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   Noticias - 12/Julio/99

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El Ronaldo de las "telecos" en horas bajas

El "Ronaldo de las telecomunicaciones", o sea, el ex comisario europeo Martin Bangemann, ha entrado con mal pie en el sector privado. Juan Villalonga lo presentó en junio al modo de un presidente de club de
fútbol que exhibe el fichaje de un delantero. Sólo faltó que Bangemann compareciera con una camiseta con los colores azul y amarillo chillón de Telefónica. Describió las virtudes del político alemán, argumentó
que las grandes operadoras europeas andaban tras él y vino a prometer que con el nuevo "crack" se revalorizaría sustancialmente el precio de las acciones de la compañía.

Como anticipo de la gloria que cabía esperar al club, lo presentó en un espectáculo de luz y color, con la prensa de medio mundo en el papel de público asistente. Sin embargo, Ronaldo-Bangemann viene medio
lesionado y parece que no podrá debutar. El escándalo político formado en torno a su fichaje ha superado las expectativas del club. El partido liberal alemán, al que pertenece el ex comisario, ha reprobado su conducta. El resto de formaciones germanas, envueltas en el patriotismo, ha considerado el hecho como una ofensa al país.

En el Reino Unido, laboristas y tories han coincidido en tildarlo de "golfo". En Bruselas, sede del Gobierno europeo, se ha visto el caso como un nuevo empujón al descrédito que acompaña a la Comisión Europea, que se vio obligada, en marzo, a dimitir en bloque por acusaciones de "fraude, nepotismo y mala gestión". Y en España imperó, cómo no, el folclore. El Ministro Arias-Salgado lo consideró un "buen fichaje" y el portavoz del Gobierno Aznar, Josep Piqué, evitó censurar el hecho. La oposición socialista y de izquierdas sacó, en cambio, el cuchillo, y arremetió contra Telefónica, la CE, Aznar y Bangemann.

 

380.000 DÓLARES DE SUELDO ANUAL

El miércoles 7 el político alemán efectuaba las primeras declaraciones tras el escándalo en una entrevista concedida a El Mundo. Se defendía tibiamente diciendo que no tenía nada de lo que arrepentirse y que había obrado con honestidad. El sábado 10 una fuente de Telefónica confesaba en El País que "en principio" se mantenía el fichaje. Ayer domingo 11, El Mundo, diario en el que participa accionarialmente Telefónica, señalaba que "lo mejor sería que el comisario reconsiderara su decisión y dejara en suspenso su incorporación a la operadora española".

En su crónica dominical, el Casimiro García-Abadillo, subdirector del periódico y periodista con buena información, desvelaba que el contrato ofertado por Telefónica al ex comisario de la industria y las
telecomunicaciones supera los 60 millones de pesetas al año, unos 380.000 dólares, una cifra bastante inferior a la apuntada el martes 6 por el rotativo alemán "Bild", que cifraba el sueldo en 1,2 millones de dólares.

¿Qué hará ahora Villalonga, mantendrá a su nuevo asesor personal?

Cuando de Telefónica se habla, no caben demasiadas hipótesis."Pregúntele usted a la Bolsa", sería nuestra apuesta. Con la aureola del escándalo, es claro que el papel de Bangemann, como ejecutivo de
Telefónica, queda mermado. Cuando establezca una relación de negocio, le acompañará la sombra de la sospecha. Como asesor, detrás de sus estrategias de futuro se verán reflejos y derivaciones de los secretos del sector captados durante sus diez años al frente de las telecomunicaciones europeas, y de los que está obligado moralmente a guardar confidencialidad.

¿RECTIFICARÁ JUAN VILLALONGA?

De momento, Bangeman, que tenía prevista su incorporación a Telefónica el 1 de julio, no ha pisado la casa, como consecuencia de los obstáculos impuestos por Bruselas. Es posible que no lo haga nunca. En lógica de empresa, lo mejor sería olvidarse del político alemán y atribuir la genialidad del fichaje a una pesadilla de verano. Sin embargo, Villalonga no es dado a rectificaciones, salvo cuando se trata de cesar a directivos nombrados por él, y menos aún le agrada seguir la estela editorial de los medios.

Si Juan Villalonga es capaz de contradecirse a sí mismo y salir indemne del escándalo Bangemann, el ex comisario no pisará la planta noble, el piso noveno, de Gran Vía 28, sede Telefónica. A España sólo
podrá venir como un jubilado más. Con tres pensiones, eso sí (como ex comisario de la CE, como ex Ministro alemán de Economía y como ex miembro del Bundestag), pero sin el cargo y el "honor" de figurar como asesor personal del presidente de Telefónica.

REPRODUCIDO DE LA BRUJULA