones de pantalla, de las transacciones realizadas para poder iniciar acciones de reclamación si llega a darse el caso. El año pasado, la Agencia Catalana de Consumo gestionó 8.250 reclamaciones relacionadas con las telecomunicaciones e internet, prácticamente el doble que el año anterior, en que hubo 4.850. Conesa explica que la queja más común está motivada por el hecho de que el usuario efectúe la devolución de un producto adquirido en la red, pero no obtiene la devolución del dinero. Vienen a ser un 30% de las quejas. La segunda reclamación más frecuente es la ausencia de información en las páginas sobre el derecho a devolución. Y la tercera, la adquisición en línea de un producto que no llega nunca a casa.
http://www.ara.cat/premium/He-condicions-internet-reclamacions-compres_0_1159084114.html
Traducción del catalán original: Javier Cuchí